¿Tú también, Michael Gove?
La traición del ministro, que acabó con las ambiciones de Boris Johnson, resulta clave en la carrera hacia Downing Street que entra este lunes en una semana decisiva
Boris Johnson escogió una frase de Bruto para comenzar el discurso en el que anunció, el pasado jueves, que no estaba en disposición de ser el próximo primer ministro británico. “No es momento de luchar contra la marea de la historia, sino de tomar la marea en la subida y navegar hacia la fortuna”, dijo, parafraseando al gran conspirador shakespeariano. Víctima de la traición política más espectacular de los últimos años, la elección del personaje no podía resultar más acertada. El Julio César del Brexit caía y se preguntaba: “¿Tú también, Bruto?”.
Bruto, en esta historia, es Michael Gove, ministro de Justicia. Alguien para el que, según tuiteó el jueves un aliado de Johnson, “hay un pozo muy profundo reservado en el infierno”. Los próximos movimientos de Gove se examinarán con lupa en la semana que hoy empieza, que puede ser determinante para decidir quién se mudará a Downing Street. Sus movimientos pasados aportan muchas claves para comprender el frenético momento que vive la política británica.
El viernes 19 de febrero, David Cameron firmaba en Bruselas el acuerdo con sus socios europeos que le permitía hacer campaña por la permanencia en la UE. Se levantaba el voto de silencio impuesto a los miembros de su Gabinete. El primer ministro daba por hecho el apoyo de Johnson, pero su tardanza en pronunciarse le inquietaba. Consciente de la popularidad del exalcalde, asegurarse su apoyo se convirtió en la obsesión del primer ministro aquel fin de semana.
Cameron no era el único que ansiaba el favor de Johnson. El 16 de febrero Michael Gove y su esposa, la columnista Sarah Vine, cenaban en casa de los Johnson. Después de la cena, a la que asistió también el magnate de la prensa Evgeny Lebedev, pasaron al salón a hablar del tema político del momento. Entre “ser fiel a sí mismo y defraudar a su amigo, o apoyar al primer ministro y traicionar a sus principios”, escribía Vine en el Daily Mail, Gove tuvo clara su postura. Johnson, en cambio, estaba “muy agitado, genuinamente torturado, no sabía por qué lado decantarse”.
Johnson ha admitido que tenía escritas dos versiones de su columna semanal para el Daily Telegraph de ese lunes: una apoyando el Brexit y otra defendiendo la permanencia. A las cinco de la tarde del domingo 21 de febrero, Johnson anunció que apoyaría el Brexit. La popularidad y el desparpajo de Johnson fueron el arma con la que la campaña por abandonar la UE venció al “proyecto miedo” del establishment.
Dos mujeres y un cargo
Hoy empieza una semana clave en el frenético circo político en el que ha entrado Reino Unido después de que decidiera en referéndum abandonar la UE. De los cinco candidatos al liderazgo del Partido Conservador, los diputados tories deben escoger los dos finalistas. Entre ellos, a principios de septiembre, y por primera vez en la historia del país, serán los militantes de un partido quienes elegirán al próximo primer ministro.
La clara favorita es Theresa May. La veterana ministra, que apoyó la permanencia en la UE sin entusiasmo, se ofrece como la candidata de la unidad y la estabilidad, y cuenta ya con un centenar de apoyos entre los diputados. También se presentan el ministro Stephen Crabb, el exministro Liam Fox y Andrea Leadsom, secretaria de Estado de Energía, muy valorada entre los euroescépticos.
Pero, vistos los acontecimientos de la semana pasada, todos los ojos estarán puestos en Michael Gove. El ministro no ha logrado cosechar muchos apoyos entre los diputados, y todo indica que la batalla final puede ser entre dos mujeres, May y Leadsom. El viernes muchos pidieron a Gove que se retirara y exhibiera una unidad del partido en torno a May. De lo que haga puede depender en gran medida quién dirija al país en el colosal reto al que se enfrenta.
El 23 de junio los británicos decidían en las urnas que el país abandone la UE. Al día siguiente Cameron anunciaba su dimisión. El tándem victorioso marchaba de la mano hacia Downing Street. Gove había repetido durante la campaña que ser primer ministro estaba fuera de su alcance: el ideólogo del nuevo conservadurismo se ponía al servicio de la ambición rubia.
La primera fisura aparecía tres días después del referéndum. El equipo de Gove informaba a la prensa de que Osborne seguiría al frente de la Economía en un Gobierno de Johnson, y este se veía obligado a desmentirlo. El lunes, en su columna del Daily Telegraph, Johnson desprendía un tono conciliador que irritaba a algunos de los ganadores. ¿Estaba aflojando el líder? El tono de la columna, según el periódico, había sido consensuado con Gove.
Al día siguiente Sarah Vine escribía un correo electrónico a su esposo, Michael Gove, expresándole sus dudas sobre Johnson. El mail era “accidentalmente” enviado a otra persona y filtrado a SkyNews. Las diferencias entre las dos victoriosas caras visibles del Brexit ya abrían los informativos.
La noche del miércoles se celebraba el baile de verano del partido en Londres. Para entonces, Johnson creía contar con el apoyo de un centenar de diputados. Eran muchos, pero no suficientes si los otros dos centenares se unían en torno a una candidatura “anti Boris”. Al final de la noche algunos fieles a Johnson ya bailaban la música de Gove.
A las 8.53 del jueves, siempre según el relato del Telegraph, sonaba el teléfono de Lynton Crosby, poderoso estratega político australiano, responsable de la campaña de Cameron en las pasadas generales, que ultimaba los detalles de la presentación de la candidatura de Johnson.
-Hola Lynton, aquí Michael Gove. Me presento.
-¿Te presentas a qué?
-Me presento yo mismo al liderazgo.
A las 9.02 se anunciaba por mail a los periodistas la candidatura de Gove, de la que Johnson se enteraría por la prensa.
Antes incluso que a Crosby, Gove había avisado de sus planes a Theresa May, que ya se perfilaba como la candidata “anti Boris”. A las 9.30 la ministra presentaba sus planes y daba la puntilla al exalcalde, criticando sus modos “ostentosos” y mofándose de su capacidad negociadora.
Del centenar de diputados que apoyaban a Johnson hacía unas horas, apenas 25 acudieron a la que iba a ser la presentación de su candidatura pero se convirtió en el anuncio de su retirada.
Gove defiende que decidió presentarse el miércoles por la noche, al darse cuenta de las limitaciones de Johnson. Otros sostienen que lo planeó todo desde el principio. Que utilizó la popularidad de Johnson para ganar el referéndum, le convirtió en el objeto de las iras del bando perdedor y, en el último instante, le dejó caer. “Todo esto”, resumía un aliado del traicionado, “hace que House of Cards parezca los Teletubbies”.
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