Israel reinventa su relación con Biden tras el fin de la era de Netanyahu
El primer ministro Bennett llega a la Casa Blanca con un plan alternativo al acuerdo nuclear con Irán
El ultranacionalista Naftali Bennett, primer ministro israelí desde hace poco más de dos meses, se somete este jueves en Estados Unidos al examen de aprobación del presidente Joe Biden tras las desavenencias acumuladas por su predecesor, el conservador Benjamín Netanyahu, en 12 años de mandatos consecutivos. Antes de partir desde Tel Aviv el martes, anticipó que va a presentar en la Casa Blanca un plan alternativo al acuerdo nuclear con Irán de implicaciones regionales y descartó que vaya a proponer la reanudación de las negociaciones de paz con los palestinos, suspendidas desde 2014.
Ante todo, Bennett peregrina por primera vez a Washington para obtener el espaldarazo estadounidense a su heterogéneo Gobierno de amplia coalición. Trae consigo una promesa de relaciones basadas en el pragmatismo y la neutralidad partidista frente al sesgo ideológico de Netanyahu, que acabó entregado a la causa republicana durante la Administración de Donald Trump. Para Biden, la presencia en la Sala Oval del líder de su más firme aliado en Oriente Próximo para reinventar el vínculo estratégico que los une puede representar también una buena noticia diplomática en medio del fiasco sufrido en Afganistán con la retirada de sus tropas.
“Hay una nueva Administración en Estados Unidos y hay un nuevo Gobierno en Israel. Acudo con un nuevo espíritu de cooperación”, declaró Bennett en la pista del aeropuerto Ben Gurion. “Voy a decirle al presidente Biden que este es el momento de detener la agresión regional de los iraníes y no de lanzarles una tabla de salvación con un acuerdo que ha quedado superado”, remachó antes de abordar el avión. El acuerdo nuclear con Irán, suscrito en 2015 por el demócrata Barack Obama, quedó en suspenso tres años después por decisión de Trump, alineado de lleno con los intereses de Israel. Con la llegada de Biden a la Casa Blanca, EE UU ha dado pasos para reactivarlo, aunque las conversaciones se hallan estancadas tras la elección del ultraconservador Ebrahim Raisí como presidente iraní.
Bennett anunció que tiene un plan para detener el programa nuclear iraní, que parece haber alcanzado ya un nivel de enriquecimiento de uranio del 60%. Aseguró que va a presentarlo en la Casa Blanca, con el fin de impedir la creciente influencia de Teherán en la región mediante el despliegue de milicias chiíes en Siria, Líbano o Yemen. Pero no quiso dar más detalles antes de partir. El primer ministro ha sido algo más concreto en una entrevista concedida a The New York Times en la que ha defendido la “formación de una coalición con países árabes moderados para bloquear la expansión y las ansias de dominación” de Irán. Para ello Israel se ofrece a liderar un embrión de OTAN en Oriente Próximo como “garante de estabilidad, con voluntad de cumplir su misión de mantener esta zona más segura”, apostilló.
Para los analistas de seguridad, la retirada de EE UU de Afganistán y su prevista salida de Irak ofrecen a Israel la oportunidad de hacerse valer como única potencia regional militar fiable para Washington. “Estamos ante una encrucijada estratégica”, apunta el columnista Ben-Dror Yemini en Yedioth Ahronoth. Los históricos tratados de paz con Egipto y Jordania, los recientes acuerdos de normalización de relaciones con Emiratos Árabes Unidos y Baréin, y el acercamiento a Arabia Saudí reafirman la posición de aliado privilegiado con la que Bennett acude a la Casa Blanca.
En contrapartida, no es de prever que el primer ministro haga concesiones en Washington sobre la cuestión palestina, después de haber mantenido posiciones favorables en el pasado a la anexión a Israel de parte de Cisjordania y de dirigir el movimiento de los colonos de los asentamientos en territorio palestino ocupado. “Este Gobierno no va a ejecutar anexiones ni va a permitir un Estado palestino”, ha zanjado Bennett el debate en sus declaraciones a The New York Times, a la vista de la diversidad política de su Gabinete. Washington, sin embargo, pretende que Israel tome medidas concretas para mejorar la situación económica de Cisjordania y facilite la reconstrucción de Gaza, además de poner freno a la expansión de las colonias. Decisiones anunciadas hace pocas semanas para construir 2.200 nuevas viviendas en los asentamientos han quedado en suspenso ante su visita a Washington. La Administración demócrata proyecta revertir también la clausura del Consulado de EE UU en Jerusalén, que gestionaba las relaciones con los palestinos, ordenada por Trump en 2018.
Bennett busca la bendición de la Casa Blanca para verse reforzado al frente de un Gobierno con siete socios, al que su partido solo aporta una décima parte del complejo apoyo parlamentario que lo sostiene. Biden, que sufrió un grave desaire en 2010, cuando Netanyahu aprobó la construcción de asentamientos durante su visita a Jerusalén como vicepresidente de EE UU, quiere dejar atrás la era del anterior primer ministro, con quien mantuvo el último encontronazo en la escalada bélica de Gaza del pasado mes de mayo para forzarle a que aceptara un cese de las hostilidades.
Protestas palestinas y despliegue militar en Gaza
Coincidiendo con la visita de Bennett a EE UU, el Ejército se ha desplegado este miércoles en la frontera de Gaza ante una nueva marcha de protesta palestina. Un millar de manifestantes se concentraron en el área de Jan Yunis (sur de la Franja), donde lanzaron piedras y quemaron neumáticos. Las tropas respondieron con granadas de gases lacrimógenos, disparos de balas cubiertas de goma y fuego real en unos incidentes que causaron 14 heridos, la mitad por impacto de bala. Estos disturbios han tenido mucha menor intensidad que los registrados el pasado sábado en varios puntos de la línea divisoria, donde 41 manifestantes resultaron heridos de bala (uno de ellos perdió la vida tras ser evacuado), y un policía de fronteras se encuentra hospitalizado en estado grave tras haber recibido un tiro en la cabeza.
La aviación de combate israelí bombardeó el domingo posiciones de Hamás en la Franja y al día siguiente repitió las incursiones de castigo por el lanzamiento de globos incendiarios desde el enclave hacia campos de cultivo en Israel. El despliegue de la División de Gaza del Ejército había sido reforzado ahora con carros de combate, unidades de fuerzas especiales y francotiradores.
Entre marzo de 2018 y diciembre de 2019 miles de palestinos se manifestaron cada semana en la frontera del enclave costero para reclamar el fin el bloqueo israelí, impuesto en 2007 después de la toma del poder de Hamás en Gaza, y el derecho al retorno de los refugiados. Más de 300 gazatíes perdieron la vida a consecuencia de los disparos de francotiradores israelíes durante la oleada de marchas. El retorno de las manifestaciones a la frontera se ha producido tres meses después del alto el fuego alcanzado entre Israel y las milicias islamistas gazatíes, que puso fin a una escalada bélica que se prolongó durante 11 días y causó la muerte de 250 palestinos y 13 israelíes.
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