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Entrenamiento antiterrorista para turistas en Cisjordania

Miles de extranjeros visitan campos de tiro gestionados por exmilitares israelíes para vivir la experiencia del fuego real con fusiles de asalto

Uno de los ejercicios de técnicas antiterroristas en el Centro Caliber 3 de Cisjordania. En el vídeo, anuncio promocional del curso para turistas.
Juan Carlos Sanz

Después de visitar los santos lugares de Jerusalén hay familias extranjeras con hijos menores que aprovechan el viaje a Tierra Santa para flotar en el mar Muerto. Otras prefieren recibir un curso de adiestramiento antiterrorista en un campo de tiro gestionado por antiguos militares israelíes, en el que acabarán vaciando el cargador de un fusil de asalto con munición real. Por unos cien euros la entrada (70 euros para los niños), la Academia de Contraterrorismo y Seguridad Caliber 3, establecida para formar a los agentes de seguridad privada hace 14 años en Efrat —al sur de Belén, en el territorio palestino de Cisjordania ocupado por Israel desde 1967—, ofrece también cursos de iniciación para turistas que denominan Aventura a tiros.

En algo más de dos horas se incluyen simulaciones de un atentado suicida abortado en un zoco y de un ataque a puñaladas repelido por perros adiestrados. Además, hay clases de formación teórica en las que se exaltan los valores morales del Ejército de Israel y, por supuesto, un ejercicio final de tiro con balas de calibre 0.22. Los menores de 18 años tienen que conformarse con disparar bolas de pintura con armas de paintball.

En el polígono industrial de Efrat —un asentamiento del denominado bloque de Gush Etzion (Cisjordania, donde viven 400.000 colonos israelíes)— se palpa la diferencia entre los relajados guardas de seguridad del tranvía de Jerusalén o del aeropuerto Ben Gurion, que acuden a Caliber 3 a certificar su destreza con las armas, y los excitados turistas que llegan en autobuses al singular parque temático de entrenamiento antiterrorista. “Abrimos estas instalaciones para ofrecer algo distinto a quienes visitan Israel; no hay nada igual en el mundo”, se ufana Eitan Cohen, capitán de las fuerzas especiales en la reserva y líder del equipo de instructores que acompaña a un grupo de familias de judíos estadounidenses en el campo de tiro.

Media docena de centros especializados en el llamado “turismo de seguridad” han abierto las puertas en los últimos años ante la creciente demanda de los visitantes para observar de cerca las afamadas técnicas de combate y de reacción antiterroristas en Israel. La misma compañía de Efrat cuenta con otros dos campos de tiro en el norte de Israel y tiene previsto operar otros dos en Estados Unidos.

En vez de fusiles de asalto, los menores se tienen que conformar con armas de 'paintball'.
En vez de fusiles de asalto, los menores se tienen que conformar con armas de 'paintball'.Gali Tibbon

Cohen, nacido en Azerbaiyán hace 43 años, encarna la figura de un invencible comandante, al estilo de los héroes del videojuego bélico Call of Duty, ante los pequeños y adolescentes llegados de Chicago, Connecticut o Nueva York. Con ajustado uniforme de campaña, correajes y cartucheras surtidas, no se separa de su Uzi ultraligero, un refinado subfusil de 1,5 kilos de peso que puede llegar a disparar un cargador con 50 balas.

—¿Te gusta matar?—, le pregunta uno de los pequeños, embobado ante la presencia del exoficial de comandos.

—Soy un soldado— le responde en un diálogo que parece extraído de la película Rambo—. Mi trabajo es matar, pero mi deber es proteger.

Cuando el grupo de turistas norteamericanos llega hasta la zona de tiro, niños y adultos se encuentran ya completamente entregados a las órdenes del capital Cohen y de sus compañeros de armas. Alumnos de primaria y jubilados realizan frenéticas flexiones, salen corriendo a la carrera hasta situarse frente a las dianas y gritan: “Esh!” (¡fuego!), en hebreo antes de apretar el gatillo en un escenario de casquillos de bala. Entre 15.000 y 25.000 extranjeros visitan cada año las instalaciones de Caliber 3 en Cisjordania, situadas a 25 kilómetros de Jerusalén. Además del popular programa Aventura a tiros, los responsables del campo de adiestramiento ofrecen —previo pago de un suplemento— instrucción en rápel de combate o en Krav Maga, el agresivo arte marcial desarrollado por el Ejército de Israel, así como programas especiales para Bar o Bat Mitzvah, celebraciones judías familiares de la llegada a la madurez religiosa de los jóvenes, mientras aprenden cómo reaccionar con rapidez en situaciones de peligro ante un atentado.

“El campo de tiro se está convirtiendo en una parada casi obligatoria para las familias con hijos menores y jóvenes que visitan el Estado hebreo. Son los más pequeños quienes se lo piden a sus padres”, asegura Eliezer, exjefe militar retirado, que acompaña al grupo en una gira organizada por la agencia Discover Israel. Los judíos estadounidenses y suramericanos, junto a los turistas chinos, son los principales clientes de Caliber 3.

Bryan, de 71 años, ha viajado a Israel por primera vez desde Albany, en el Estado de Nueva York, junto con su esposa Sara, de 65 años, su hijo y su nuera y sus tres nietos. “Somos sionistas, y apoyamos el derecho de Israel a defenderse”, explica al término del curso sobre antiterrorismo. “Hasta ahora solo había disparado con pistolas”, admite, “es la primera vez que uso un fusil automático”.

Pistolas Smith & Wesson

Todos se dirigen después a la sala de conferencias, donde el instructor jefe dicta la lección de clausura y les entrega el diploma de “Certificado básico de tiro”. Antes de salir al exterior tendrán que atravesar la tienda de recuerdos del campo, en las que están a la venta camisetas de color caqui o verde oliva con el anagrama del campo de tiro, prismáticos o chapas de identificación. En una vitrina cerrada se hallan a la venta pistolas Smith & Wesson o Glock a partir de 3.200 shequels (unos 750 euros), aunque solo pueden adquirirlas ciudadanos israelíes que posean licencia de armas.

“Israel es el lugar más seguro del mundo frente al terrorismo”, sentencia el capitán Cohen en su mensaje final a los cursillistas. Asegura que en las calles del centro de Jerusalén es difícil no encontrarse con agentes de las fuerzas de seguridad o con civiles armados. “Sería inconcebible que ocurriese aquí un atentado como el de Barcelona”, sostiene con marcial argumentación, “sin que nadie hubiera detenido antes a tiros la marcha del vehículo del terrorista”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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