La batalla contra la apropiación cultural irrumpe en el negocio de la Riviera Maya
La denuncia del Gran Consejo Maya contra la empresa turística Xcaret, una de las más grandes de la zona, escala el debate sobre la explotación del patrimonio cultural de los pueblos y comunidades indígenas
México ha mantenido en los últimos años una fuerte lucha para proteger el patrimonio cultural de sus pueblos originarios. El Gobierno ha criticado en varias ocasiones a marcas de diseño como Carolina Herrera o Shein, el gigante textil asiático, por el uso de diseños y elementos identitarios de las culturas indígenas del país. Pero no solo en el extranjero, también empresas turísticas como el Grupo Xcaret, de las más grandes de la Riviera Maya, han hecho costumbre su uso para atraer turistas. En las últimas semanas, esa historia idílica de la empresa nacida en 1990 con los elementos culturales se ha topado con la queja de un grupo de representantes del Gran Consejo Maya –el máximo órgano de representación maya en el territorio–, que denunció ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor (Indautor) las violaciones del patrimonio cultural de los pueblos y comunidades indígenas. El proceso administrativo entre Xcaret y la institución pública sigue abierto, pero la empresa ya ha retirado algunos elementos de su publicidad por precaución. La queja ha vuelto a reabrir una polémica constante, que mediáticamente ganaba fuerza con la apropiación de ciertos diseños y su uso en la moda o la artesanía.
Los representantes mayas basan su queja en la Ley Federal de Protección del Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas, una normativa aprobada en enero de 2022 que busca “proteger y salvaguardar” el patrimonio cultural y la propiedad intelectual de los pueblos y comunidades indígenas. La ley establece que solo los afectados pueden comenzar un pleito legal, por lo que la Secretaría de Cultura se limita a enviar cartas a las marcas cuando se dan situaciones así. El Indautor notificó de la queja a Xcaret el 11 de enero de este año, y hasta el momento, la empresa se ha mostrado positiva durante el proceso. “No hay decisión alguna por parte de la autoridad que atiende el caso y confiamos plenamente en las instituciones de nuestro país y en la buena fe para llegar a acuerdos positivos entre los que estamos en este tema en particular”, comentan a este diario fuentes de la empresa turística, que defienden que que la preservación del patrimonio es uno de sus pilares fundamentales.
La empresa es conocida por sus gigantes parques temáticos, los tours y los eventos que organizan de manera constante, pero también por sus tres hoteles de lujo en Quintana Roo. Las decoraciones de sus cuartos rememoran iconografías coloridas y detalles indígenas a través de elementos como cuadros o almohadas. Los turistas pueden visitar algunos de los cenotes naturales y artificiales que se despliegan por sus parques, pero también pueden observar recreaciones de rituales mayas entre las actividades organizadas. Este tipo de contenidos colindan con uno de los fines de la normativa aprobada hace un año: “[La ley busca] establecer las sanciones por la apropiación indebida y el uso, aprovechamiento, comercialización o reproducción, del patrimonio cultural, conocimientos y expresiones culturales tradicionales de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas”.
El equipo de Xcaret apunta a que son “sumamente respetuosos de la cultura maya”: “Debido a la región geocultural donde estamos ubicados, la cultura maya es de gran importancia y de alta estima”. Carlos Martínez, promotor cultural y defensor de Derechos Humanos de los pueblos indígenas, afirma que algunas empresas como Xcaret aprovechan el uso de los elementos culturales para sacar beneficio económico, y tilda como “violación” a esa utilización. “Hay un problema. Hacen representaciones culturales de manifestaciones religiosas de los pueblos. Utilizan elementos que forman parte de la cosmogonía de los pueblos. No respetan esos bailes, esas danzas que forman parte de su cosmovisión, que forman parte de su vida. Lo hacen un espectáculo”, comenta.
Martínez ha mostrado al mismo tiempo un constante rechazo hacia la normativa aprobada el año pasado debido, precisamente, a la limitación que representa para abrir un proceso legal: “Provoca la revictimización de los pueblos. A veces, desde el legislativo, se genera una violencia sistemática institucional. Es violencia porque ya es parte del sistema. Hacen una ley por cumplir mediáticamente, pero saben que no va a tener ningún alcance. La violencia viene del legislativo, porque no llega nada los pueblos”. El defensor de Derechos Humanos trató de encontrar, sin resultados, las veces que el Indautor se había apoyado en la ley federal para judicializar algún tema. “[La norma] no sirve de nada, no se ha infraccionado a nadie desde que se creó la ley. A los cuatro o cinco meses de su publicación [en junio o julio del año pasado] hice un cuestionamiento a través de transparencia, y me respondieron que todavía no habían infraccionado a nadie”.
Hace cuatro años, el diseñador de Carolina Herrera Wes Gordon se inspiró en los colores y el espíritu alegre de Latinoamérica para lanzar la colección Resort 2020. México acusó al trabajo de la modista venezolana de apropiación cultural, reavivando una vez más esa polémica constante. En 2022, nació la ley, en la que solo los afectados pueden comenzar un pleito legal. “Las violaciones [a estas culturas] se cometen a diario. En todas las tiendas departamentales encuentras productos chinos con iconografía mexicana, con motivos culturales de los pueblos originarios”, defiende Martínez. El equipo de Xcaret continúa tranquilo en un proceso administrativo que todavía sigue abierto. El Indautor revisa el caso.
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