Honduras extradita al expresidente Juan Orlando Hernández a Estados Unidos
El exmandatario es trasladado fuera del país desde una base aérea del Ejército hondureño. Enfrentará un juicio por narcotráfico y uso de armas
El expresidente hondureño, Juan Orlando Hernández, ha sido extraditado este jueves a Estados Unidos. El exmandatario se enfrentará a un juicio por narcotráfico, después de que una corte de Nueva York lo acusara de participar en una “conspiración” para facilitar el ingreso de toneladas de cocaína a territorio estadounidense y de recibir millones de dólares de organizaciones criminales de su país y México. Entre ellas se menciona al sanguinario Cartel de Sinaloa, que lideraba Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, quien cumple condena de por vida en una cárcel de máxima seguridad de Colorado.
La acusación ha sido preparada por la Corte del Distrito Sur de Nueva York y establece que Hernández usó las ganancias generadas por sus vínculos con el narcotráfico “para enriquecerse, financiar sus campañas políticas y cometer fraude electoral, incluso en conexión con las elecciones presidenciales de Honduras de 2013 y 2017″. Las autoridades afirman en el documento que a cambio de los fondos ilícitos, el exmandatario “protegió a los narcotraficantes, incluidos su hermano y exmiembro del Congreso Nacional de Honduras, Juan Antonio Hernandez Alvarado, alias “Tony Hernandez”. Tony Hernández fue sentenciado a cadena perpetua más otros treinta años de cárcel en marzo de 2021, tras se hallado culpable de cuatro cargos que presentó el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, relacionados con narcotráfico, incluyendo el envío de toneladas de cocaína a territorio estadounidense.
Las autoridades judiciales estadounidenses afirman que el exmandatario usó su cargo e influencia “para operar el país como un narcoestado, con el fin de enriquecerse y ganar y mantener corruptamente el poder”. Lo señalan, además, de haber “corrompido las instituciones legítimas de Honduras, incluyendo partes de la Policía Nacional, militares y Congreso Nacional”. Para la justicia estadounidense, Hernández se presentaba como un aliado de Washington en la lucha contra el crimen organizado, “mientras contribuía con sus cómplices a que Honduras se convirtiera en uno de los puntos de transbordo más grandes del mundo para la cocaína con destino a los Estados Unidos”.
Hernández se ha defendido en varias ocasiones de estas acusaciones. En una carta pública difundida por redes sociales el 28 de marzo, el exmandatario aseguró ser inocente y que su proceso de extradición es una “venganza de los carteles” por lo que considera su estrategia para hacerles frente mientras estuvo en el poder. Este jueves, tras ser enviado a Estados Unidos, su esposa, Ana García Hernández, publicó un video en Twitter en el que Hernández alega que ha sido sometido a un proceso judicial “de manera injusta”. El expresidente afirma en el video que “trabajé incansablemente con el propósito de recuperar la paz en Honduras. Dimos nuestro máximo esfuerzo por nuestra nación y es lamentable que aquellos que convirtieron a Honduras en uno de los países más violentos en la faz de la tierra quieran ser ahora héroes”.
El expresidente, de 53 años, fue trasladado esposado la tarde de este jueves en un helicóptero a una base militar desde una unidad especial de la Policía Nacional, donde permanecía en arresto preventivo desde el 15 de febrero, cuando fue capturado en su domicilio de Tegucigalpa. La Corte Suprema de Honduras falló a finales de marzo a favor de extraditar a Estados Unidos al expresidente, a quien Washington reclamaba para procesarlo por los vínculos con el crimen organizado. Estados Unidos también le había retirado la visa estadounidense e incluido en el listado de “actores corruptos y antidemocráticos”. “Estados Unidos está promoviendo la transparencia y la rendición de cuentas en Centroamérica al hacer públicas las restricciones de visa contra el expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández debido a actos corruptos. Nadie está por encima de la ley”, dijo hace unos meses el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken. Blinken marcó el camino al decir que Hernández se había involucrado de forma significativa “al cometer o facilitar actos de corrupción y narcotráfico, y al utilizar las ganancias de actividades ilícitas para campañas políticas”.
En su última entrevista antes de dejar el poder, la concedida a EL PAÍS el 22 de diciembre, Juan Orlando Hernández se defendió diciendo que era víctima de los narcotraficantes a los que había combatido durante años. Hernández insistió en que pagaba el precio de haberse atrevido a aprobar la extradición de capos y que la oficina antidrogas de Estados Unidos, la DEA, poseía grabaciones secretas que confirmaban su beligerancia contra los grandes cárteles de la droga. Menos de dos meses después de aquella respuesta, Estados Unidos llama a su puerta.
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