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Austen Ivereigh: “Este Pontificado ha hecho emerger un fariseísmo católico insólito”

El autor de una de las grandes biografías sobre Francisco cree que sus reformas tendrán un enorme calado y que renunciará, como Benedicto XVI, cuando termine el proceso

Daniel Verdú
El escritor y biógrafo de Francisco, Austen Ivereigh.
El escritor y biógrafo de Francisco, Austen Ivereigh.

Austen Ivereigh es el autor de El gran reformador (Ediciones B, 2015), una biografía imprescindible para cuaqluiera que tenga interés en entender quién es el párroco argentino que llegó a ser Papa. Sin embargo, cinco años desupués del nombramiento de Francisco, el escritor se ha vuelto a embarcar en un nuevo libro que analizará sus cinco años de pontificado.

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Pregunta. Cinco años después, ¿entiende más cosas de aquella elección?

Respuesta. Lo que más ha destacado de estos cinco años es su determinación, su concentración total en lo que él ve como la necesidad de que la Iglesia cambie para llevar el evangelio al corazón de la humanidad contemporánea. Lo que está en discusión son dos cosas: exactamemte qué ha querido hacer con la Iglesia y para qué.

P. ¿Y bien?

R. Es el plan de la Iglesia latinoamericana, que se llama ‘ conversión pastoral’. Es la respuesta necesaria de la Iglesia a una sociedad líquida y tecnocrática. Ante el colapso de las instituciones, la disolución de los lazos humanos, la Iglesia tiene necesidad de volver a su mensaje central, que es la misericordia de Dios, y de responder con hechos concretos a las necesidades urgentes, tanto físicas como espirituales, especialmente de los pobres, los ‘descartados’ como él los llama. Y luego un cierto ‘no’ al intento de recuperar y de conservar espacios de influencia desde el estado y la sociedad. No es cambio de doctrina, pero sí un cambio de enfoque sustancial.

P. ¿De dónde viene su idea de la Iglesia?

Francisco ha intentado reformar la actitud de la Curia, para que deje de ser algo así como la sede central de una multinacional

R. El cambio relevante de estos cinco años es que la Iglesia latinoamericana es el centro dinámico, la fuente, de la iglesia universal. Hemos pasado de una iglesia todavía monárquica, algo imperialista, europea… a una Iglesia sirvienta global, como fue diseñada en el Concilio Vaticano II. Hay un cambio de época.

P. Parece que se eligió al Papa perfecto para estos tiempos de protestas.

R. Es que desde la Iglesia en América Latina se hizo un diagnóstico de la modernidad muy acertado, mucho más sofisticado que en cualquier otro lado de la Iglesia. Es impresionante el análisis que hicieron en la primera década del siglo 21. Y desde Buenos Aires Bergoglio estaba muy involucrado.

P. A veces se le ha acusado de populista, de no ser más contundente con determinadas inclinaciones de la política latinoamericana.

R. Si populista significa estar conectado con el pueblo, no hay duda. Tiene una empatía muy grande con la cultura popular, y sus propios instintos son, digamos, nacionalistas-populistas y no liberal-globalistas. Pero si populista significa el chavismo o el populismo de Evo Morales, de ninguna manera. Ha sido muy crítico con el intento de algunos populistas autoritarios de crear un mito de una Iglesia extranjera, colonial. El pueblo latinoamericano es en su esencia catolico y humanista.

P. ¿Cree que la reforma de la Curia ha llegado a buen puerto?

No dudo de que renunciará en el momento debido. Él ha dicho varias veces que Benedicto XVI ha cambiado la naturaleza del Pontificado

R. Antes que nada ha intentado reformar la actitud de la Curia, para que deje de ser algo así como la sede central de una multinacional. Los obispos que venían hace 5 años a Roma comentaban que se les trataba como súbditos recibiendo órdenes, pero ahora las congregaciones les preguntan cómo pueden ayudar. Además, como estrategia para que las reformas perduren, ha entregado al colegio cardenalicio la tarea de transformar la Curia. De modo que en el próximo cónclave ellos mismos pensarán en cómo deben ellos seguir con sus reformas.

P. ¿Los cambios en la Curia han llegado a ser relevantes?

R. Algunos dicen que ha cambiado muy poco en la Curia. Pero a mí me parece que los cambios son sustanciales. Nuevas congregaciones, entidades de supervisión de finanzas… está en marcha, es un proceso largo. En el tema de las finanzas, por ejemplo, no hay ninguna posibilidad de volver a los días oscuros del IOR. No volverá la época de Marcinkus, para entendernos. Pero es verdad que no han enjuiciado a muchas personas y de eso se queja Moneyval. La maquinaria judicial del Vaticano sigue siendo inefeciente a la ahora de procesar a los delincuentes y corruptos. Hay mucho camino que recorrer. Pero ahora las finanzas reciben una supervisión inimaginable hace 5 años.

P. ¿Cuál es la oposición real dentro de la Iglesia?

R. Este Pontificado ha hecho emerger un fariseísmo católico insólito. Una actitud ideológica de la fe muy aferrada a la idea de la continuidad de que nada puede cambiar, y una religión muy de reglas y de normas. Pero la furia que ha suscitado el Pontificado es una prueba de la necesidad de la conversión pastoral. La respuesta de demasiados católicos a los relativismos y a la liquidez ha sido un refugiarse en una idea de la Iglesia como una roca fuera del tiempo – una visión que se había descartado en el Concilio Vaticano II pero que parece que está muy viva aún. Tal vez ha florecido en los dos últimos pontificados. Este tradicionalismo no es capaz de evangelizar: es una estrategia de resistencia, no de renacimiento. Fue una de las cosas que más preocupaban a los cardenales en el último cónclave.

P. ¿Las reformas son irreversibles?

Benedicto vio todos los cambios que había que hacer y dio un paso atrás para dejar que la iglesia latinoamericana ocupara ese espacio

R. Nada es irreversible, pero él está buscando abrir un proceso que otros puedan continuar. En el fondo está sembrando para que otros cosechen. La conversión pastoral, que es el corazón de la reforma, creo que es irreversible, sí, porque al abrirse más al mundo en vias de desarrollo, la Iglesia cambiará. Nombra a cardenales y obispos que son pastores, y eso es el gran cambio. Es la transformación del clero. Porque en el fondo el poder del Papa es restringido. Puede cambiar la composición del colegio cardenalicio, determinar el criterio para nombrar a obispos, y la formación del clero del futuro, pero los cambios son de largo plazo.

P. ¿Cree que seguirá el mismo camino que Benedicto XVI?

R. No dudo de que renunciará en el momento debido. Él ha dicho varias veces que Benedicto XVI ha cambiado la naturaleza del Pontificado. Al principio hablaba de un periodo de 5 años, pero se ha dado cuenta de que su plan necesita más tiempo. Creo que necesita dos años más de consolidación de estas reformas y luego él elegirá el momento apropiado, si es que le falten fuerzas. Pero no antes, creo.

P. ¿Será una bisagra histórica?

R. Es el primer Pontificado de una nueva era global en la Iglesia. La bisagra fue Benedicto y Francisco es el pionero, el que ha abierto las puertas. Pero el que posibilitó el cambio fue Benedicto. Vio todo esto y no lo pudo hacer él mismo. Dio un paso atrás y dejó que la iglesia latinoamericana ocupara ese espacio, porque la europea, ocupada en argumentos infructíferos sobre la modernidad, ya no era muy capaz de evangelizar. La latinoamericana – joven, evangelizadora, pastoral, misionera – está lejos de ser perfecta, pero sí tiene esa capacidad.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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