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LAS CASAS DE LOS PRESIDENTES EN WASHINGTON, 2

El refugio del idealista

La casa donde murió el presidente Woodrow Wilson, en el futuro barrio de Obama, alberga un trozo de la historia de Estados Unidos y de Europa

Si el presidente Woodrow Wilson (1856-1924) viviera, vería desde la ventana de su residencia el fracaso de sus ideas sobre un mundo en paz. En frente de su casa, en Washington, reside el embajador de Pakistán, un país que es una de las mayores fuente de inestabilidad global.

Retrato de Woodrow Wilson, vigésimo octavo presidente de Estados Unidos.
Retrato de Woodrow Wilson, vigésimo octavo presidente de Estados Unidos.Princeton Alumni Weekly

Hoy la casa de ladrillo rojo y ventanales altos del 2340 de la calle S es una especie de cápsula del tiempo, ajena a las turbulencias geopolíticas del siglo XXI que el presidente más idealista ni siquiera llegó a vislumbrar.

La máquina de escribir de Wilson, con la que escribía sus propios discursos
La máquina de escribir de Wilson, con la que escribía sus propios discursosNicolás Alonso

Dentro se conservan intactas la máquina de escribir Hammond Multiplex de 1913 con la que redactaba sus discursos; el abrigo de piel de canguro que llevó durante su famoso viaje a Europa al terminar la Primera Guerra Mundial; y la cama donde murió el 3 de febrero de 1924. Afuera, la firma del Tratado de Versailles queda lejos y el mundo no ha logrado alcanzar una paz mundial con la que el visionario Wilson soñó.

El descansillo de la residencia de los Wilson.
El descansillo de la residencia de los Wilson.Nicolás Alonso

“Bienvenidos a la última casa del vigesimoctavo presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson” dice Barbara Bates, una mujer mayor que trabaja como guía en la casa museo.

Son las tres de la tarde de un miércoles de agosto y cinco personas ven un vídeo sobre su vida en una habitación oscura. “El presidente se mudó a esta casa en 1921 con su segunda mujer, Edith, tras finalizar su segundo mandato en la Casa Blanca”, narra el filme. La casa costó 150.000 dólares, un tercio de los cuales los aportó el presidente con el dinero recibido por ganar el Premio Nobel de la Paz en 1919. El resto fue un donativo de amigos y familiares.

Wilson, el único presidente estadounidense con un doctorado, fue el comandante en jefe de EE UU durante la Primera Guerra Mundial, e impulsó la creación de la Sociedad de las Naciones como una alianza que aseguraría la paz en la vieja Europa. Murió cinco años antes de que estallase la crisis del 29 y el país cayese en la Gran Depresión, demasiado pronto para ver el derrumbe de la Europa que él quiso rediseñar con sus Catorce puntos. Quedaban dos décadas para la creación de la Organización de las Naciones Unidas, una institución que heredaba el espíritu de la Sociedad de las Naciones.

El salón donde Wilson recibió a Lloyd George y otras personalidades.
El salón donde Wilson recibió a Lloyd George y otras personalidades.Nicolás Alonso

“Este el despacho de Wilson”, continúa Bates. Cuelgan fotografías originales y varias cartas de amigos reposan sobre una mesa de madera oscura. Una banderola de la universidad de Princeton y una pequeña estatua de un tigre, la mascota de la universidad, desvelan la pasión del presidente por su alma máter, que presidió.

En el segundo piso, un sofá marrón de terciopelo y dos sillones en una habitación de techo alto, presidida por un imponente retrato de Wilson y ocupada por una parte de su colección de libros.

Ahí se reunió con Lloyd George el 25 de octubre de 1923, exprimer ministro británico y aliado fundamental del expresidente para la resolución de la Gran Guerra. “Recordaron su pasado juntos y sus días en Versailles, y comentaron la situación turbulenta de Europa”, escribió el diario The New York Times ese día.

La cama donde murió Wilson en su casa de Washington
La cama donde murió Wilson en su casa de WashingtonNicolás Alonso

Días después, el 10 de noviembre, Wilson emitió desde esa sala el primer discurso de radio en directo y a distancia en la historia de la nación. Duró cuatro minutos. Bates lo describe como otra prueba de la visión de futuro que tuvo el presidente.

El tercer y último piso alberga las habitaciones. En la de Wilson, un abrigo oscuro y pesado espera colgado en una percha a la salida del cuarto. “Es la prenda que portó durante la mayor parte de su viaje a Europa”, dice Bates. Junto a la cama doble un sillón francés en el que se sentaba Edith, su mujer, para leerle libros. Wilson padecía una acusada y desconocida discapacidad tras sufrir un infarto en 1919 que limitó su capacidad para andar.

“Esa es la cama donde murió el presidente Wilson”, indica Bates. Un turista belga lo pone en duda. “Poco ha cambiado desde que Edith se mudó de esta casa en 1961. La mayoría de muebles siguen en su sitio”, insiste la guía.

Wilson vivía en el barrio diplomático de Washington. El embajador de Pakistán no es el único que reside en la zona. Cerca se encuentran las residencias del embajador francés, islandés o portugués, entre otros.

Y pronto tendrá otro vecino ilustre. El presidente Barack Obama, demócrata como Wilson, ha anunciado que se mudará a una mansión también en Kalorama, a 10 minutos a pie.

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