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La candidata de Macron repetirá como presidenta de la Asamblea Nacional en Francia

La elección supone un primer revés para el bloque de izquierdas que obtuvo el mayor número de escaños en las legislativas del 7 de julio

Yael Braun-Pivet
Yael Braun-Pivet, este jueves en la Asamblea Nacional.Sarah Meyssonnier (REUTERS)

El Nuevo Frente Popular (NFP), la alianza de izquierdas que quedó en primer lugar tras las legislativas en Francia, ha sufrido este jueves un primer revés. En una votación que marcó el inicio de la XII legislatura, la coalición que cosechó el mayor número de escaños tras los comicios anticipados no logró obtener la presidencia de la Asamblea Nacional. El cargo será ocupado por la diputada macronista Yaël Braun-Pivet, reelegida en el puesto con el apoyo de 220 diputados de los 577 que cuenta el Parlamento, gracias al trasvase de votos de Los Republicanos en la tercera votación. El voto, cuyo resultado fue incierto y muy reñido hasta el final ―el candidato del NFP ha obtenido 207 votos―, se desarrolló en un contexto político inédito y con un Gobierno en funciones. Seis candidatos se habían presentado para dirigir la Cámara baja del Parlamento, el cuarto puesto más importante del Estado francés.

Su reelección supone cierto statu quo en el hemiciclo, dividido en tres bloques tras las elecciones del 7 de julio: la izquierda, el centroderecha y la extrema derecha. Su candidatura no había sido apoyada por todos los miembros de la coalición presidencial. El partido Horizons ―la formación del ex primer ministro de Macron Édouard Philippe― había presentado otra aspirante, la diputada Naïma Moutchou, que dejó la carrera tras la primera votación.

Aun así, la victoria de Yaël Braun-Pivet es sin duda una buena noticia para el macronismo y un primer revés para la izquierda. Pese a ser la que más escaños tiene, la coalición de izquierdas, nacida en las legislativas para frenar el ascenso de la extrema derecha, no ha logrado beneficiarse del trasvase de votos del heteróclita grupo independiente LIOT.

La formación de Emmanuel Macron ha salido muy debilitada tras la decisión del mandatario de disolver la Asamblea Nacional y unas legislativas en las que perdió 80 diputados. En las últimas semanas no han sido pocos los analistas que han pronosticado el fin inminente del macronismo tras la inesperada victoria de la izquierda, agrupada en el NFP. Pero el resultado obtenido este jueves deja presagiar un reequilibrio momentáneo de las fuerzas a favor del bando presidencial y complica aún más la hipótesis de un Gobierno de izquierdas, como lleva reclamando desde hace semanas el NFP.

Mientras la izquierda reivindica su legitimidad para gobernar, apoyándose en particular en una tradición política que en principio obliga al presidente a nombrar a un primer ministro de la formación política que ganó las elecciones legislativas, aunque no figura en la Constitución, Macron ha declarado que esperaría a ver cómo se estructuraba la Asamblea Nacional para nombrar al sucesor de Gabriel Attal. El nuevo escenario desfavorece a la izquierda aunque ésta seguirá manteniendo su pulso don el macronismo para obtener Matignon. Mathilde Panot, de LFI, criticó duramente el resultado del escrutinio, que duró casi seis horas, y recordó que el NFP sigue siendo el “primer bloque político” del hemiciclo. “El pueblo francés exigía una ruptura”, insistió, pidiendo a Macron que nombre un primer ministro de la alianza de izquierdas y acusando a Braun-Pivet de haberse beneficiado de dos votos del RN en la tercera vuelta. André Chassaigne, el candidato comunista, afirmó por su parte que “el voto de los franceses fue robado por una alianza contra natura”.

La decisión de la que fue la primera mujer en acceder a la presidencia de la Asamblea Nacional en 2022 de volver a presentarse a un nuevo mandato ha suscitado un serio debate en el seno del movimiento macronista. Mientras algunos estaban convencidos de que su candidatura daría a pensar que el presidente no había tomado nota de la voluntad de cambio expresada por los franceses en las urnas, otros al contrario defendían que su continuidad en el cargo permitiría asegurar la estabilidad del Parlamento en un momento político inédito y convulso. “Las últimas semanas fueron extremadamente tensas”, admitió Braun-Pivet tras su elección. “Hemos visto un país preocupado, fracturado”, añadió, señalando que es consciente de la “inmensa responsabilidad” que tiene, con un Parlamento dividido en tres bloques ideológicos. La diputada, de 53 años, ha dicho que buscará el “diálogo” con las otras fuerzas políticas. “Me comprometo a trabajar con todos y cada uno de ustedes”, ha recalcado. La próxima sesión del Parlamento tendrá lugar este viernes por la tarde.

Ambiente tenso

Unos minutos antes de la votación, el ambiente era tenso a pesar de las sonrisas en los rostros de los diputados, demasiado conscientes de lo que está en juego, mientras atravesaban la sala de las cuatro columnas, repleta de cámaras de televisión, periodistas y analistas políticos, para acceder al hemiciclo. Dado que los grupos aún no estaban constituidos en el momento del voto, los diputados no han podido sentarse con sus compañeros habituales y se han visto obligados a hacerlo siguiendo el orden alfabético, lo que dio lugar a convivencias poco comunes como la de la líder del Reagrupamiento Nacional (RN), Marine Le Pen, junto al diputado de LFI Antoine Léaument ―quien había tuiteado por la mañana: “Si tenéis un mal día, recordad que yo lo pasaré sentado junto a Le Pen”― y otras imágenes de ver sentados juntos al diputado y candidato a la presidencia del Parlamento, Sébastien Chenu, y a la diputada de LFI y pareja de Jean-Luc Mélenchon, Sophia Chikirou. Curiosa fue también la estampa de un expresidente y ahora diputado, François Hollande, junto al disidente macronista, Sacha Houilé, quien intentó, sin éxito, crear un grupo con el ala izquierda del macronismo.

La tensión fue notable en el discurso de apertura de la sesión que presidió simbólicamente, por ser el miembro de más edad de la Asamblea, el diputado del RN José Gonzalez. El político de extrema derecha aprovechó la ocasión para arremeter contra LFI, aunque sin nombrar al partido, criticando la “agitación” impuesta en la legislatura anterior e instando a los diputados a “expresar sus convicciones con templanza” para no “contribuir a la división del pueblo francés”. En medio de los abucheos de los diputados, Gonzalez incluso se refirió a las “alianzas barrocas” surgidas durante las elecciones legislativas. “La Asamblea Nacional estará en el centro del juego político durante al menos un año”, concluyó el diputado, cuyo discurso solo fue aplaudido por la mitad del hemiciclo.

La animosidad entre LFI y el RN también fue palpable en el momento del voto en la primera vuelta. Los diputados de LFI se negaron a dar la mano al secretario de RN de la Mesa del Parlamento tras depositar su voto en la urna verde. Un gesto que solo secundó la macronista y ministra delegada del ministro de Agricultura en funciones, Agnès Pannier-Runacher, que tampoco le estrechó la mano por coherencia con el frente republicano.

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