El régimen de Venezuela liquida a la radio juvenil más rebelde
La emisora 92.9 FM, propiedad del grupo 1BC, que también tenía la clausurada Radio Caracas Televisión, ha sido sustituida por una emisora de música folclórica
"Imagínate que Pablo Iglesias, como hipotético jefe de gobierno español, decidiera expropiar la Cadena Ser o Cope y en su lugar ordenara colocar sardanas, muñeiras y flamencos", explica Jaime Nestares, director de la FM 92.9, la icónica radio juvenil de Caracas que ha sido clausurada la noche del viernes por órdenes del régimen de Nicolás Maduro. Casi a la misma hora una brigada de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), el brazo censor de los medios radioeléctricos se presentaba en la emisora Mágica 99.1 FM para notificarles su salida del aire por la falta de un formalismo necesario para operar. Con ambas emisoras Conatel suma 44 estaciones locales cerradas durante 2017.
Es una razón repetida. Al igual que hace ocho años, cuando Conatel, por órdenes de su entonces presidente Diosdado Cabello, cerró 32 radios, las organizaciones que defienden la libertad de expresión han vuelto a señalar que se trata de una arremetida generalizada contra los medios independientes, que aprovecha el vacío legal aupado por el régimen. Con la excusa de que las radioemisoras críticas no tienen al día su permiso para transmitir proceden a cerrarlas. La medida liquida de paso toda la programación incómoda para sus intereses.
A finales de junio el Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela (Ipys) había alertado "el cierre indiscriminado de espacios informativos y de opinión, de medios radioeléctricos urbanos y rurales durante el contexto de conflictividad que se ha registrado a lo largo de 2017". La organización contabilizó 41 emisoras radioeléctricas y un canal de servicio público clausurados en siete estados del país. "Conatel no ha explicado sus decisiones", aseguraron en un informe. Más de la mitad vieron interrumpidas definitivamente sus operaciones durante los cuatro meses de manifestaciones opositoras ocurridos entre abril y agosto.
El caso de 92.9 FM es quizá mucho más emblemático por varias razones. La principal es que el régimen mantiene una abierta disputa con sus propietarios, el grupo 1BC, que ha sido una de las pocas empresas de comunicaciones que decidió plantarle cara en sus informativos. En represalia, en 2007 el fallecido presidente Hugo Chávez no renovó la concesión de Radio Caracas Televisión (RCTV), la planta más antigua del país hasta entonces, y acabó con 53 años de historia. La razón es la misma que utilizaron para sacar del aire a 92.9 FM. La directiva del canal argumentó entonces que la medida era una represalia contra su crítica programación. Cuatro años después, RCTV, que había decidido seguir trabajando como un canal por suscripción, fue retirada definitivamente por Conatel debido a una supuesta violación de los reglamentos. Los directivos sumaron otra razón al expediente de persecución política que los ha llevado a obtener dictámenes favorables de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Pero además 92.9 FM era una iconoclasta emisora juvenil que estimuló en toda una generación la crítica y la ironía contra todo poder establecido. En medio de las restricciones a la libertad de información que promueve la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, la estación supo adaptarse a las leyes sin renunciar a la rebeldía. Cumplieron con la obligación de transmitir música folclórica venezolana, a pesar de que eran una estación de música rock y pop. Lo hicieron inventándose una sección, llamada "El bola jala", que contaba la historia de dos rockeros venidos a menos que trabajaban como obreros de la hacienda de un militar, al que todos llamaban "El jefazo". Al tiempo que ejecutaban las faenas campestres los peones debían escuchar como castigo las melodías de la región llanera que tanto le encantaban al comandante presidente Chávez. Era una abierta crítica a la provinciana visión de que solo el joropo, el ritmo local más recio, representa a los venezolanos.
A pesar de todo esto, recuerda Nestares, Conatel no impuso sanciones en los últimos cinco años a la radio. En su criterio el cierre tiene que ver con otros motivos. "No se puede desvincular esta medida del contexto de la restricción a las libertades que la dictadura chavista aplica en Venezuela. La dictadura necesita tener el control de los medios. La democracia se ha ido perdiendo en el país". A sabiendas del entorno hostil con la libertad de información y opinión, a pesar de que tenían vencido el permiso de transmisión, las radios del grupo eran proclives a darle cabida a las disidentes expresiones del público y a aquellos políticos opositores que eran censurados en la televisión nacional. Los dirigentes Henrique Capriles Radonski y María Corina Machado mantienen programas semanales en la estación informativa de 1BC llamada Radio Caracas Radio, la más antigua del país
Desde hace un lustro 92.9 FM estaba en un limbo. El régimen ignoraba la solicitud para renovar el permiso de transmisión. Suele asegurarse que de esta forma el chavismo gobernante fomenta la autocensura. Más allá de esto, Nestares observa que la medida en contra de su cabecera juvenil pretende afectar los ingresos por ventas publicitarias. Aunque eso ocurra, advierte, el cierre no los hará cambiar de opinión. "No existe nada más peligroso que ejercer las libertades. Nuestro compromiso está del lado de la ciudadanía, permitiéndole a la audiencia manifestarse. Nuestra filosofía es contar lo que otros no cuentan", reflexiona. Quizás en la forma cómo ocurrió el cierre también encuentren las fuerzas para seguir. En el dial donde se sintonizaba la emisora juvenil más rebelde de Venezuela se escucha ahora una corporación que solo promueve música llanera. La que tanto le gustaba al jefazo Chávez.
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