Qué hacer cuando tu hijo adolescente no quiere ir de vacaciones con la familia
Los jóvenes tienen planes, gustos y horarios diferentes a los de sus padres, pero es posible conseguir pasar tiempo juntos si se planifica con antelación y se pactan alternativas, como que se venga un amigo con ellos o que lleguen días más tarde al lugar de veraneo
Llega el ansiado descanso estival, pero también el complicado momento de conciliar el tiempo de ocio veraniego con el de los hijos adolescentes, que no siempre coincide con el gusto del de sus padres. De forma que, los días del paréntesis más largo del año, pueden teñirse de tensión para agrupar a toda la familia en torno a las vacaciones veraniegas. “Se puede desencadenar una auténtica batalla de propuestas y negociaciones con los hijos de edades comprendidas entre los 14 y los 16 años, porque hay una discrepancia sobre el concepto del ocio entre padres e hijos”, explica Pilar Muñoz, psicóloga infantojuvenil con más de 32.000 suscriptores en su canal de YouTube.
Las razones por las que surge el desacuerdo varían según cada joven. “La adolescencia es el momento de la vida en el que se busca una mayor identificación y contacto con los iguales y eso influye a la hora de buscar compartir tiempo libre en común con la familia”, matiza Muñoz. “Los jóvenes necesitan más movimiento, por ejemplo, no les apetece pasar la mañana en una hamaca en la playa. Es la época de la vida de explorar y buscar nuevas sensaciones”, explica la experta. La rebeldía característica de esta etapa se refleja en llevar la contraria a los adultos. “Necesitan novedades y alternativas diferentes, por ejemplo, si los padres dicen que no vayan a un pueblo cercano, lo van a hacer, pero si han desarrollado seguridad y responsabilidad sabrán solventar los imprevistos. Los padres no pueden evitarles el coscorrón, pero sí poner un colchón para que no sea tan fuerte”, aclara la especialista.
Los primeros romances juveniles también son una causa que puede frenar y dificultar el disfrute de unas vacaciones estivales en familia. “Resulta habitual que los adolescentes enamorados no quieran dejar a su pareja, por muy atractiva que sea la propuesta vacacional de sus padres”, destaca la especialista. “También hay costumbres gregarias de los jóvenes, como programar durante el año un calendario de asistencia a conciertos de temporada, que condicionan la escapada familiar en verano”, añade la experta.
Diferentes ritmos y ocios para padres e hijos
Es común que los horarios de los adolescentes y sus progenitores no resulten compatibles. “Los ritmos a estas edades pueden ser totalmente secantes con los de la familia, porque pueden coincidir solo un momento del día, como puede ser la hora de cenar. Y cuando los padres se van a la cama, los jóvenes se activan y comienzan a usar la tecnología para interactuar con sus iguales”, continúa Muñoz. Esta psicóloga profundiza en las alternativas diferentes de ocio en verano, según la edad: “Los padres disfrutan de la playa, un helado o un paseo, pero los jóvenes tienen otros gustos, que precisan más variedad de planes y con horarios distintos, porque suelen estar más activos por la tarde”. Los menores suelen tener un concepto diferente sobre las vacaciones estivales. “Para los padres pueden resultar el balón de oxígeno más ansiado de todo el año y, sin embargo, los jóvenes lo consideran una época más de tiempo libre, de las muchas que tienen, como en Semana Santa o en Navidad. Además, cuentan con más días libres en verano que los adultos”, recuerda la especialista.
La dinámica del resto del año entre progenitores e hijos adolescentes condiciona el desarrollo del descanso veraniego. “Si no hay tiempo para la comunicación, al llegar el tiempo de compartir momentos en común se puede producir el encuentro entre desconocidos y haber malentendidos. Por ejemplo, que los padres crean que sus hijos quieren ir de vacaciones, pero ellos no pretendan hacerlo donde todos los años o con los planes de siempre”, advierte la experta. Ella hace hincapié en que nunca se debe dejar solos a los jóvenes durante las vacaciones, por mucho que aseguren que son autónomos para cuidarse. “No hay que olvidar que se trata de menores y pueden hacer fiestas o molestar a vecinos, además de existir riesgo de accidentes domésticos, como incendios”.
Gestionar la reunión familiar estival
Las complicaciones que pueden surgir al planificar el ocio veraniego en familia se pueden minimizar gestionando con antelación ese tiempo libre: “Se puede llegar a pactos antes. Por ejemplo, con propuestas como ir unos días más tarde a la playa, a cambio de que los jóvenes vayan con sus padres”, prosigue Muñoz. Esta psicóloga define el concepto de vacaciones para todos: “Cambio de actividad, descubrimiento de nuevos lugares o personas y tiempo para interactuar”. Otras posibilidades para que el adolescente se incorpore al plan familiar es invitar a un amigo. “También puede ser viable que se queden en casa de otros familiares, como abuelos o tíos, así como hacer un intercambio con iguales de otros países, como un curso de idiomas”, propone. “Lo importante es tener claro que los adolescentes no quieren fastidiar con su actitud de rebeldía, sino que están creciendo y madurando”, matiza la experta.
Sin embargo, el adolescente no siempre se muestra reticente a pasar las vacaciones veraniegas en familia. “Depende de cada caso y de cómo se gestionan las actividades y el ocio para satisfacer las necesidades de todo el grupo”, asegura María José Lladó, psicopedagoga y fundadora del grupo de atención psicológica Acimut Bienestar. “Es un período en el que se pueden fortalecer vínculos afectivos y acordar los espacios necesarios privados y comunes para que todos los miembros de la familia puedan disfrutar”, destaca. Esta psicóloga asegura que cuando los adolescentes se sienten integrados e incluidos en las dinámicas familiares no se niegan a ir de vacaciones. “Si se respeta la privacidad de joven, la relación con sus progenitores puede mejorar notablemente. Hay que comprender que necesita su espacio personal para sentirse cómodo y madurar”, explica. Y recomienda que los padres cumplan el papel de crear un espacio seguro donde el adolescente pueda expresarse con confianza y sentirse partícipe de su grupo familiar.
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