Evitar la polémica y mucha calle por los Estados: la estrategia Sheinbaum en la carrera de Morena
La exjefa capitalina prepara una intensa campaña que le dé más visibilidad en los territorios con hasta cuatro eventos diarios, además de eludir los debates cara a cara y mantener un tono prudente para evitar el desgaste
Claudia Sheinbaum iniciará este lunes formalmente su lucha por la candidatura presidencial de su partido, Morena, después de haber renunciado hace unos días a la jefatura de Gobierno de Ciudad de México. La exmandataria capitalina busca mantener —y aun ampliar— la ventaja en la que la coloca la mayoría de las encuestas de preferencias electorales. Su estrategia tiene dos vertientes, según han confirmado tres fuentes del cuarto de guerra y colaboradores del círculo rojo de Sheinbaum a EL PAÍS: una, realizar intensas visitas a los 32 Estados del país, con entre tres y cuatro eventos cada día, de cara a la encuesta con la que se decidirá quién abanderará al movimiento de Andrés Manuel López Obrador en los comicios de 2024; la segunda, mantener la línea de no debatir con los otros contendientes ni responder a los dardos que le lancen. La dirigencia de Morena ha dado 70 días a los aspirantes para promoverse ante la ciudadanía. Sheinbaum es la única mujer en la contienda morenista, en la que enfrentará al ahora excanciller, Marcelo Ebrard; el senador Ricardo Monreal; el exsecreatario de Gobernación Adán Augusto López; el diputado Gerardo Fernández Noroña y el senador Manuel Velasco.
La directriz de no confrontarse también ha sido instruida a los colaboradores de la exmandataria y voceros de su campaña, a quienes se les ha pedido no participar en foros y programas de debates con representantes de los otros contendientes, de acuerdo con las fuentes consultadas. La exjefa de Gobierno ha explicado a su equipo cercano la razón de esta estrategia: las confrontaciones entre corcholatas —nombre dado a los aspirantes de Morena— provocarán un desprestigio generalizado al partido y solo resultarían benéficas para la oposición. En el subtexto está el hecho de que busca limitar al máximo el desgaste de imagen que implica cualquier debate y descalificación. El Consejo Nacional del partido ha tomado providencias y dictó que no haya desavenencias entre los aspirantes, una petición directa del presidente López Obrador, que ha asumido la tutela del proceso interno del partido que él fundó y del que es líder espiritual.
Que este será el tono de la campaña de Sheinbaum no es un secreto, pues la exfuncionaria ha declarado públicamente que no confrontará a sus rivales. “En todo este periodo no me van a oír nunca hablar mal de mis compañeros, nunca; puedo estar de acuerdo o no en lo que digan, pero aquí discutimos ideas, proyecto, somos positivos. Y, en todo caso, los adversarios políticos están en otro lado, no están dentro de la Cuarta transformación”, dijo el martes pasado. El ahora exsecretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard, colocado segundo por la mayoría de las encuestas, ha sido el más interesado en que haya debates, y ha lanzado dardos cada vez más frecuentes a la exmandataria capitalina.
Sheinbaum, de 60 años, acumula ya varios meses primera en las encuestas, una circunstancia que la ha vuelto la rival a vencer y también la ha puesto en el centro de los ataques. El miércoles se filtró un video de la reunión privada del Consejo Nacional de Morena realizada el fin de semana anterior. Sheinbaum, que no se percata de que la graban, hace un reclamo airado al presidente del Consejo, Alfonso Durazo, porque los simpatizantes de Ebrard y del senador Ricardo Monreal le gritaron y la insultaron al llegar a la reunión. Las corcholatas habían acordado que ninguno llevaría porras, pero hubo quien no cumplió el pacto. “Estoy cansada”, dijo Sheinbaum, visiblemente enojada, apuntando con un dedo acusatorio a Durazo. “Es inadmisible, inadmisible”, concede este. En redes sociales, las huestes de otros aspirantes descalificaron a la exmandataria capitalina por su reacción y por cómo se condujo hacia el presidente del Consejo. Los defensores de Sheinbaum criticaron que a ella se le juzgue por expresar legítimamente su enojo ante el incumplimiento de un acuerdo, en lo que consideraron una crítica más bien machista.
Hasta el viernes, el equipo de campaña de Sheinbaum seguía aún decidiendo si comenzar las giras en Oaxaca o el Estado de México, lugar este último políticamente emblemático, cuna de una dinastía del PRI —el Grupo Atlacomulco—, gobernado durante casi un siglo por ese partido, arrebatado por Morena en las pasadas elecciones del 4 de junio. Finalmente se decidió que fuese Oaxaca, lugar de nacimiento del presidente indígena Benito Juárez, enormemente admirado por López Obrador. Las fuentes consultadas apuntan a que hay cinco Estados considerados complicados para las aspiraciones de Sheinbaum, y en los que se prevé una campaña más intensa: Jalisco y Nuevo León, ambos gobernados por Movimiento Ciudadano; Chihuahua, una entidad al norte del país, muy distante de la capital y en la que gobierna el PAN; Baja California y Michoacán, donde, si bien gobierna Morena, los mandatarios han mostrado inclinación hacia otros aspirantes.
La exmandataria ha sostenido que el propósito de sus visitas a los Estados será “encontrarse con el pueblo de México”: “Vamos a tener asambleas informativas en todo el país, en distintos rincones del país; también vamos a reunirnos en encuentros ciudadanos con distintos sectores: con científicos, artistas, empresarios, académicos, cafetaleros, cañeros, campesinos, agricultores, ganaderos, maestros, es decir, vamos a iniciar este recorrido visitando territorios, pero también escuchando cómo se imagina el pueblo de México la continuidad de la Cuarta transformación; ese es el objetivo de estos recorridos”, dijo Sheinbaum la tarde del viernes, en su registro ante el partido como participante de la contienda interna.
La decisión del presidente López Obrador de que las corcholatas renunciaran a sus cargos como condición para participar en la encuesta de Morena les obliga a dedicarse de tiempo completo a buscar el apoyo popular, en un tipo de campaña a ras de suelo muy del gusto del mandatario, que se ganó un enorme reconocimiento y respaldo ciudadano por haber visitado los más de 2.500 municipios de México a lo largo de su carrera en la izquierda. Los siguientes dos meses probarán la habilidad, carisma y capacidad de arrastre de los aspirantes presidenciales, cada uno de los cuales, a su manera, ha intentado presentarse ante la militancia como digno heredero de López Obrador y guardián de la continuidad de su proyecto. Sheinbaum, que solo ha militado al lado del dirigente —a diferencia de los demás aspirantes, que han tenido a otros mentores políticos—, dijo durante su despedida como jefa de Gobierno, el jueves, que los ciudadanos pueden depositar en ella la tarea de “darle una verdadera continuidad a la transformación iniciada por el presidente López Obrador”.
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