Las bombas vuelven a Gaza: “Intentábamos olvidar el terror, pero de un momento a otro volvió”
La reanudación de los ataques israelíes frustra los intentos de los gazatíes por reconstruir sus vidas tras 15 meses de guerra y los sumerge en un profundo estado de terror y desesperanza


“Estamos todos devastados”, cuenta desde Gaza Norte Ahmed Al Daf, un joven gazatí de 25 años, un día después de que Israel retomara sus bombardeos contra la Franja tras poco menos de dos meses de alto el fuego con Hamás. “Lo ves en las caras de las personas: pálidas, sin vida, despojadas de cualquier espíritu”, agrega. Solo en la madrugada del martes, los ataques israelíes mataron a más de 400 personas, de las cuales al menos 183 eran niños, según el Ministerio de Sanidad gazatí. “Después de que pudimos respirar y decir, por fin terminó, comenzaron de nuevo a caer las bombas y con ellas el miedo, más intenso que antes”.
Ahmed dice que no sabe si llorar porque creía que la guerra se había terminado o porque ahora tienen que afrontarla de nuevo. “No solo tenemos hambre de comida”, dice refiriéndose a las dificultades a las que se enfrentan los gazatíes para conseguir suministros básicos; “sino de vida, de seguridad, de algo que nos haga sentir que podemos existir sin temer al siguiente momento”, sentencia en una serie de mensajes WhatsApp, el mismo método que han usado el resto de entrevistados para este reportaje.
Durante el alto el fuego, continúa Ahmed, la gente podía “por fin” respirar un poco. “Incluso si la vida era difícil, incluso si nuestros hogares estaban destruidos y los mercados estaban vacíos, estábamos intentando juntar los pedazos y olvidar el terror que reinó entre nosotros por tanto tiempo. Pero de un momento a otro, volvió”.
Para Malak Hussein, una joven gazatí de 24 años, los ataques son igual de incomprensibles y desconcertantes. Dice, desde Ciudad de Gaza, que no entiende nada de lo que está pasando a su alrededor. “Lo que sentimos ahora es indescriptible. No hay palabras para contar lo que hemos vivido y lo que estamos viviendo ahora. Tengo pavor de que se repita todo de nuevo”, cuenta Malak.

Entrado el segundo mes del alto el fuego, que coincidió con la llegada del Ramadán, el mes sagrado en el que los musulmanes conmemoran la primera revelación del Corán al profeta Mohamed, Malak se había acostumbrado de nuevo a despertarse con el llamado a la oración. La madrugada del martes, sin embargo, se levantó con el estruendo de las bombas.
“Estábamos durmiendo, esperando a que fuera la hora de la Zahora [la comida que toman los musulmanes antes de que salga el sol durante el Ramadán] y en vez de levantarnos con el sonido de la llamada a la oración, nos despertaron las bombas, el olor a sangre y la destrucción por doquier”, asegura.
Dice que no le teme a la muerte en sí misma, sino a las crueles maneras en las que puede llegar: “Temo morir desmembrada o ahogada bajo los escombros”, confiesa y agrega que ya no puede soportar otra pérdida de seres queridos. “Estoy exhausta, no me queda más energía”. El Ministerio de Sanidad gazatí cifra en 49.547 los muertos en Gaza desde el 7 de octubre de 2023, cuando comenzó la guerra en la Franja tras los ataques de Hamás en territorio israelí, que mataron a 1.200 personas y en los que otras 251 fueron secuestradas.
Desde el sur de la Franja, en Jan Yunis, Aws Albanna, un joven actor de 28 años, solo envía dos audios a través de WhatsApp, que a pesar de no contener una sola palabra, hablan con profundidad sobre lo que se vive en la Franja. Son 14 segundos en donde no se escucha nada más que los estruendos de las bombas. En uno de ellos se escuchan dos estruendos lejanos, en el segundo, silencio durante los primeros cuatro segundos y, después, una explosión que detona cerca del campo de refugiados donde está.
Más al norte, desde el campo de refugiados de Nuseirat, en la zona central de la Franja, Hosam Anwar, de 26 años relata: “Nos encontramos en una situación muy difícil. Es pavorosamente mala. Nos sentimos como en el día del juicio”. “De un momento a otro la puerta de nuestra casa explotó, se rompieron todas las ventanas”, asegura.
“Nadie está preparado para esto”
“Nunca estás listo para el retorno de la guerra, de las bombas, de la masacre de niños. Nadie está preparado para esto, ya no podemos soportarlo”, continúa.
Se siente completamente paralizado, en shock. Su madre, enferma desde hace meses, está internada en un hospital después de que la operaran. Mañana tendrán que salir de la casa donde están porque el dueño ya no se las quiere alquilar más, además de que sufrió algunos daños por los ataques.
“¿Tienes idea de lo que se siente al estar confundido entre gastar todo tu dinero para pagar la renta de la casa en la que vives o en comida que no satisface el hambre de tu familia después de este asedio?”, pregunta, desesperado. “No sé qué decir, espero que este mundo encuentre la paz algún día”, concluye.
Su deseo es el mismo que el de Ranin Alzeriei, otra joven de 23 años cuya casa fue destruida el 17 de octubre de 2023 en un bombardeo. Desde entonces está en el campo de refugiados de Deir Al Balah, en el centro de la Franja. “No entiendo qué está pasando o por qué está pasando, pero esto debe parar ya”, enfatiza.
Ranin perdió a uno de sus amigos en la madrugada del martes, en el “violento ataque que lanzó de nuevo la ocupación [Israel]” contra la Franja. “No estoy bien”, cuenta, y añade que recibió la noticia de que Israel lanzó una orden de evacuación para una zona cercana a su residencia actual, y que no sabe qué hacer, porque no tiene a dónde ir.
A veces le duele todavía la herida en su pierna izquierda que le ocasionó el bombardeo de octubre de 2023, un día del que todavía tiene el recuerdo del olor a sangre y los gritos de la gente a su alrededor. Resignada, exhausta y confundida dice: “No quiero nada, solo quiero que termine este genocidio”.
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