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El último Lenin de Estonia

El Gobierno estonio es de los más activos en favor de una política de defensa común europea ante Rusia. La ciudad estonia de Narva, en el extremo oriental de la UE, es el espejo de la desconfianza entre los dos bloques

Con 60.000 habitantes, Narva es la última gran ciudad en el extremo oriental de la Unión Europea. Queda más cerca de San Petersburgo (Rusia) que de la capital estonia, Tallin. La ciudad es atravesada por un río detrás del cual, en la fortaleza de Iván el Terrible, construida en el siglo XVI, ondea una bandera rusa. Por el lado estonio serpentean los muros del castillo de Hermann, levantado por los daneses y ocupado por los caballeros teutónicos cuando competían, en pleno auge de su poder, por el dominio de la cuenca del mar Báltico. Hasta aquí se extiende hoy la frontera entre las dos civilizaciones.

La Narva estonia representa una mezcla de ambas. El castillo de Hermann alberga un museo donde se colocó discretamente el único monumento de Lenin en Estonia. Hasta 1991 se encontraba en el centro de la ciudad. Pero los políticos no sabían muy bien qué hacer con él. Los otros lenins que quedaban en Estonia fueron destruidos o depositados en almacenes. Pero en Narva, semejante proceder sería demasiado arriesgado. Hacía tiempo que Lenin, escondido cerca del museo, no hacía gracia a nadie; los rusos lo percibían como una difamación, mientras que a los estonios les habría gustado deshacerse de él.

En Estonia, que cuenta con 1,2 millones de habitantes, uno de cada cuatro ciudadanos es ruso. Este porcentaje alcanza en Narva el 97%. Los estonios nativos ocupan los principales cargos en el cuerpo de policía, de aduanas y de la Administración. Sin embargo, también ellos tienen que hablar ruso, o de lo contrario no se entenderían con los habitantes de la ciudad.

Rusos y estonios se encuentran todos los días durante los controles fronterizos en el puente, detrás del cual se sitúa la ciudad rusa de Ivángorod, cinco veces más pequeña que la Narva estonia. Aquí la vida se calmó cuando los que cruzaban diariamente la frontera con fines comerciales dejaron de dedicarse al contrabando de cigarrillos. Hace tres años, los estonios colocaron una alta barrera de vidrio en la parte del puente que quedaba en su lado. Antes, los pequeños contrabandistas pasaban por el lado ruso y dejaban caer el contrabando desde el puente en el extremo estonio, mientras abajo esperaba un cómplice que partía en un escúter con la mercancía.

También existen nuevas reglas en el paso fronterizo, donde tan solo unos pocos camiones hacen cola para cruzar la frontera. Los estonios han comprado con el dinero europeo un sistema que informa a los conductores de los camiones de cuándo será su turno para pasar el control fronterizo. Ahora, en los puntos de control de la ciudad, los conductores esperan un SMS de los agentes de aduanas con la información sobre su turno para cruzar la frontera. De todos modos, el tráfico disminuyó después de 2014, cuando la UE impuso sanciones a Rusia. Los aranceles prohibitivos hicieron que a los habitantes de Narva les dejara de salir a cuenta hacer compras en el otro lado.

Estatua de Lenin ante el castillo de Hermann en la ciudad estonia de Narva.
Estatua de Lenin ante el castillo de Hermann en la ciudad estonia de Narva.DeAgostini (Getty Images)
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El domingo 3 de marzo, durante las elecciones parlamentarias, llegaron a las urnas, como de costumbre, muchos votos con los nombres de los candidatos tachados y con una inscripción: "Nuestro presidente, Vladímir Putin". Ganaron los liberales, con casi el 30% de los votos, por delante del Partido del Centro, con el que están en conversaciones para una posible coalición. Pero la tercera fuerza es el Partido Popular Conservador de Estonia (EKRE), populista y de derechas, que llegó a hacerse con el 18% de los votos.

Solo la mitad de los residentes fijos de Narva tienen la nacionalidad estonia, y uno de cada cuatro, la rusa. Estos últimos tienen el llamado pasaporte gris. Este documento les otorga todos los derechos, excepto el de poder votar en las elecciones nacionales. Gracias a él no necesitan visado para entrar en Rusia. Cuando regresan de un viaje al este, señala Tanel Mazur, maestro de la única escuela secundaria estonia en la ciudad (las demás son rusas), “muchos saben que nunca tendrán en Rusia una vida como la que tienen en la Unión Europea”.

El alcalde de Narva, Tarmo Tammiste, admite que, en la ciudad, los rusos y los estonios no conviven, sino que viven uno al lado del otro. Leen periódicos diferentes, ven televisiones diferentes. Y ni él mismo sabe cómo integrarlos. “Se supone que los jóvenes rusos estudian el estonio y el inglés en la escuela, pero solo consiguen un dominio pasivo del idioma porque después, en el recreo, hablan solo en ruso”, explica.

La 'conversión' al estonio

Irene Käosaar, directora de la Fundación Integración, financiada por el Gobierno, es la encargada de llevar a cabo la misión de convertirlos al estonio. “El estonio es como Dios para nosotros", afirma. El Estado le asignó seis millones de euros para cursos de idiomas e intercambios escolares con el oeste del país. “Tenemos un problema con el personal. Nuestros maestros son los más mayores de todo el país; la media de edad supera los 55 años. No son capaces de reforzar el sentimiento de identidad europea”, se lamenta Käosaar.

Votantes en un colegio electoral de Parnu, el pasado 3 de marzo.
Votantes en un colegio electoral de Parnu, el pasado 3 de marzo.Ints Kalnins (REUTERS)

La ciudad pierde cada año un millar de habitantes. Algunos de ellos emigran al oeste y al sur del país, o al extranjero (principalmente a Finlandia). Nadie se preocupa de llenar el vacío que dejan.

La ley que da cuerda a Uber

En Narva se enojan porque los políticos usan su ciudad como una especie de cabeza de turco. En enero, un mes antes de las elecciones, el Gobierno introdujo una nueva ley según la cual las licencias de taxi se expedirían solamente a los conductores que manejaran el estonio. “Aunque es algo que se aplica a todo el país, estaba claro que afectaría principalmente a Narva. Ninguno de nuestros taxistas habla estonio. Los taxis gozan de popularidad aquí porque ofrecen precios competitivos frente al transporte público. Los niños los cogen todos los días para ir al cole porque cuestan 2,50 euros”, explica Sergey Stepanov, periodista de una radio local.

La consecuencia fue que, de la noche a la mañana, empezaron a proliferar los taxistas sin licencia bajo el auspicio de Uber, Taxify y Yandex. El iniciador del proyecto de ley fue el partido de derechas Pro Patria, que en las elecciones de principios de marzo competía por los votos con el EKRE. Este último se dedica a propagar una imagen de los rusos como una peligrosa quinta columna. Por su parte, la minoría rusa le considera un fascista. Las marchas de sus simpatizantes, en las que se emplean antorchas y eslóganes nacionalistas, causan terror.

La quinta columna o solo la red de corrupción

Mart Helme, el líder del EKRE, dice abiertamente: “Los rusos son demasiado vagos para aprender estonio. Por eso, que no se sorprendan si no pueden conseguir la nacionalidad”.

El alcalde Tammiste, cuando oye esto, pierde los estribos: “Mart Helme se puede ir a la m... Las personas no son animales de circo. Si impones algo a alguien por la fuerza, a lo mejor cumple la orden, pero no va a estar contento”. Señala que Narva y Estonia necesitan un proceso de cambio duradero que requiere de paciencia y diálogo. Él, sin embargo, tiene cada vez menos de los dos. La razón no reside solamente en la presión política que recibe por parte de los conservadores, sino también en los problemas en el seno de su Partido del Centro, acusado por varios escándalos de corrupción.

Justo el día en el que manteníamos esta conversación, los concejales de su anterior partido presentaron una moción de censura para echarlo. En seis meses, Tammiste perdió el apoyo de 20 concejales. Resulta que ocho de ellos votaron a favor de las resoluciones que fomentaban la cofinanciación de las instituciones municipales en las que trabajaban y que, a la vez, prestaban servicios a su favor. El Partido del Centro exigió que dimitiesen, pero ellos no solo no hicieron caso, sino que persuadieron a los otros 12 concejales para que renunciaran.

El sistema político y de negocios en Narva ha ido consolidándose a lo largo de los años. Edgar Savisaar, un antiguo líder del Partido del Centro, personifica este sistema. Anteriormente miembro de alto rango del Partido Comunista de la Unión Soviética, a partir de 1991 empezó a introducirse gradualmente en la política de la Estonia independiente, llegando a convertirse en primer ministro, el primero en ocupar el cargo.

Participantes en una manifestación organizada por el partido EKRE, de extrema derecha, en Tallin el 24 de febrero pasado.
Participantes en una manifestación organizada por el partido EKRE, de extrema derecha, en Tallin el 24 de febrero pasado.Ints Kalnins (REUTERS)

Con el Gobierno de Savisaar, el Partido del Centro firmó un acuerdo de cooperación con el partido de Putin, Rusia Unida, aunque el acuerdo fue suspendido posteriormente por el nuevo líder del partido. Ahto Lobjakas, un conocido analista político estonio, señala: "Muchos consideraban que este partido era un agente del Kremlin. La red de conexiones empresariales y políticas creada por Savisaar en el este del país era tan densa que se asemejaba al sistema en Transnistria [región en Moldavia], colonizada de hecho por los rusos”. Y añade: “El tiempo en que Savisaar estuvo al frente del partido, es decir, durante los dos primeros años posteriores a la anexión de Crimea, habría sido el momento perfecto para que Putin entrara en Estonia con sus hombres de verde y repitiera el guion ucranio. Sin embargo, es algo que no llegó a suceder”. Según Lobjakas, “esta oportunidad no volverá a darse. Putin no tendrá una segunda oportunidad”.

La arena europea

Estonia sigue siendo uno de los países más activos con respecto a la creación de una política de defensa común europea. Los políticos estonios ponen de relieve lo real que es la amenaza que representa la proximidad de su país a Rusia.

Pero el Parlamento Europeo, que ha financiado este reportaje, es otro de los escenarios en el que luchan por el apoyo tanto de los estonios que viven en el país como de los rusos. Yana Toom, una eurodiputada del partido prorruso El Centro, está considerada como una portavoz de los intereses rusos. El verano pasado criticó el informe del Parlamento Europeo que instaba a no utilizar el software de la empresa Kaspersky Lab, con el que el Kremlin tiene la posibilidad de infiltrarse en los ordenadores privados. Por otra parte, señaló que la compañía, en colaboración con Europol, contribuyó en realidad a que salieran a la luz muchos delitos en Internet.

En el otro extremo se sitúan los políticos del Partido de la Reforma de Estonia. Su eurodiputado Urmas Paet instaba el año pasado a mostrar "menos ingenuidad" hacia Rusia, lo que ha intensificado las actuaciones propagandísticas frente a los países de la UE.

“En el Parlamento Europeo tuvimos una exposición dedicada al punto de vista ruso sobre la guerra siria. Pero, ¿podemos imaginarnos una exposición similar en la Duma, que muestre la perspectiva europea sobre los acontecimientos políticos actuales?”, se preguntaba Paet.

Traducción: News Clips.

Este artículo se publica en el marco de la alianza de medios LENA.

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