‘Todo el silencio’, un viaje de duelo y empatía hacia el mundo de la sordera
La película de Diego del Río, protagonizada por Adriana Llabrés y Ludwika Paletta, ha obtenido seis nominaciones en los premios Ariel, entre las que se incluye Mejor película, actriz y coactuación femenina
La película Todo el silencio, del director Diego del Río, fue una suma de factores. Él junto a una de sus protagonistas, Adriana Llabrés, trabajan en teatro desde hace décadas. En la obra Tribus coincidieron con el actor mexicano Askur Meade, quien es sordo profundo oralizado, una persona con discapacidad auditiva capaz de vocalizar algo en una lengua oral cualquiera. A raíz de esta experiencia, surgieron unas primeras conversaciones para investigar y explorar sobre la audición, la pérdida y cómo les influyo trabajar con ese intérprete, que fue “una inspiración y una apertura de mirada sobre la cultura sorda”.
Por su parte, Llabrés tiene otoesclerosis, una patología que se caracteriza por el crecimiento anormal de un hueso que crece en la cavidad del oído medio. Este crecimiento impide que los huesos del oído produzcan las vibraciones que se necesitan para oír. Cuando era pequeña se sometió a dos operaciones y a raíz de esta condición que permanece en ella buscaron generar conversación sobre la diversidad auditiva y pensar en un personaje que está en un viaje de readaptación frente a la pérdida de un sentido.
Así, tras casi una década, finalmente el pasado año vio la luz Todo el silencio, con la misma Llabrés como protagonista y la coactuación de Ludwika Paleta, una película que busca realizar un retrato sobre la importancia de una comunicación empática e inclusiva con el mundo de la discapacidad sonora. El filme, disponible en Prime Video tras su estreno en la pasada edición del Festival de Cine de Morelia, ha recibido seis nominaciones en los premios Ariel, entre las que se incluye Mejor película, guion, mejor actriz, coactuación femenina, ópera prima y sonido.
Por las mañanas Miriam (Llabrés) enseña Lengua de Señas Mexicana (LSM) y por las tardes es parte de un montaje de teatro profesional mientras mantiene una relación estable y pasional con su novia Lola (Paleta). A pesar de vivir una vida muy cercana a la de una persona sorda, su mundo se empieza a hacer pedazos cuando descubre que está perdiendo el sentido del oído, cuenta la sinopsis de la película.
“A Todo el silencio la veo como una película intimista y con un tono muy sutil. Retrata un universo que pocas veces se explora, además, hablar de procesos de duelo me parece necesario y urgente, sobre todo porque, como Miriam, cada uno de nosotros vivimos nuestras pérdidas de manera particular y son, en gran medida, incomprensibles para el resto del mundo. Quiero que el espectador se inmersa en las sensaciones para llevarlo a la empatía y a la reflexión a las que esta historia invita”, explica Del Río, acompañado de Llabrés y Paleta, a través de una videollamada.
Lola, el personaje de Paleta, es sorda y para comunicarse puede hablar y leer los labios, pues no sabe lenguaje de señas. Para la actriz, según explica, la experiencia fue como “volverse a inventar” como persona. Tuvo que trabajar y ensayar junto con Del Río y con el asesoramiento de Askur Meade para construir un personaje complejo, desde la voz, aprender a hablar como una persona sorda oralizada y aprender a suprimir el sonido alrededor de ella.
“Al principio me pasaba que reaccionaba cuando se caía algo y volteaba. Diego me decía ‘no, eso no lo pudiste haber escuchado’. Aprendí, en el set a cancelar el ruido o los sonidos. La oportunidad de interpretar a un personaje así te replantea el mundo respecto a un montón de cosas que damos por hecho y que casi vivimos en automático sin pensar en el otro”, explica la actriz.
El filme introduce términos como HOPS (Hijos Oyentes de Padres Sordos), LSM (Lengua de Señas Mexicana), sordo profundo oral o sordo profundo con lengua de señas, que son parte de la comunicación de personas con discapacidad auditiva. Antonio Zacruz y Lalo Alcántara, integrantes de Seña y Verbo: Teatro de Sordos, estuvieron a cargo como intérpretes en el plató y supervisores de los diálogos. Se ocuparon de ver los encuadres y verificar que las señas fueran correctas, estuvieran legibles y que si en caso de que hubiera surgido alguna duda de acciones o comportamientos de los personajes, fuera lo más fiel posible a la realidad de la cultura sorda. Aún con los distintos tipos de discapacidad auditiva que se encontraron dentro el elenco, el teatro y su corporalidad fue también otro elemento guía para el proceso, como un lenguaje universal para poder expresar sin decir una sola palabra.
“Es una película sobre la comunicación. Es un dispositivo en donde construimos un universo ficticio que está anclado a referencias de la realidad, pero había que volverlo verdad en el territorio del cuerpo. Si bien Adriana y Ludwika no habían trabajado antes, creo que fue muy natural el punto de encuentro cuando ya llegamos a la semana de ensayos presenciales, porque las dos entraron en una disposición de encontrarse. Son dos actrices de un profesionalismo y de un amor también por la actuación, que hubo una cosa que se volvió muy natural, en las ganas que teníamos todos y todas de hacer la película y con verdad representar a estas personas”, afirma Del Río.
La película suma a la conversación que, en los últimos años, han dado que hablar otras producciones sobre la discapacidad auditiva, como Sound of Metal (2019), sobre cómo la vida de un baterista de una banda de heavy-metal cambia por completo cuando, súbitamente, pierde la audición; o Coda, la ganadora del Oscar a mejor película en 2022, que presenta a Ruby, de 17 años, la única persona capaz de oír de su familia. Amante de la música, tendrá que elegir entre tratar de salvar el negocio pesquero familiar o dedicarse por completo a su pasión artística.
Llabrés destaca la cualidad bilingüe de Todo el silencio, ya que le permite a una persona sorda que sepa lengua de señas poder entender las escenas. “En estas otras películas, en las que también se involucran las señas, no están a la vista a veces o el cuadro corta las manos. No se ve lo que se está expresando. Si una una persona sabe LSM, puede entender la escena por las señas que se están dando y lo demás lo puede leer cuando es oralizado. Una persona que sepa español puede escuchar la película y cuando están las escenas de LSM puede leer los subtítulos. No hay una película que involucre a la comunidad de sordos que tenga esta cualidad”, precisa la también productora.
Del Río complementa a Llabrés y afirma que los subtítulos son una capa narrativa más de la película, ya que están en el corte final y no son un elemento a elección dele espectador. “Eso le da también una relación específica al público oyente que está leyendo, no solamente las escenas de lengua de señas, sino todo el tiempo sabe o tiene conciencia de que hay otros públicos que están percibiendo la película de diferente manera. Como la película trata el tema, creo que en ese sentido tiene cierta metateatralidad, en donde el espectador está pensando sobre la misma pieza mientras la va experimentando”, concluye el director.
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