Biden: “Los afganos deben luchar ellos mismos por su nación”
Los insurgentes, que controlan ya nueve capitales de provincia de Afganistán, asedian la estratégica Mazar i Sharif
Los talibanes controlan nueve de las 34 capitales provinciales de Afganistán después de conquistar tres más en las últimas horas en el oeste y el norte, lo que ha provocado un éxodo de civiles. En la madrugada del miércoles conquistaron la ciudad de Faizabad, en el extremo noreste de Afganistán, informó un diputado local. “La pasada noche, las fuerzas de seguridad que combaten a los talibanes desde hace varios días fueron sometidas a fuerte presión. Abandonaron Faizabad y se retiraron [en los distritos vecinos]. Los talibanes han tomado la ciudad. Los dos campos han sufrido fuertes pérdidas”, declaró a la AFP Zabihullah Attiq, diputado de la provincia de Badajshán, de la que Faizabad es capital.
Faizabad le siguió a Farah, en el oeste, y a Pul-e Khumri, en el norte, que cayeron el martes. Desde el viernes, los talibanes han encadenado las conquistas: Zaranj (suroeste), Sheberghan (norte), feudo del célebre jefe de guerra Abdul Rashid Dostom, y sobre todo, Kunduz, la grand ciudad del noreste, así como otras tres ciudades septentrionales, Taloqan, Sar-e-Pul y Aibak.
El presidente de EE UU, Joe Biden, afirmó este martes que no se arrepiente de ordenar el repliegue de sus militares: “No me arrepiento de mi decisión” de salir de Afganistán, aseguró Biden. Los afganos “deben tener la voluntad de luchar” y “deben luchar ellos mismos por su nación”. Washington no oculta su frustración por la debilidad del ejército de Kabul, que los estadounidenses forman, financian y equipan desde hace años.
Los talibanes lanzaron esta ofensiva en mayo, al inicio de la retirada final de las tropas estadounidenses, pero su avance se ha acelerado en los últimos días con la toma de varios centros urbanos. La salida de las fuerzas internacionales concluirá para el 31 de agosto, veinte años después de la intervención a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
La violencia ha llevado a decenas de miles de personas a huir de sus casas en todo el país pues los talibanes están acusados de numerosas atrocidades en los lugares que han caído en sus manos. “Cuando hay dos hijas en una familia, toman una para casarla, cuando hay dos chicos, toman uno para la guerra”, afirma Marwan, joven viuda que huyó de Taloqan, entrevistada por la AFP en un parque de refugiados en Kabul. Abdulmanan, un desplazado de Kunduz, dijo que vio a los talibanes decapitar a uno de sus hijos, y desconoce si “su cuerpo ha sido comido por los perros o enterrado”.
Unas 359.000 personas han huido de sus hogares por los combates desde inicios de año, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Al menos 183 civiles perdieron la vida y 1.181 resultaron heridos, en un mes en las ciudades de Lashkar Gah, Kandahar, Herat (oeste) y Kunduz, informó el martes la ONU, que precisó que solo se trata de víctimas que han sido documentadas.
Mazar i Sharif
El portavoz de la diplomacia estadounidense, Ned Price, subrayó que las fuerzas gubernamentales son “muy superiores en número” a los talibanes, y que tienen “el potencial de infligir pérdidas más importantes”. “Esta idea de que el avance de los talibanes no puede pararse”, “no es la realidad en el terreno”, estimó. Los talibanes siguen asediando la ciudad de Mazar i Sharif. El martes atacaron los barrios de la periferia de la mayor ciudad del norte, pero fueron repelidos, según un periodista de la AFP en el lugar.
Si cayera, el Gobierno dejaría de tener control sobre el conjunto de esta región que tradicionalmente se ha opuesto a los talibanes. Mientras se libran combates en el norte, pero también en el sur en torno a Kandahar y en Lashkar Gah, dos feudos históricos de los insurgentes, Doha albergó el martes la primera de una serie de reuniones internacionales con representantes de Qatar, Estados Unidos, China, Reino Unido, Uzbekistán, Pakistán, Naciones Unidas y la Unión Europea.
El proceso de paz entre el gobierno afgano y los talibanes se abrió en septiembre último en Qatar, en el marco del acuerdo concluido en febrero de 2020 entre los insurgentes y Washington que prevé la salida total de las tropas extranjeras en Afganistán. Pero las negociaciones están en punto muerto. Pese a que las esperanzas son mínimas de alcanzar un resultado concreto, el emisario estadounidense Zalmay Khalilzad iba a exhortar a los talibanes a que “cesen su ofensiva militar y negocien un acuerdo político”.
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