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Matthew Kaminski: “Europa necesita que la prensa la critique”

Director de ‘Politico’ en Europa. El periodista considera que los medios han sido benevolentes con la UE y que la información política vive ahora una época dorada

Luis Sevillano
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In English: Matthew Kaminski: “Europe needs a critical press”

Hubo un tiempo en que informar sobre la Unión Europea consistía en acudir a tediosas conferencias y bucear en extensos informes, a la búsqueda de pequeños detalles en medidas políticas que pudieran tener efecto sobre un país u otro. Eran tiempos en los que nadie se atrevía a poner en duda las bondades inherentes al proyecto europeo, y Bruselas era elegida, año tras año, como la ciudad más aburrida del continente. Ya no más. Desde que en 2015 fundó la versión europea de Politico, Matthew Kaminski (Varsovia, Polonia, 1971) ha contado la ruptura de Reino Unido con la Unión, el auge del populismo ante la peor crisis migratoria del continente y el zarpazo del terrorismo islamista en varias capitales, Bruselas incluida. Son tiempos excepcionales para un medio digital que ha creado animadversión. El director de Politico se jacta de no ser parte del sistema y de venir de una cultura, como la norteamericana, donde la relación de la prensa con el poder es áspera por definición. En esta entrevista llega a proclamar que no le importa si el proyecto europeo se desmorona y que la llegada de políticos como Donald Trump y Marine Le Pen abre una época dorada en la historia del periodismo.

PREGUNTA. La edición europea de Politico fue fundada para informar sobre la UE. Pero ¿qué es en realidad informar sobre Europa?

RESPUESTA. Informar sobre el poder. Para nosotros, la cobertura europea es entender quiénes son los actores del poder en el ámbito europeo. ¿Quién lo dirige todo? ¿Quién intenta influir sobre quienes dirigen? ¿Quién intenta arrebatarles poder? Hay días en que Bruselas importa realmente y las políticas se deciden allí. Hay otros en que las deciden por teléfono los presidentes de Francia y Alemania. Y hay algunos en que algunos países pequeños tienen mayor influencia.

P. Tradicionalmente, los medios a escala europea han tendido a centrarse en la burocracia. Pero ustedes han dinamitado la idea de que la política en Bruselas es aburrida.

R. Sin duda. Bruselas es un lugar lleno de personas muy ambiciosas, que pueden ser imperfectas, arrogantes o nobles, movidas por presupuestos de miles de millones de euros y que luchan siempre por algo. Hay abogados, periodistas, burócratas y políticos. Nuestro método de trabajo en Bruselas no es diferente a nuestro método en Washington, Londres o Sacramento. En el fondo es cuestión de seguir lo que la gente intenta lograr. ¿Qué se disputan? Personalizamos los temas, los hacemos interesantes.

“Las empresas periodísticas que funcionan tienen un
denominador común: su
público está muy claro”

P. Parece que esa cobertura no sienta muy bien. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, los criticó tras publicar una información sobre una dolencia suya.

R. Dijo que practicamos pornografía periodística.

P. Así es.

R. Pasó lo mismo en Washington cuando empezamos en 2007. Nos acusaban de rebajar el nivel de debate político. ¿Y sabe qué? En realidad nadie leía Politico con tanta avidez como la gente en el Gobierno de Obama. Mire, no trabajamos para conseguir la aprobación de la Comisión Europea. No podemos permitirnos que las instituciones se adueñen de nosotros. No estamos aquí para defender el proyecto europeo. Como director de Politico me da igual si el proyecto europeo sobrevive o no. Si sobrevive, escribiremos sobre ello. Si se desmorona, también. Existe un extraño enfoque consensuado, pero comprensible, en Bruselas: todos están a favor de la UE y, por tanto, no la critican. En realidad, Europa necesita esa crítica porque ha cometido muchos errores y la prensa no le ha pedido que rinda cuentas hasta ahora.

P. ¿Por qué no les concedió acreditaciones Marine Le Pen para la noche electoral en Francia?

“Es posible que se esté dando demasiada importancia al problema de las noticias falsas”

R. Dimos la primicia de la financiación irregular del Frente Nacional en el Parlamento Europeo. Son como Donald Trump. También nos vetaron en muchos de los actos de Trump. No me importa, pero creo que, en una democracia occidental, la prensa debería poder tener acceso a los políticos que tienen un cargo público. Supongo que, un poco como Trump, lo hacen porque quieren sacar una ventaja política mostrándose hostiles con la prensa.

P. Trump también vetó a EL PAÍS en su noche electoral en Nueva York. No nos dejaron entrar.

R. Bueno, estamos en buena compañía.

P. ¿Diría que son tiempos difíciles para el periodismo?

R. No, al contrario, creo que es una época dorada, al menos para el periodismo político. ¿Cuándo hemos sido más visibles que ahora?

P. Estos tiempos permiten experimentar con muchos formatos, pero todavía no hemos encontrado la regla de oro que haga rentable el periodismo en la era digital.

R. No es tan complicado. Hay modelos empresariales distintos que claramente están funcionando. Piense en el modelo de Buzzfeed. Es una agencia de publicidad con una sección de noticias que no da dinero, pero da valor. Está también el modelo de Bloomberg: vender terminales y servicios de mensajes. El denominador común entre todos es que cada uno tiene muy claro su público. A quién sirven, quién es su cliente para poder funcionar. Y después, construyen un modelo empresarial a medida.

P. ¿Cuál es el modelo de Politico?

R. Periodismo político para personas influyentes. Intentamos mantener una relación directa con ese grupo. Y ahí es donde veo también parte de la evolución futura, en el intento de construir estas comunidades que son, podríamos decirlo, comunidades políticas. Son muy pequeñas, pero si somos inteligentes con la publicidad, con los eventos, o con lo que se presente después, podremos hacer negocio.

P. Se habla mucho ahora de las noticias falsas y su efecto en las elecciones.

R. En realidad es algo que viene de lejos. Son guerras de información que se remontan a la guerra entre España y EE UU por Cuba. ¿Cómo empezó Joseph Pulitzer a ascender en el mundo del periodismo antes de darle su nombre a unos prestigiosos premios? Era un sensacionalista de finales del siglo XIX que se dedicaba a armar revuelo con noticias falsas.

P. Apelaba a las emociones, como ahora.

R. Pretendía suscitar determinados sentimientos en Estados Unidos para entrar en guerra con España. Hoy, los rusos tienen ese juego, pero ya lo hacían en la Guerra Fría. Evidentemente, ahora la diferencia es, por una parte, la velocidad de las cosas. El mundo, en general, va más deprisa. Lo que es nuevo es que las viejas cabeceras institucionalizadas de los medios de comunicación ya no cumplen la función de mediadores que realizaban antes. Ahora las noticias falsas y los consumidores están en contacto directo. Y eso se produce de manera instantánea entre millones de usuarios de Facebook. Pero también me parece que es posible que se esté dando demasiada importancia al problema.

P. ¿Pone Donald Trump en riesgo a Europa?

R. El mundo tiene que aprender a vivir con él. Cuando lo haga, probablemente las cosas seguirán como hasta ahora. Europa sigue pensando que EE UU, básicamente, forma parte del poder europeo. Es el mayor poder militar europeo, el país que puede garantizar la seguridad de Europa. Los líderes europeos como Angela Merkel o Theresa May intentan trabajar con Trump. El año pasado el sistema europeo sufrió dos grandes conmociones. Una fue el Brexit, y la otra, Trump. Europa posiblemente podrá sobrevivir sin Reino Unido en la UE. No estoy seguro de cómo podría sobrevivir el sistema europeo, tal como lo conocemos actualmente, si EE UU de verdad sale de la OTAN. Aunque no veo ningún indicio de que Trump vaya a moverse necesariamente en esa dirección. Su manera de pensar es muy flexible, y eso puede llevarle a ser incluso generoso.

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