La catástrofe de la explosión de Beirut reaviva las protestas contra el Gobierno
La policía responde con gases lacrimógenos a una manifestación que deja varios heridos. El presidente de Líbano plantea la posibilidad de que una interferencia externa como "un cohete o una bomba" pueda estar relacionada con la detonación
Las protestas contra el Gobierno libanés se han reavivado en medio del caos y la rabia por la devastadora explosión sufrida el martes en Beirut, en la que han muerto al menos 154 personas y han resultado heridas más de 5.000. Las fuerzas de seguridad libanesas utilizaron gases lacrimógenos en la noche del jueves para dispersar a decenas de manifestantes enfurecidos por la explosión en el puerto de la capital, que muchos ciudadanos achacan a la negligencia e incompetencia de las autoridades. El depósito que voló por los aires causando una onda expansiva que afectó a buena parte de la ciudad contenía 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenadas desde que fueron trasladadas desde un barco hace seis años.
Docenas de personas intentaron acceder al Parlamento libanés en una improvisada manifestación. Allí corearon las mismas consignas que los ciudadanos repiten desde el pasado octubre, cuando una nueva tasa para llamadas de WhatsApp desató la indignación popular. Exigen la dimisión en bloque del Gobierno, elecciones anticipadas, inmediatas reformas económicas y un sistema judicial independiente. Varios manifestantes destrozaron comercios y prendieron fuego a pilas de escombros que dejó la explosión, para terminar con el ya habitual lanzamiento de piedras contra la policía. Tras casi un mes de parón debido a la expansión del coronavirus y la lucha diaria por sobrevivir en un país en profunda crisis, las plataformas de activistas se han reactivado para llamar a una manifestación en la tarde del sábado en Beirut. Ante la creciente tensión, los organizadores confían en que sea “masiva”.
La asistencia a la protesta servirá como termómetro de la fuerza del movimiento de contestación civil tras la tragedia. Algunos activistas temen que las manifestaciones sean “violentas”. “Si la gente no baja a la calle, es un game over (final) para la revolución”, sentencia el abogado Ali Mrad, miembro de la Cooperativa 17 de Octubre (en referencia a la fecha en que estallaron las primeras protestas). Para este activista de 39 años, la responsabilidad de la explosión y sus consecuencias recae sobre el conjunto del sistema político, y no en un puñado de funcionarios del puerto ahora bajo arresto domiciliario mientras se investiga cómo estalló el depósito del puerto. “El sistema de Líbano reposa sobre el pilar político compartido por líderes confesionales y en el económico, con los bancos en el centro”, sostiene el letrado. “Ambos sistemas se han derrumbado incluso antes de unas protestas que tras la colosal deflagración han pasado de exigir reformas para pedir venganza”.
gTras nueve meses de protestas, ralentizadas en los últimos meses por la pandemia, los diferentes grupos de activistas no han logrado aún formar un frente unido que proponga medidas concretas para salir de la crisis. “Macron lo ha dejado muy claro: el sistema tiene que cambiar, pero no hay por ahora una alternativa sólida”, opina Rami Rajeh, miembro de la plataforma política de oposición Beirut Medinati. El presidente francés visitó el jueves Beirut y advirtió a sus dirigentes de que es hora de realizar profundas reformas para sacar al país de la crisis. “Nuestro objetivo es en las próximas dos semanas aportar esa alternativa concreta y crear un frente unido para debilitar al Gobierno”, apunta Medinati. Al tiempo que habla al teléfono, se escucha el tintineo de cristales convertido en banda sonora de la ciudad desde el martes. “El problema es que no hay alternativa viable para frenar la brutal crisis ni disponemos de los datos para analizar su magnitud debido a la opacidad del Gobierno, que ni siquiera ha dicho cuántas reservas de dólares quedan en el banco central”, critica el abogado Mrad.
La rabia desatada por la explosión se palpó el jueves durante el recorrido que hizo el presidente francés, Emmanuel Macron, por el barrio cristiano de Ashrafie, el más afectado por el incidente, donde cientos de vecinos le acompañaron al grito de “¡Revolución”, “¡Abajo el Gobierno corrupto!”, “No les deis ayudas a nuestros dirigentes!”. Además, los políticos y ministros libaneses que se presentaron en la zona siniestrada fueron recibidos con pedradas, abucheos y botellazos. La envergadura de la tragedia ha llevado a los libaneses a explicar también al mandatario francés su falta de confianza sobre la capacidad del Gobierno de realizar una investigación independiente sobre lo ocurrido y de gestionar la ayuda internacional prometida. “Os garantizo que la ayuda no caerá en manos corruptas”, prometió Macron delante de las cámaras.
La catástrofe y la falta de reformas ya está causando tensión dentro del Ejecutivo, formado a principios de años. El primero en renunciar a su cargo fue el ministro de exteriores, Nasif Hiti, el pasado lunes, mientras que el de Interior, Mohammed Fahmi, ha advertido de que dejará su puesto si “el comité de investigación no nombra a los responsables en los cinco días de plazo acordados”, a contar desde el martes, cuando se produjo el desastre. Este viernes, dejó su cargo la embajadora libanesa en Jordania, Tracy Chamoun, “en protesta por la negligencia, mentiras y robos del Estado”.
Si bien en un inicio el Gobierno libanés achacó a la mala gestión del almacén de nitrato de amonio al origen de la catástrofe, el presidente libanés, Michel Aoun, ha apuntado este viernes la hipótesis de una interferencia externa. “La causa aún no ha sido determinada. Existe la posibilidad de una interferencia externa a través de un cohete o bomba u otro acto”, declaró a medios locales, tras denunciar la negligencia de haber almacenado el material, muy reactivo con otras sustancias, durante años en el puerto. Por su parte, el comisionado estatal ante el tribunal militar de Líbano, Fadi Akiki, anunció que hasta el momento han sido detenidas 16 personas y sus cuentas bancarias intervenidas en el marco de las investigaciones, incluidos varios altos cargos de la autoridad portuaria.
El líder del partido-milicia chií Hezbolá, Hasan Nasralá, en un esperado discurso televisado, ha desmentido este viernes que Partido de Dios controle el puerto de Beirut o que hubiera armas de la milicia en el emplazamiento, y ha criticado la “explotación política” por parte de los que han intentado acusar a su formación de la tragedia, en la que han “caído mártires ciudadanos de todas las confesiones”, incluidos varios de sus seguidores y miembros. Hezbolá es una pieza clave en el Gobierno, que controla junto con su aliado chií Amal y el principal partido cristiano, el Movimiento Patriótico Libre. El líder chií ha instado a la cooperación y solidaridad y advertido contra “toda instigación sectaria”. Igualmente, ha asegurado que “el resultado de la investigación no debería llevar mucho tiempo” y ha dado la bienvenida a la cooperación internacional.
Mientras el jueves aumentaba la tensión entre la población, los equipos de rescate intensificaban la búsqueda de los más de 100 desaparecidos. “Una persona ha sido recuperada con vida y cuatro muertos”, aseguraba a este diario en la madrugada del viernes un oficial en el epicentro de la explosión entre un intenso trajín de grúas, ambulancias y equipos de rastreadores. Entre los fallecidos había un niño de tres años.
Varios puntos del puerto seguían humeando y aún se podían respirar los restos de gases liberados en el estallido. El ministro de Salud del país, Mohamad Hasán, ha dicho este viernes que al menos 120 heridos están en estado crítico y ha destacado que en algunos casos los cristales que saltaron por los aires tras la explosión en un radio de varios kilómetros han obligado a someter a los lesionados a “cirugías minuciosas”. Mientras se atiende a los heridos, prosigue el reguero de misas y funerales por las víctimas en los barrios más afectados.
La ayuda internacional quiere también aliviar la saturación del sistema sanitario, por lo que se han prometido cinco hospitales de campaña en la ciudad. “Lo que más necesitamos ahora mismo son hospitales de campaña en distintas zonas de Beirut”, ha indicado Hasán, que ha expresado también el temor a que los contagios de coronavirus, que superan los 5.000, se disparen en Líbano por la situación de emergencia en que se encuentra la ciudad siniestrada.
Las autoridades han declarado el estado de emergencia para Beirut y han liberado una partida presupuestaria de 100.000 millones de libras libanesas (unos 56 millones de euros) para afrontar el desastre.
Los presidentes de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y del Consejo Europeo, Charles Michel, han instado a los países de la Unión Europea a intensificar su apoyo a Líbano. En una carta conjunta dirigida a los líderes de la UE se muestran agradecidos por el “apoyo inmediato expresado por muchos” de los Estados y por la asistencia que ya ha sido facilitada, en particular a través del Mecanismo Europeo de Protección Civil, que fue activado justo después de la explosión. También se convocará una conferencia de donantes este domingo por videoconferencia. Además, el presidente del Consejo Europeo tiene previsto viajar este sábado a Beirut.
Bruselas teme una desestabilización en la región
La Unión Europea está decidida a volcarse en la ayuda con Líbano ante el riesgo de que la catástrofe del puerto de Beirut agrave aún más la situación de un país sumido en una profunda crisis política y económica. Bruselas teme que el nuevo golpe, que coincide con el azote de la covid-19, acabe desestabilizando de manera irreversible a un Estado que alberga que alberga el mayor numero de refugiados per cápita del mundo. La debacle libanesa complica aún más la situación del Mediterráneo, donde Europa afronta las amenazas de la guerra civil en Libia, de la creciente tensión con Turquía y del interminable conflicto de Siria.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se desplazará mañana a la capital libanesa para visualizar la solidaridad europea. Michel también representará a la UE en la videoconferencia de donantes que el presidente francés, Emmanuel Macron, tiene previsto realizar el domingo. Macron fue el primer líder mundial en desplazarse tras la explosión que el pasado martes devastó una buena parte de la capital libanesa.
Michel y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se han dirigido por escrito a los 27 países de la Unión para que “intensifiquen el apoyo a Líbano tanto en las necesidades inmediatas como con vistas a la reconstrucción a largo plazo del país”.
Michel y Von der Leyen recuerdan a los presidentes de Gobierno europeos que “Líbano es un país de importancia estratégica” para la UE. La Comisión calcula que el país ha recibido más de 1,5 millones de refugiados de Siria, un éxodo que supone casi el 30% de la población libanesa. “El mayor porcentaje del mundo”, recuerdan los líderes comunitarios en su misiva.
Desde el comienzo de la guerra siria en 2011, la UE ha facilitado a Líbano más de 2.300 millones de euros en asistencia financiera. “Pero ahora hará falta más que nunca con las dramáticas necesidades humanitarias y de reconstrucción que han surgido”, avisan Von der Leyen y Michel.
La Comisión ya ha movilizado 33 millones de euros en ayuda de emergencia tras la explosión del martes. Se trata de una partida que forma parte del paquete ya anunciado en junio, cuando la ayuda estaba destinada paliar los efectos de la pandemia y los recursos reservados para facilitar agua potable, equipamiento médico y material para higiene. Ahora parte de la asistencia tendrá que destinarse también a actuaciones de emergencia y a la protección de infraestructuras esenciales. Bruselas se muestra dispuesta a movilizar nuevos recursos financieros a medida que se verifiquen las necesidades sobre el terreno.
La Comisión también ha activado el Mecanismo europeo de coordinación civil, a través del cual ha coordinado el envío de 300 personas especializadas en tareas de rescate y de emergencias. / BERNARDO DE MIGUEL
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