La directora de cine Lila Avilés, inmortalizada en una Barbie: “Es una locura, ¡el año pasado se lo dieron a una astronauta!”
La cineasta mexicana habla con detalle sobre los procesos creativos y catárticos que ha vivido con sus largometrajes ‘La camarista’ y ‘Tótem’
Una gran cámara de cine descansa sobre su hombro derecho, en la mano izquierda sostiene el guion cinematográfico, está lista para correr cámara y gritar “acción” mientras su eterno gato, Wawa, yace junto a sus pies. Es Lila Avilés de 30 centímetros de alto: una muñeca Barbie que Mattel le dedica a la cineasta mexicana con motivo del Día Internacional de la Mujer. “Me llegó la invitación y fue una locura. ¡Imagínate, el año pasado se lo dieron a una astronauta! Debo confesar que me he emocionado”, exclama Avilés (Ciudad de México, 42 años) con los ojos iluminados y una estridente risa por videollamada. La emoción que siente la directora de carne y hueso es innegable. Basta con entrar a su cuenta de X para encontrarse tuit tras tuit; retuit tras retuit, todos con la temática de Barbie. “Agradecida una y otra vez con ser CINEASTA y amar el oficio que uno hace”, publicó en la red social. Los galardones y nominaciones que tienen La Camarista y Tótem, sus únicos dos largometrajes, reflejan que ama el oficio y lo domina. Por ejemplo, en la categoría Mejor Película Internacional de los premios Gotham 2023, la obra de la mexicana competía junto a Todos somos extraños, Pobres criaturas, Zona de interés y Anatomía de una caída, cinta que terminó por llevarse el premio.
El nombramiento de Avilés como Barbie cineasta revivió un recuerdo que durante años se ocultó en una recóndita parte de su memoria. “Le contaba a una amiga que esto iba a pasar y recordamos que su casa era un punto importante en el que el grupo de amigas se juntaba y cuando por azares del destino se tuvo que mudar, enterramos nuestras Barbies”. Prometieron volver y desenterrarlas 30 años después; ahora será imposible, un gran edificio se alza sobre aquel sitio, “de esos tantos que construyen a cada rato”, lamenta. Dos posibles destinos tuvieron las muñecas: fueron sepultadas bajo el cemento o excavadas por una gran máquina de color amarillo. La vida te da y te quita, los cambios son inevitables.
Lila tuvo a su hija a los 24 años de edad y siete años después falleció el padre de la niña. Avilés ha pasado prácticamente por todos los departamentos que tiene el cine: diseño de vestuario, dirección de arte, asistente de foto, maquillista, jalacables. Una década después de ser mamá, La camarista la puso en el mapa. En el arte, los premios y las nominaciones no significan nada, rezan los punks, pero son sin duda un referente de cuando algo está bien hecho.
Pregunta. Este año es una Barbie junto a mujeres importantes como las actrices Helen Mirren y Viola Davis, y las cantantes Shania Twain y Kylie Minogue. Tótem ha sido premiada y nominada en la misma categoría que, por ejemplo Anatomía de una caída o Pobres criaturas competían. ¿Cómo hace para mantener los pies en la tierra?
Respuesta. Antes que nada, debes amar mucho el oficio. Ayuda un chorro que le vaya bien a la película porque le da y te da un empuje. Los estrenos requieren mucho tiempo, mucha prensa, ir a los festivales. Es estar un poquito en lo externo, pero siento que nunca te puedes olvidar del mundo interno. Hay que darle el tiempo y el espacio para cuidarlo. Estar demasiado tiempo en lo externo te hace olvidarte de quién eres y uno no puede ser cineasta sin ese mundo interior porque entonces ya todo está perdido.
P. En el teatro está el segundazo: primera función buenísima; segunda, terrible, o viceversa. ¿Cómo vivió la expectativa de su segundo largometraje?
R. No pensaba en los premios. Claro que tenemos nuestro ego y no puedes decir, “‘Ay no, no, no, yo voy así nada más, no me importa’. Todos tenemos expectativas por mucho que queramos decir que no. Desde que hice La camarista tenía muy claro que después haría Tótem y creo que serle muy fiel a eso que nos está llamando la atención ayuda mucho. También ayuda pensar en las directoras y directores que admiro. Al final no es una cuestión de premios, es una cuestión de hacer películas que puedas volver a ver, y ver, y ver sin aburrirte. Por mucho que esté uno allí en los fuegos artificiales, no hay que perderse.
P. Sus películas son chistosas sin ser chistosas. El humor que da risa sin querer ser gracioso generalmente viene desde un lugar de dolor. ¿Qué dolor o heridas intenta sanar con la risa?
R. Los dos largometrajes han sido procesos muy catárticos. Yo nunca fui camarista, pero estuve cerca de ellas siete años de mi vida. Fui mamá jovencita, me tocó trabajar desde muy pequeña y (las) entiendo. Había algo del personaje de Eve, interpretada por Gabriela Cartol, que de cierta forma era muy cercano a mí. Con Tótem, es un duelo que pasó mi hija. Se le murió su papá cuando tenía siete años. No sabía cómo, pero sabía que haría Tótem después de La camarista; hacer algo especial para honrar la memoria de mi hija. Fue el estreno y yo acabé deshecha, mi hija también. Fue un proceso muy lindo. Estoy contenta de que la hice ahora que ella es adolescente, justo cuando la comunicación es complicada y se te olvida fácilmente todo. Es un buen regalo para decir: ‘¡Órale, no hay que pelearnos!’.
P. Tótem no es muy camarista...
R. Pensé que la gente no la iba a abrazar por no ser tan camarista y eso fue muy lindo. Hay un prejuicio de querer hacer la misma película toda la vida. A Aki Kaurismäki le sale muy bien. Decir, la hago porque mi corazón me dice que así debe ser. Y bueno, qué manera de dar un segundazo.
P. Decía en entrevistas “el casting era la película”. Escogiste a Naíma Sentíes, de seis años, para el papel de Sol, porque viste que era una niña brillante, pero también viste en su madre a una mujer extraordinaria.
R. Hay grandes actuaciones de niñas y niños en la historia del cine, pero a veces se sienten actuadas. Como de niños actuando a ser niños. Con Naíma fue muy lindo porque por esa virtud de la mamá hay un bagaje humano en ella que haría muy fácil el diálogo. El proceso de esta chiquita también ha sido muy bonito. Noto que de cuando empezamos a filmar a las últimas entrevistas ya está en otro lugar. Sigue con esa esencia tan linda pero se expresa de otra forma.
P. En medio del sándwich que son sus dos largometrajes está Ojos dos veces boca. Un cortometraje que hizo con Miu Miu. ¿Fue distinto trabajar con ellos a cuando tiene más libertad con las películas?
R. Lo que fue maravilloso y que hoy por hoy es tan difícil es la bellísima frase: “libertad creativa; haz lo que quieras”. A veces, en dónde uno podría pensar que hay más libertad, no la hay. Entonces, cuando llegó esta invitación y el “haz lo que quieras”, fue precioso. Y pensar que han invitado a Agnès Varda, Lucrecia Martel, Mati Diop, Alice Rohrwacher. ¡Personas maravillosas!
P. Ha dicho que ser madre fue tu mejor escuela. ¿Qué le diría a alguien que será mamá primeriza?
R. Me acuerdo mucho de mi primer pediatra. Me dijo ‘de amor nunca se va a enfermar’. Tampoco podemos malcriar, hasta el agua en exceso es mala. Pero, cuando hay peleas, por ejemplo, y te quitas el ego para dar paso al amor ya empiezas a hablar desde otro lugar. Debemos tener bien plantada esa raíz amorosa, porque luego viene el cansancio, el no dormir, cuando crecen y te cierran la puerta. Entonces, es reconectar con esa palabra sagrada. Para mí el tótem es el amor. No hay otra cosa más feroz que eso. No lo digo yo, lo decía [John] Cassavetes.
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