El otro gran ídolo de masas de Belén
El triunfo de un cantante palestino en el gran concurso del mundo árabe se convierte en acto de reivindicación
Millones de telespectadores del mundo árabe fueron testigos en la noche del sábado del nacimiento de un nuevo ídolo de masas de Belén. Yacob Sahín, un palestino cristiano de 23 años afincado en la ciudad de la Natividad del Señor, se convertía en el ganador del concurso Arab Idol, un certamen musical regional hecho a imagen y semejanza del británico Pop Idol, equivalente a La Voz, en España. La gala, emitida en directo desde Beirut por la cadena MBC, terminó convirtiéndose en un acto reivindicativo de la causa palestina.
Sus rivales eran Amir Dandan, —“palestino de corazón”, como gusta de definirse, aunque nacido en Majd al Krum, un pueblo árabe del norte de Israel— y el yemení Ammar Mohamed, que en un momento del programa gritó “basta de guerra”. Este joven estalló en lágrimas al recordar la terrible contienda que azota su país desde 2011, que impidió que se pudieran hacer desde Yemen conexiones en directo para observar cómo sus compatriotas seguían la gran final del concurso.
El triunfo de Sahín puso la guinda a un pastel cocinado con sabor palestino. Entre los miembros del jurado se encontraba Mohamed Assaf, un joven de Gaza considerado todo un símbolo tras ganar la edición de 2013 de Arab Idol. Entonces vivió un periplo épico, que posteriormente fue llevado al cine para dar a conocer las dificultades que experimentó para salir de la franja palestina mediterránea. No llegó a tiempo de inscribirse en el concurso, pero otro de los participantes le cedió su puesto.
Sahín, Dandan y Assaf se colocaron banderas palestinas al cuello y juntos entonaron Wein a Ramala, una canción de amor del folclore tradicional muy popular en los países árabes. Habla de regresar a Ramala y se ha convertido en un himno de la diáspora palestina y la lucha contra la ocupación israelí.
En Belén se intuía que la noche iba a ser palestina. “No importa quién gane, Dandan y Sahín son hijos de Palestina”, explicaba antes de la final Fadi Ghattas, el portavoz del Ayuntamiento de Belén. Miles de personas se arremolinaron alrededor de las pantallas gigantes instaladas para la ocasión la plaza del Pesebre, junto a la basílica de la Natividad, y en la escuela de San José, donde estudió el joven cantante y en cuyo coro hizo sus primeros pinitos musicales.
En primera fila, sentados, varios familiares del cantante de Belén contenían los nervios a la espera del resultado final. Los tres finalistas, con las manos entrelazadas, esperaban el veredicto del jurado en el plató en Beirut, donde también se encontraba el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas.
En la ciudad de la Natividad todos coinciden en que las dotes musicales de Sahín –que ya había ganado varios concursos locales de canto– son heredadas de su padre, un cristiano de rito siriaco que huyó de Jerusalén a Belén durante la guerra de 1948, tras el acuerdo de partición de la ONU del que nació el Estado de Israel. Yacob se inscribió en el Conservatorio Nacional de Música Edward Said, en Ramala, donde educó su voz y aprendió a tocar el laúd, el clarinete y varios instrumentos de percusión. Las letras de sus canciones, comprometidas con la causa palestina, y sus dotes para la lírica tradicional árabe hicieron que uno de los miembros del jurado de Arab Idol definiera su voz como un “veneno que se te mete dentro y te vuelve loco”.
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