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Perros para combatir el absentismo escolar entre los adolescentes vulnerables

Un proyecto con 32 jóvenes del municipio de Parla que habían abandonado la educación obligatoria refleja que la colaboración con los canes les ha ayudado a prestar más atención, desarrollar la empatía y sentirse útiles

Perros y niños
Un can no es solo un animal de compañía. Son seres sociales que empatizan con las personas y son capaces de ayudar a cumplir ciertos objetivos.mixetto (Getty Images)

La intervención asistida con perros mejora el comportamiento y la motivación para asistir a clase de menores que han abandonado los estudios antes de finalizar la educación Secundaria. Así se recoge en la memoria interna de 2023 redactada por la Fundación Valora, organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo es ayudar a los más vulnerables, en colaboración con la Cátedra de Animales y Sociedad de la Universidad Rey Juan Carlos. Un proyecto de trabajo que se ha desarrollado durante dos cursos escolares (2021-2022 /2022-2023) y que iba dirigido a jóvenes entre 15 y 17 años de un Centro de Formación y Atención Socioeducativa en Parla (Madrid). “Es el primero que hacemos para este colectivo de menores y los resultados han sido muy buenos”, explica Nuria Máximo Bocanegra, directora de la Cátedra.

Hace dos años, el Ayuntamiento la localidad madrileña se puso en contacto con los investigadores de la Cátedra Animales y Sociedad, que estudian el vínculo humano-animal, para intentar poner en marcha un proyecto que aunara a los menores con fracaso escolar y a los perros del Centro de Protección Animal de Parla (CPA). De ahí salió la colaboración con Perruneando, una asociación especializada en educación canina y en intervención asistida con perros que dirige David Ordóñez Pérez, coordinador del único máster en España de Intervención Asistida con Animales, en la Universidad de Jaén.

Estos perros, con unas características especiales, entre ellas que les guste estar con las personas, acompañan a las monitoras en las clases teóricas de adiestramiento en el aula de compensación educativa de la Fundación Valora y las prácticas se hacen con canes abandonados en el CPA. El objetivo de este programa, Echando una pata, que dura cuatro meses para cada grupo, es que los menores sean agentes de cambio: “Que se sientan útiles, porque son ellos los que van a ir a ayudar a otros que están en situación de abandono”, explica Carolina Millán, terapeuta ocupacional y experta en Intervenciones Asistidas con Animales en Perruneando.

Un can no es solo un animal de compañía. Son seres sociales que empatizan con las personas, capaces de ayudar a cumplir ciertos objetivos educativos, sanitarios o sociales con enfermos o también, como en este caso, con menores en vulnerabilidad social. Así lo explica Máximo, que asegura que el cambio de los alumnos que han participado ha sido positivo: “Son chicos que cuesta que se enganchen a las formaciones y que acudan todos los días y con este proyecto lo han conseguido”. Algo que confirma Noelia Costa, una de las profesoras del aula de compensación de Valora: “Les decíamos que si no se portaban bien nos los llevábamos la semana siguiente a Perruneando, y funcionaba”.

Finalmente, han sido 32 los jóvenes, de entre 15 y 17 años, los que han participado hasta la fecha en el proyecto. Las actividades se han hecho en cuatro grupos, de ocho participantes cada uno, según informa la Fundación Valora. Los adolescentes presentaban una gran desmotivación por todo lo académico, con desfase curricular o absentismo y con problemas personales o familiares, según las mismas fuentes. Pero este programa, que compaginaban con sus clases de peluquería o de reparación de equipos informáticos en esta Fundación, les ha ayudado a implicarse más en los estudios, a ser puntuales y a no faltar a clase.

La educadora canina Mónica Kern trabaja con un perro en el proyecto Perruneando.
La educadora canina Mónica Kern trabaja con un perro en el proyecto Perruneando.Fundación Valora

España es el tercer país con más abandono escolar de la Unión Europea, precedido por Rumanía e Islandia, según datos Eurostat. De hecho, durante 2022 los jóvenes que abandonaron la educación obligatoria aumentaron en 0,6 puntos, según datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Pero a los chavales involucrados en este programa el vínculo que crean con los perros les ayuda a mejorar su comportamiento y su actitud, “lo que para nosotros se valora más que lo académico”, asegura Costa. Algo que varios investigadores de la Universidad del País Vasco, en San Sebastián, ya demostraron en un estudio publicado en 2019 en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health y titulado Dejando una marca, un programa de intervención asistido por animales para niños que han estado expuestos a la violencia de género: un estudio piloto (por su traducción al español). En su investigación apuntaban que la intervención con canes y adolescentes que habían sufrido algún trauma infantil mejoraba sus niveles de estrés y ansiedad y aumentaba la motivación.

Adiestrar para poder ser adoptado

Desde Perruneando les han enseñado conceptos básicos de educación canina. “Les hablamos de cómo acercarse a los perros, el lenguaje canino, que vengan o que caminen a su lado”, explica Millán. Esta terapeuta ocupacional sostiene que los alumnos se sienten útiles ayudando a otro colectivo vulnerable como son los perros abandonados porque, según ella, un can adiestrado es más fácil de adoptar. Durante el proyecto, trabajaban con distintos casos de estos animales, como el de Flora, una galga rehabilitada a la que iban a ahorcar y que todavía sigue siendo desconfiada y tímida. Para Millán ha sido sorprendente ver cómo respetan los límites que les marcas: “No hace falta repetirles cómo se tienen que comportar con ella, por ejemplo, y la capacidad que tienen de entender y empatizar con la situación de la perra, algo que con muchos adultos y profesionales no conseguimos porque les puede más sus ganas de ir hacia ella”.

También les han enseñado a hacer juguetes para perros o cómo relajar al animal —“lo que pasa, en una primera parte, por relajarse primero ellos”, asegura Millán—. “Los perros son muy emocionales y tienes que esforzarte para que quieran estar contigo”, añade Mónica Kern, educadora canina voluntaria en Perruneando. Una enseñanza que a muchos menores les ha servido también para conocerse a sí mismos y a sus compañeros: “Y así reflexionar sobre las etiquetas que se ponen a las personas y abrir la mente sobre la diversidad y cómo pueden ayudar a otros”, apunta Millán. De hecho, alguno ha vuelto al CPA de manera voluntaria para ayudar o ha denunciado a la Policía alguna situación de abandono de perros en su municipio. “Queremos enseñarles que ese sentimiento de rabia que pueden sentir hay que enfocarlo para bien y no para mal. Dirigirlo en hacer cosas buenas”, agrega esta terapeuta ocupacional.

Desde la Cátedra, Valora y Perruneando confían en que el proyecto continúe y que dure todo el curso que viene. “A los chavales, los cuatro meses se les quedan cortos”, apunta Costa. “Cuando consiguen el vínculo entre los adolescentes y los animales, el proyecto termina”, añade Millán. Por ahora no han recibido respuesta del Ayuntamiento de Parla, que ha sido el que ha financiado en su totalidad el programa estos dos años. “Cuando están con los animales son otras personas. Se vuelven empáticos y salen muchos valores que ellos creen que no tienen”, explica Costa, que espera que el proyecto pueda seguir adelante para ayudar a más menores con fracaso escolar.

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