El desarrollo de Dacia en Rumania, en la encrucijada
El futuro de la marca adquirida por Renault está estrechamente vinculado al cumplimiento de los compromisos europeos de Bucarest
Desde que el grupo Renault adquiriese la marca en 1999, Dacia se ha impuesto en el mercado de los vehículos de bajo coste. Actualmente inunda Europa con su gama de SUV Duster. La marca de coches rumana, que este año cumple 50 años, da muestras de una salud envidiable: sus vehículos se exportan a 44 países y sus ventas no dejan de aumentar -más de cinco millones de vehículos desde el resurgimiento de la marca en 2004-.
Este éxito industrial ha coincidido con la entrada de pleno derecho de Rumania en la Unión Europea. El efecto palanca ha sido considerable, aunque la compra de las fábricas por parte del grupo Renault provocase al principio despidos masivos. Actualmente, Dacia genera entre un 3% y un 4% del PIB rumano. La histórica fábrica de Mioveni, cerca de Pitesti (en el sur), se ha modernizado totalmente. Los subcontratistas y los proveedores de Dacia también han construido nuevas fábricas cerca de allí. La densidad del tejido industrial ha hecho que aumenten los sueldos. Y el nivel de vida es más elevado en esta zona que en el resto de Rumanía.
En Titu, a mitad de camino entre Mioveni y Bucarest, Renault ha construido un enorme centro técnico dedicado a la investigación y al desarrollo. Más de 600 personas, la mayoría de ellas ingenieros, trabajan para mejorar los vehículos actuales y para desarrollar nuevos modelos. Esta inversión demuestra la voluntad del grupo Renault de seguir desarrollando la marca.
Sin embargo, este desarrollo peligra por la falta de infraestructuras. Rumania, que este semestre ejerce la presidencia rotatoria de la Unión Europea —la Eurocámara ha financiado este reportaje—, solo ha utilizado el 19% de los fondos que le han concedido desde su entrada en el club comunitario para modernizar, entre otras cosas, su red de carreteras y de autopistas. Esta falta de infraestructuras influiría cada vez más en los costes de producción de Dacia, y los directivos de Renault se han quejado de ello. Si no se hace nada, los sindicatos temen que una parte de la producción se traslade a Marruecos, donde la mano de obra es más barata.
Si existen los fondos necesarios, ¿por qué no los utiliza Rumania? En realidad, el tema es muy sensible y muy político. Además, crea tensiones y desacuerdos entre Bucarest y sus socios. El uso de los fondos estructurales europeos, que ascienden a varios miles de millones de euros, está sometido a un control drástico de Bruselas que levanta susceptibilidades y acaba con las viejas prácticas al imponer un control estricto de las licitaciones para los mercados de la construcción.
Traducción: News Clips.
Este artículo se publica en el marco de la alianza de medios LENA.