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Hollande entra en campaña presentándose como único líder antiterrorista en Francia

El presidente convierte una conferencia en su primer mitin para remontar su pésima situación política

Hollande tras su discurso sobre democracia y terrorismo en París.Vídeo: CHRISTOPHE ENA / POOL (EFE) | REUTERS
Carlos Yárnoz

En la Sala Wagram, el local de baile más antiguo de París, se ha sumado al ritmo electoral el principal protagonista de la política francesa. El lujoso edificio se ha convertido este jueves en el punto de partida de la larga campaña electoral emprendida por François Hollande. El presidente aún no se ha declarado públicamente candidato para las presidenciales de la primavera próxima, pero ha transformado una conferencia sobre “La Democracia frente al Terrorismo” en un verdadero mitin en el que se ha presentado como el único líder francés capaz de acometer el primer problema de Francia de forma eficaz y con métodos democráticos, no como la derecha y la ultraderecha, que proponen fórmulas por encima de la Constitución y los derechos humanos.

Traicionado por los suyos —su ministro estrella Emmanuel Macron dimitió la semana pasada—, hundido en las encuestas —el 88% de los franceses no quieren que vuelva a presentarse—, y atacado a diario por los líderes de la derecha enfrascados ya en sus primarias, Hollande se ha visto obligado a dar un paso al frente cuando ya lo han dado todos sus rivales a izquierda y derecha. Prometió que hasta diciembre no desvelará si decide ser candidato a su propia sucesión. Mantiene su palabra, pero el pseudomitin de este jueves confirma su voluntad de acudir a una nueva batalla electoral.

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Sus estrategas y colaboradores han pasado dos semanas anunciando la importancia de su conferencia, organizada por dos fundaciones próximas a los socialistas. En la Sala Wagram le esperaba en primera fila medio Gobierno, con su primer ministro, Manuel Valls, al frente y los principales jefes del partido. Puestos en pie, como el millar de altos cargos y cuadros asistentes, el presidente ha sido recibido con más de un minuto de cerrados aplausos.

“En los cuatro años que he conducido el combate de la República contra el mortífero terrorismo, no he tenido ninguna duda; he hecho todo por proteger a los franceses”, afirmó en sus primeras frases. En 18 meses, son 237 las víctimas del yihadismo en Francia. Y la guerra continuará y será dura. “La amenaza está ahí y debemos afrontarla con coraje y sangre fría”. Y enseguida un guiño de su disposición a seguir: "Cuando el peligro está ahí, tenemos que reagruparnos y yo no me desviaré de ese objetivo".

“Venceremos. Los vamos a aniquilar”. Pero no a cualquier precio, no a costa de medidas excepcionales por encima de la Constitución, de los derechos y las libertades, sino respetando el Estado de Derecho. Fue la primera de una larga lista de respuestas a sus rivales políticos, sobre todo a Nicolas Sarkozy, candidato de los Republicanos, y a la ultraderechista Marine Le Pen. Los dos han propuesto fórmulas hoy ilegales, como el encarcelamiento sin juicio de sospechosos o el fin del reagrupamiento familiar.

“No habrá legislación de circunstancias mientras yo sea presidente de la República”, aseveró tras censurar a quienes desean saltarse hasta los principios fundamentales de la Carta de Derechos Humanos. “Lo esencial está en entredicho”. Su doble argumento fue contundente: “Son las democracias las que siempre ganan la guerra frente al terror”. “¿Es que Guantánamo y la Patriot Act han preservado a los americanos?” "Somos Francia y la democracia es nuestra arma".

“¿Es que Guantánamo y la Patriot Act han preservado a los americanos?”

Similares razonamientos, interrumpidos por nuevos aplausos, utilizó el líder socialista para defender la Unión Europea –no a un referéndum de permanencia como propone Le Pen-, la necesidad de mantener separados Iglesia y Estado o el modelo social francés. Y la necesidad de actuar unidos: sugirió que él sí puede unir a los franceses en torno a la verdadera idea de Francia. “Mirad, esperad; esta idea es la idea de Francia que debe movilizarnos y que debemos defender”.

Y dentro de esa idea, la identidad, el papel del Islam en Francia, el tema que conservadores y ultras han convertido ya en el tema central de la campaña -Sarkozy quiere ampliar al máximo la prohibiciòn del velo- para espanto de la izquierda y todo el que huye de una nueva guerra de religiones en pleno corazón de Europa."La identidad se apoya sobre generaciones sucesivas que han construido la nación francesa. Está en perpetuo movimiento".

Por tanto, apertura ante los millones de franceses descendientes de migrantes, muchos de ellos entre los más de cinco millones de musulmanes que viven en el país donde el Islam es la segunda religión. La laicidad, dijo, no es la religión que combate a las demás religiones, sino el principio republicano que respeta todas las religiones.

Todos los ciudadanos, practiquen la religión que practiquen, son iguales ante el Estado. Pero tienen sus deberes y obligaciones. Por eso, y aunque los principios de la laicidad quedaron fijados en la Constitución de 1905, cuando el Islam apenas se practicaba en Francia, no hay ningún principio básico que cambiar. "¿Puede acomodarse el Islam a la laicidad como antes lo ha hecho otras religiones?¿Puede admitir la separación de la ley y la fé? La respuesta es sí".

Con solo un 13% de simpatía en las encuestas, su reelección sería un milagro a ojos de muchos

Y la pregunta se plantea también a la República: "¿Está preparada la República para acoger una religión que no previó en su momento? La respuesta también es sí".

En su larga intervención de una hora, solo algunas palabras relativas directamente a las elecciones. Primero para lanzar una advertencia a quienes le dan ya por muerto. “Hasta mayo, seré el único que esté uncido en unas elecciones. Hay que respetar a los ciudadanos”.

Y luego toda una breve pero implícita declaración programática: “Ha llegado el momento en el que los ciudadanos tendrán que decidir sobre su futuro y su país. Juzgarán los resultados de los líderes y de los proyectos. ¿Cuáles son los desafíos? La protección de los franceses, la solidaridad nacional, el modelo social, el concepto de democracia, el lugar de Francia en Europa y en el mundo.”

El listado de peligros para Francia quedó claro: el terrorismo, Le Pen, un radicalizado Sarkozy y una Europa que puede "dislocarse" por los nacionalismos, los populismos, la resurrección de las fronteras... La solución, también. Se llama François Hollande. "No dejaré que Francia se manche", proclamó. Toda una declaración de intenciones de sus aspiraciones electorales.

Hollande ha vuelto. Y lo ha hecho para desmentir a quienes apostaban por la posibilidad de que tirara la toalla. Ahora sí, las cartas están levantadas y el baile ha empezado para todos. Con solo un 13% de simpatía en las encuestas, su reelección sería un milagro a ojos de muchos. Pero el actual jefe del Estado opina que, pese a su falta de carisma y simpatía, su papel será necesario en unas elecciones en las que no solo se juega el futuro de Francia, sino también la supervivencia de la actual Unión Europea.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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