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Y el frente republicano resucitó en las elecciones francesas. ¿Sobrevivirá?

El éxito del cordón sanitario contra Marine Le Pen revela un resorte profundo en parte de la sociedad francesa, pero su eficacia futura está en duda

Celebraciones tras los resultados electorales, este domingo en la plaza de la República, en París.Foto: YOAN VALAT (EFE) | Vídeo: EPV
Marc Bassets

Hay como un resorte particular que salta en el interior de muchos franceses cada vez que ven acechar el peligro. Para ellos, el peligro es la extrema derecha, partidos como el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen. Y este resorte —algo que viene de antiguo y que se mezcla con la convicción de que la democracia se defiende voto a voto— les lleva a elegir a candidatos alejados de sus ideas. Con un solo fin: impedir que el RN llegue al poder.

Es el frente republicano, un término fundamental en el diccionario político de la Francia contemporánea. En otros países lo llaman cordón sanitario. En Francia designa la unión de todos los que se consideran republicanos —de izquierdas, de centro, de derecha— ante quienes creen que amenazan la República. Y ese frente republicano, en las elecciones legislativas del 7 de julio, ha resucitado.

Se le había dado por muerto varias veces. Con los años se había debilitado. Para algunos había dejado de tener sentido, pues el RN se presentaba como un partido tan republicano como los demás. Y he aquí que el domingo se movilizaron ciudadanos de izquierdas que masivamente votaron a candidatos de centro y de derecha. Y —algo menos, pero también en masa— votantes de centro, y algunos de derecha, que eligieron la papeleta de candidatos de izquierdas.

Todo, por evitar que la extrema derecha lograse una mayoría suficiente en la Asamblea Nacional. Y lo lograron. El RN de Le Pen, vencedor en la primera vuelta de las elecciones el 30 de junio y favorito en la segunda, quedó en tercera posición, por detrás del bloque centrista adscrito al presidente Emmanuel Macron, y del vencedor en escaños, la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular.

Unos días antes, los líderes del centro y la izquierda habían ordenado que se retirasen de la contienda sus candidatos con menos posibilidades de ganar en las finales triangulares. Los votantes —dos tercios de los de izquierdas y la mitad de los del centro macronista— siguieron la consigna y votaron, respectivamente, a candidatos de centro o derecha y a candidatos de izquierdas para que no se impusiera el del RN.

Hay una crítica habitual al frente republicano, procedente del partido de Le Pen, pero no solo. Y es que el frente niega la representación de millones de franceses. En estas legislativas, el RN fue el partido más votado y, sin embargo, la unión de todos, o casi, en su contra, lo ha dejado de nuevo fuera del poder entre llamadas a defender la República.

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“La gente puede acabar viendo en ello la expresión, la clarificación de las relaciones de las élites con la democracia”, advertía, tras la primera vuelta, el politólogo Dominique Reynié, del laboratorio de ideas liberal Fondapol. “Es como decirles: ‘La democracia está bien, bajo la condición de que usted vote por mí. Si no, es un problema”.

Una parte importante del electorado francés, al menos un tercio, puede sentirse señalado, con la sensación de que se le veta la participación en el juego democrático. El riesgo del cordón sanitario es que acabe alimentando el voto extremista, aunque haya vuelto a funcionar.

Memoria histórica

Hubo motivos inmediatos en esta movilización del domingo contra Le Pen: sus errores de campaña y mensajes que reavivaron la identidad histórica de un partido con raíces en la ultraderecha xenófoba. Pero hay algo más: lo que el politólogo Vincent Martigny describe como “una memoria histórica por el hecho de que la última vez que la extrema derecha estuvo en el poder fue durante la II Guerra Mundial”.

“Estoy sorprendido de lo bien que ha funcionado el frente republicano esta vez”, celebra Martigny, profesor en la Universidad de Niza. “Ha funcionado mejor que nunca en su historia desde 2002″.

La fecha de 2002 fue el momento estelar del frente republicano. Jean-Marie Le Pen, padre de la actual líder del RN, se clasificó por sorpresa para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y eliminó al entonces primer ministro socialista, Lionel Jospin. Le Pen se enfrentaba al presidente Jacques Chirac, un conservador.

Millones de franceses de izquierdas creyeron que lo que estaba en juego era algo más que las diferencias tradicionales entre la izquierda y la derecha. Lo que estaba en juego era la esencia de República ante el ascenso de alguien como Le Pen, un ultra a la vieja usanza al que nunca le interesó el proceso de aseo ideológico en el que años después se embarcaría su hija.

Así que la izquierda votó por el conservador Chirac, y Chirac derrotó a Le Pen con un 82% de votos. Pasaron 15 años hasta que otra Le Pen, Marine, volvió a clasificarse para una segunda vuelta. Y Macron la derrotó con un 66% de votos. En 2017 ya no era tantos como en 2002, pero eran más que en 2022, cuando Macron salió reelegido, pero ya no llegó ni al 60%.

El frente republicano resucita en el momento en el que la llegada al poder del RN parecía más verosímil. Pero hay una novedad, según Martigny: “Esta vez no solo ha beneficiado a la derecha como sucedió en 2002, 2017 y 2022”. El experto identifica a Macron con la derecha, aunque el presidente siempre se ha presentado como un político “ni de izquierdas ni de derechas”.

“Para los electores de izquierdas”, continúa el politólogo, “desistir [de su preferencia en favor de un candidato republicano] es una costumbre que casi forma parte de su identidad cuando consideran que la extrema derecha está a las puertas del poder”.

“Pero ahora”, añade Martigny, “por primera funciona en el otro sentido. Es decir, la izquierda se ha beneficiado de un traslado de votos desde el centro y la derecha en proporciones diversas, menos importantes que en el otro sentido, pero aun así...”.

¿Funcionará en el futuro ese frente republicano? ¿O son estas elecciones su canto del cisne? “No lo sé”, responde Martigny. “Hace años que se le da por muerto y enterrado, que se dice: ‘es la última vez, no volverá a funcionar”.

En vísperas de la segunda vuelta, el historiador Pierre Rosanvallon avisaba: “Ahora los franceses se dan cuenta de que ya no basta con decir: ‘Hay que poner una barrera [a la extrema derecha]’. Todo el mundo ve que esta es la última vez en la que es posible expresarse con el lenguaje del frente republicano, y que ahora hay que hacer algo distinto”.

Porque sí: el frente republicano ha mantenido a Le Pen fuera del poder, y en esto ha vuelto a ser eficaz. Pero no ha evitado que en estas décadas suba y suba en cada elección, hasta el día que por su propia fuerza el cordón quizá se rompa para siempre.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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