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Argelia se asoma a un futuro sin el FLN, el partido que gobierna desde su independencia

Millones de manifestantes piden que el Frente de Liberación Nacional se disuelva y pase a los museos, mientras la formación se agrieta por su apoyo a Buteflika

Estudiantes argelinos se han manifestado este martes contra el Gobierno, un día después de que el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, anunciase su renuncia.
Estudiantes argelinos se han manifestado este martes contra el Gobierno, un día después de que el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, anunciase su renuncia. MOHAMED MESSARA (EFE)
Francisco Peregil

La Argelia independiente se construyó a partir de 1962 sobre la columna del Frente de Liberación Nacional (FLN), fundado en 1954, y la de su brazo armado, la Armada Nacional Popular (ANP). El Ejército, cuyo nombre oficial es la ANP, siempre fue el que puso y quitó presidentes. El FLN fue partido único hasta la reforma de 1989 y hegemónico desde entonces en los distintos Gobiernos de coalición. Ahora, millones de argelinos exigen en la calle desde hace seis semanas que el régimen se largue; que el Ejército deje de gobernar el país y que el FLN se disuelva y pase a los museos de historia. Cuando preguntamos a varios analistas si es posible una Argelia sin FLN, todos los consultados dan por hecho que sí.

El politólogo de la universidad parisina de la Sorbona Adlene Mohammedi explica que no hay que confundir el FLN con el poder. “El poder en Argelia es criptocrático, es decir, subterráneo, clandestino, oculto, difícil de acceder. Y no puede resumirse en un partido político, que por definición es legible, tiene estructuras identificables. El FLN es simplemente la principal herramienta utilizada por este poder, una entre varias”.

“En 1997”, explica Mohammedi, “los partidarios del presidente Liamín Zerual (1995-1999) fundaron el Reagrupamiento Nacional Democrático (RND), principal socio actual del FLN en la coalición de gobierno. En realidad, el Departamento de Información y Seguridad (DRS, por sus siglas en francés, los poderosos servicios secretos) han participado en la creación y financiación de varios partidos de la oposición”.

Adlene Mohammedi cree que el FLN no impresiona a nadie en Argelia desde hace mucho tiempo. “Yo pude comprobarlo en mi infancia, en los años noventa. Este partido solo es una inmensa máquina corrompida y sumisa al servicio del poder, sin contenido intelectual ni político. Su desaparición no cambiará nada. Algunos observadores sobrestiman la importancia que los argelinos conceden al FLN”.

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El escritor argelino Kamel Daoud escribió hace dos semanas en el diario Liberté: “Los jefes descolonizadores, o esos que reivindican esa condición, han hecho un partido de nuevos colonos. Hay que liberar al FLN, que liberó el país. ¿Cómo? Mediante su disolución. Inmediata, sin retraso ni aplazamientos. Disolver el FLN es liberarlo, restituirlo a la memoria colectiva, a todos los argelinos”.

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Después de que el jefe del Estado Mayor, Ahmed Gaid Salah, se pronunciara este martes a favor de la inhabilitación del presidente, Abdelaziz Buteflika, por motivos de salud, tal como recoge el artículo 102 de la Constitución, otras piezas clave del régimen siguieron sus pasos. Así lo hizo el RND, y después la Unión General de Trabajadores (UGTA), órgano sindical del régimen. Pero el FLN no pidió oficialmente la inhabilitación de Buteflika. Siguió debatiéndose en divisiones internas, al menos hasta el jueves por la tarde.

No es la primera vez que el FLN se encuentra entre la espada y la pared. En 1.995, en plena guerra civil, el partido participó en un grupo opositor llamado Plataforma de Sant’Egidio. “Se puede decir que el FLN fue durante un breve periodo un partido de oposición. Además, estuvo dividido en 2004 cuando el antiguo primer ministro Ali Benflis disputó las presidenciales a Buteflika”, recuerda Mohammedi. Tras la década negra de los noventa, que arrojó más de 150.000 muertos, llegó Buteflika al poder, en 1999. “Con el pretexto de instalar la paz y la concordia”, sostiene Mohammedi, “Buteflika contribuyó a degradar la política, a bloquearla. El FLN se disciplinó detrás de Buteflika. Para ser honestos, durante los años de la guerra civil los debates políticos eran mucho más estimulantes que desde la llegada de Buteflika”.

Hoy en día, algunos cuadros directivos del FLN e incluso su órgano mediático, el diario El Moudjahid, ya se han expresado a favor de la inhabilitación de Buteflika. Pero la sociedad civil se muestra muy recelosa ante esos militantes que ahora aplauden las protestas pacíficas de la calle. “EL FLN de hoy”, escribió Kamel Daoud, “es la lista exacta de gente que no debe tener más puestos de responsabilidad en este país, [la lista] de personas a descartar, de nombres que no hay que elegir jamás ni escuchar, de caras a las que no hay que confiar jamás”.

El jurista Ahmed Mahiou, antiguo profesor y decano en la facultad de Derecho de Argel, indica: “Hasta 1988 [época en que se produjeron revueltas en todo el país que terminaron con casi 200 muertos reconocidos oficialmente], el partido tenía una cierta legitimidad para representar al pueblo, a pesar de las derivas autoritarias del régimen. Después vino el multipartidismo y más tarde la década negra. A partir de 1999, el FLN y su clon, el RND se han apropiado del poder y de la renta petroleros. La corrupción se ha institucionalizado. Se ha promovido el culto a la personalidad de Buteflika, que ha sido indecente desde 2013, cuando sufrió el infarto cerebral. Y en cuanto al presente, yo creo que el partido que usurpa las siglas del FLN desde 1988 debe renunciar a ellas y elegir otro nombre. Hay que conservar las siglas en un museo”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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