Finales de agosto (2): personajes
Medio agosto fue para los Juegos de Río, pero el mes entero fue para Donald Trump. Él es uno de mis personajes de agosto, sobre los que he tomado algunas notas estos días.
Lo peor de Trump no es lo que es, ni lo que dice, ni siquiera lo que hace –nada bueno por otra parte. Lo peor es que todavía puede ganar, a pesar de sus esfuerzos involuntarios por evitarlo. Si gana no será por méritos propios, sino por un grave percance en la campaña de Hillary Clinton, algo que no se puede descartar de ninguna manera. Erdogan ya fue el personaje de julio pero es de temer que su protagonismo vaya creciendo todavía, más como ya lo ha hecho en agosto. La Gran Purga sigue en marcha y tiene incluso ramificaciones en el extranjero, propagandísticos y de inteligencia, como acaban de descubrir los servicios secretos alemanes. Unos 6.000 agentes turcos se hallan infiltrados en Alemania según publicó el diario ‘Die Welt’, dedicados principalmente a perseguir a los partidarios del clérigo Gülen, al que Erdogan atribuye todas las responsabilidades del golpe de Estado. Ni en tiempos de la Alemania dividida hubo tantos agentes secretos del Este, los famosos espías de la Stasi, en el Oeste.
Trump y Erdogan pertenecen a una misma especie política, en la que hay otros notables ejemplares en el paisaje de nuestro mundo, como son Putin y Al Sissi. También Rodrigo Dutertre, el nuevo presidente filipino, pertenece a esta casta que combina la exigencia de la popularidad de las urnas con la idea caudillista de un poder personal por encima de ley. Pocos mandatarios pueden exhibir un cumplimiento tan impresionante de sus promesas electorales como Dutertre: prometió exterminar físicamente a los traficantes de droga sin trámite judicial alguno y en los dos meses que lleva han caído ya asesinados por civiles armados o por la policía unos 2.000 sospechosos, se han producido más de 11.000 detenciones y más 600.000 más se han entregado a la policía, posiblemente para evitar su linchamiento o persecución en la calle.
Pero el personaje de agosto no es uno de los poderosos de este mundo sino precisamente alguien que representa todo lo contrario, de hecho, a todas sus víctimas. Este es el caso de Omran Daqneesh, nacido en Alepo hace cinco años, cuando la guerra ya había empezado. Le grabaron en vídeo sentado en una ambulancia, lleno de polvo, con su mirada aturdida y triste, y sin que se le escapara ni una lágrima, a pesar de que tenía cortes en todo el cuerpo y estaba herido en la cabeza, después de que le rescataran de un bombardeo a cargo de la aviación rusa. Su imagen ocupó todos los informativos de televisión y las primeras páginas de los periódicos de todo el mundo, sacudiendo una vez más las conciencias de todos, como ya sucedió con la imagen de otro niño sirio, Ailan Kurdi, nacido en Kobane y ahogado en una playa turca cuando intentaba llegar a Grecia.
Hay 100.000 niños como Omran atrapados en Aleppo, sufriendo bombardeos aéreos como el que se abatió sobre la familia Daqneesh, que destruyó su casa y mató a Alí, el hermano mayor de Omran. Las imágenes del niño herido, que se convirtieron en virales en las redes sociales, nos revelan la existencia de otros personajes anónimos y heroicos, que sufren la guerra como Omran, pero lo hacen voluntariamente, porque son los que les rescatan, les curan en ambulancias y hospitales y registran con sus cámaras las imágenes que servirán para denunciar la insoportable matanza que está en marcha en Siria desde hace ya cinco años. Estos últimos son un grupo de activistas y periodistas ciudadanos organizados en el Aleppo Media Center, al que pertenece Mahmud Raslan, el fotógrafo que captó las imágenes.
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