Planes caseros con niños: sembrar plantas en los balcones
¿Por qué no convertimos nuestras terrazas en experiencias sensoriales para los más pequeños? ¿Por qué no les acercamos la naturaleza y les enseñamos a cuidarla con mimo?
Jazmines, gardenias, rosas, buganvillas, margaritas, hibiscos, naranjos, limoneros o plantas aromáticas como el tomillo y la hierbabuena. O para los que no tienen mucha mano: aquellas resistentes y fáciles de cuidar como los troncos de Brasil, los potos, las cintas y el aloe vera. ¿Por qué no convertimos junto a nuestros niños y niñas los balcones en experiencias sensoriales? ¿Por qué no les acercamos la naturaleza y les enseñamos a cuidarla con mimo?
Las plantas trabajan la paciencia de los peques, la constancia y el cuidado, la sensibilidad y la tranquilidad. Así que, ¡menos pantallas y más macetas! Sagrario Pinto y M.ª Isabel Fuentes son autoras de Las plantas (editorial Anaya) un precioso libro infantil que revela buenos secretos de la flora. A M.ª Isabel Fuentes le encantan las plantas porque ayudan a seguir en contacto con la naturaleza, a no romper ese vínculo con ella aunque vivamos en una gran ciudad. Nos falta verde y nos sobra asfalto.
Pinto cuenta que los niños pueden aprender por observación directa cómo nacen, crecen y dan sus frutos las plantas. Afirma que es buena forma de ir haciéndoles responsables en el cuidado así enseñarles tareas diversas como plantar, regar y podar. “Les permite ir poco a poco ampliando su círculo de conocimientos: conocer el nombre de las plantas, su clasificación, cómo hacer que se hagan grandes o sobre los propios ciclos de la naturaleza”. El cuidado de un balcón verde puede pausar las prisas y compartir espacio (y tiempo) de calidad entre familiares.
Las flores y las hortalizas también son amigas de la creatividad y el juego: “Con los nombres de las plantas pueden divertirse haciendo adivinanzas; el colorido les puede inspirar en la creación de obras de arte y sobre la cantidad de tierra, agua o abono que necesitan les puede permitir ser más ágiles con los problemas matemáticos”. Para las autoras los niños y niñas mejoran su desarrollo cognitivo y emocional cuando cuidan de lo verde: “Aumentan su creatividad, son más observadores, muestran una mayor capacidad de razonamiento. Son más colaboradores y solidarios”.
Sobre qué plantar
M.ª Isabel Fuentes recomienda primero empezar por las más fáciles de germinar. “Para que vean el proceso de crecimiento desde el principio sería fantástico plantar legumbres como las lentejas, judías o garbanzos; o incluso una patata o un aguacate”. Las plantas de fácil cuidado que empleamos habitualmente para cocinar como el perejil y la albahaca también son buena idea y nos permitiría enseñarles a cocinar con condimentos naturales una vez crezcan. Podríamos, por ejemplo, desde hacer una pizza hasta preparar un pesto.
Las autoras añaden: “En la terraza pueden plantarse tomatitos cherry y un pequeño limonero, que despertarían su gusto por la alimentación sana”. Por su espectacularidad, un girasol es una buena opción y para atender las sensaciones de relajación y bienestar las plantas aromáticas son especiales. “La lavanda es maravillosa porque incluso después se pueden hacer jabones o saquitos de perfume”, dicen.
Experimentos con plantas
Sagrario Pinto anima a las familias a realizar sencillos experimentos como es el del teñido de un clavel blanco poniendo el tallo cortado en agua coloreada. “Este experimento se fundamenta en la transpiración y en la acción de capilaridad para que el agua coloreada suba a través del tallo y tiña la flor”.
Otro experimento es comprobar la necesidad de luz que tienen las plantas. Se construye un laberinto dentro de una caja de cartón con un agujero en la parte superior. “Si colocan una planta en la parte inferior de la misma, verán como la planta se abrirá camino y crecerá siempre en la dirección de la luz”, afirma.
Pinto asegura que a las plantas les gusta mucho que se fijen en ellas: “Seguro que les encanta posar como modelo para pintar un bodegón, ya sea a la manera de Renoir, Frida Kahlo o Van Gogh”. Así que, papel blanco, muchos colores y mirada fija al balcón llena de vida.
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