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Los indios votan en Delhi en medio de un clima de creciente crispación

Miembros del partido del primer ministro Modi cargan durante la campaña contra las manifestaciones antigubernamentales en la capital de la India

Un hombre dispara contra manifestantes, el pasado 31 de enero en Nueva Delhi.
Un hombre dispara contra manifestantes, el pasado 31 de enero en Nueva Delhi. Danish Siddiqui (REUTERS)

Los votantes de Delhi, Estado del norte de la India (casi 20 millones de habitantes) donde se ubica la capital del país, Nueva Delhi, eligen este sábado su asamblea regional después de una de las campañas electorales más polarizadas que se recuerdan. Frente a las continuas movilizaciones contra las políticas tachadas de discriminatorias del Gobierno nacionalista hindú del primer ministro indio, Narendra Modi, miembros de su partido, el Bharatiya Janata Party (BJP), han atacado a manifestantes con mensajes en los que incluso se ha instado a utilizar la violencia. Durante las últimas semanas se han registrado dos ataques de radicales hindúes contra manifestaciones, a las que asisten en su mayoría musulmanes. 

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Las concentraciones pacíficas de mujeres en Shaheen Bagh, en el sureste de Nueva Delhi, han convertido este barrio en el epicentro de la batalla electoral. Siguiendo el clamor callejero que inundó India a finales de 2019 contra el nacionalismo hindú de Modi, este distrito de mayoría musulmana mantiene desde entonces protestas día y noche, sobre todo contra la nueva ley de ciudadanía, que permite solicitar asilo en India a migrantes siempre que no profesen el islam. Su persistencia ha hecho que el ministro de Justicia manifestase recientemente que el Gobierno está dispuesto a dialogar con las manifestantes. 

La crispación, no obstante, ha marcado la campaña en el Estado donde tiene sede el Gobierno central. El 31 de enero, un radical hindú disparaba al aire frente a las protestas, tan solo 24 horas después de otro nacionalista hiriese de un tiro a un manifestante durante otra concentración en Nueva Delhi. A estos dos ataque le han precedido mensajes sin duda hostiles desde las filas del partido que lidera el primer ministro Modi, con una presencia minoritaria en el Parlamento regional. El primer ministro indio ha cedido el protagonismo de campaña a su mano derecha y ministro del Interior, Amit Shah.

“Les daremos balas, no biryani [arroz indio]”, arengó a principios de mes en un mitin Yogi Adityanath, prominente miembro del partido de Modi. Monje extremista y líder del BJP en el vecino Estado de Uttar Pradesh, donde gobierna, la presencia de Adityanath en la capital fue otro mensaje enviado por el partido de Modi. “Si el BJP vence, acabaremos con las manifestantes en una hora. En un mes, no habrá una mezquita en pie”, dijo el pasado 28 de enero Parvesh Verma, diputado, miembro del BJP y candidato en el oeste de Delhi. Este, entre otros políticos del partido de Modi, fue amonestado por la comisión electoral, que ordenó además la retirada de tuits que incitaran a la violencia. Estos incluyeron ataques contra el actual jefe del ejecutivo de Delhi, Arvind Kejriwal, tildado de “terrorista” e instigador de las protestas.

Kejriwal, del Aam Aadmi Party (AAP) -Partido del Hombre Común-, no ha entrado en el juego sucio de sus adversarios y usa las redes con ingenio para que los ciudadanos evalúen su legado. Tras ganar el 95% de los escaños hace cinco años, el AAP parte con la ventaja de su éxito en el gobierno. En esta legislatura, ha invertido un cuarto del presupuesto en educación. Heredero del movimiento de indignación global anticorrupción, el AAP ha cumplido su promesa de acceso gratuito a servicios como agua y electricidad. Esto le asegura el apoyo de la clase desfavorecida -30% del electorado-. Queda la incógnita del voto escéptico a políticas sociales de la clase media-alta hindú, sobre la que el nacionalismo religioso del BJP deposita sus esperanzas.

La importancia de Delhi a nivel nacional es relativa. La capital solo envía siete de los más de 550 legisladores al Parlamento de India. Sin embargo, los primeros comicios de 2020 en la India están precedidos por derrotas del BJP en las elecciones de ocho Estados desde marzo de 2018, la última en Maharashtra y su capital, Bombay.

Tras la arrasadora victoria de Modi en las generales de mayo del pasado año, el Gobierno de India ha acelerado su programa político-religioso con la criticada ley de ciudadanía y la no menos controvertida división de Cachemira -único Estado indio de mayoría musulmana, fronterizo con Pakistán- tras eliminar su autonomía especial. Una vez cumplidas sus promesas ideológicas y con los peores datos económicos en medio siglo, el BJP necesita recuperar base electoral a nivel local.

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