Los fracasos empresariales tienen un museo en Suecia
Más de 70 ideas fatales de negocio se exponen en una galería de Helsingborg, a una hora de Copenhague
Un conocido refrán israelí para los negocios asegura que si un emprendedor tiene suerte, falla primero. La localidad de Helsingborg (Suecia) ha recogido este guante inaugurando un museo dedicado a estos intentos de negocio que se quedaron en eso: intentonas. “Aprender es la única manera de convertir un fracaso en éxito”, reza su lema de bienvenida.
Pasta de dientes con sabor a lasaña, kétchup verde, perfume de la marca de motos Harley-Davidson, una bebida que mezcla coca-cola y café, las gafas de Google y hasta el juego de mesa de la época de magnate del actual presidente de EE UU, Donald Trump, son algunos de los ejemplos que se exponen en este particular muestrario de la memoria de los negocios que no se deberían repetir. Samuel West, un psicólogo de 43 años, es su precursor. Abrió la galería el pasado 7 de junio y recibe ya unos 60 visitantes diarios que le dejan 10 euros por entrar. “Vienen muchos más extranjeros que suecos”, explica por teléfono tras admitir que, paradójicamente, el negocio está siendo “económicamente un fracaso”. Y ríe.
La idea nació el año pasado en Zagreb, la capital de Croacia, precisamente en otro particular museo: el de las relaciones (amorosas) rotas. “¡Fue fantástico y tuve un momento de aleluya!”, exclama. Presentó el proyecto al Gobierno de Suecia, que le otorgó una financiación de 50.000 euros a lo que él, junto a otro socio, añadió otros 60.000. “Es importante promover la innovación a través de los fracasos”, explica.
Pero el negocio de West no se queda en un simple muestrario, sino que los organizadores han programado eventos y espectáculos alrededor del concepto de fracasar en el mundo empresarial. “¿Qué tal un menú de degustación gourmet fracasado en un restaurante de lujo? ¿O un pianista clásico de renombre mundial que da un concierto de música fracasada? Damos la bienvenida a cualquier otra sugerencia. El más loco, mejor...”, invita la organización a los visitantes a través de su página web. La mayoría son turistas que llegan desde Copenhague, la capital danesa, situada a tan solo una hora en tren.
Harto de los seminarios, talleres y conferencias empresariales a las que asistía mientras terminaba su doctorado, West ha decidido organizar también visitas guiadas (en sueco y en inglés) con el objetivo de hacer ver al público las historias detrás de cada fracaso. “Quiero animar a las empresas a que aprendan de sus propios errores, y no que pretendan que nunca han sucedido”, explica West en un vídeo. De hecho, Colgate —la única empresa que ha expresado su malestar por este museo— le hizo llegar una queja sobre el uso de su pasta de dientes sabor lasaña. “Les propuse una rectificación si ellos me decían dónde estaba el error”. Pero los abogados de la marca estadounidense, de momento, solo han respondido con silencio.
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