Reino Unido afronta la recta final del referéndum con el foco puesto en los jóvenes
Estos votantes, que mayoritariamente apoyan la permanencia de su país en la UE, están mucho menos movilizados que los mayores, que apoyan la salida. EL PAÍS inicia una cobertura especial del referéndum sobre el Brexit
Si Reino Unido abandona la UE, la decisión la habrán tomado los votantes más mayores. Pero el peso de sus consecuencias recaerá sobre los más jóvenes. En esa paradoja radica una de las claves de la campaña por el referéndum, que encara ahora sus últimas cuatro semanas. El apoyo a la permanencia entre los jóvenes es abrumador (75%) y el Brexit —aunque pierde apoyo en todas las franjas de edad— sigue teniendo su bastión entre los mayores de 65 años. Sin embargo, mientras estos últimos declaran que votarán seguro, los jóvenes están mucho menos movilizados.
“Muéstrame a alguien que persiga el voto joven y te mostraré a un perdedor”. Se lo dijo un político “de la vieja escuela” al diputado conservador Sam Gyimah, de 39 años, secretario de Estado en el Ministerio de Educación. Pero eso precisamente es lo que hace Gyimah, creador de la campaña #voting, lanzada esta semana en paralelo a la oficial por la permanencia, y dirigida a la que él mismo ha definido como la “generación Easyjet”.
“Se trata de una generación que da por hecho la UE”, explica. “Para ellos la UE significa trabajo y muchas otras cosas, pero sobre todo es un estilo de vida. Los viajes, la moda, la comida. Reino Unido se ha europeizado mucho en las últimas décadas, y ellos no han vivido otra cosa. Lo importante es que el periodo de incertidumbre tras el Brexit, la salida de Reino Unido de la UE, afectaría a esos jóvenes más que a nadie, porque están en el momento en que tratan de avanzar en su vida, a punto de dar el salto al mercado laboral. La generación Easyjet podría convertirse en la generación perdida si no se hace oír”.
La experiencia, no obstante, da la razón al político de la vieja escuela. Pocas veces en la historia reciente un territorio ha vivido una movilización política tan grande como la que se desplegó en las semanas previas al referéndum sobre la independencia de Escocia en 2014. La participación fue de un 85%. Sin embargo, y aunque parecía que la calle estuviera tomada por jóvenes entusiastas, solo uno de cada dos escoceses de 18 a 24 años votó.
También el laborista Ed Miliband persiguió el voto joven para deshacer el empate virtual en el que los dos grandes partidos creyeron estar durante la campaña de las elecciones generales de hace un año. Todavía resuenan las pullas de los tabloides tras su reunión secreta con el actor antisistema —y con 12 millones de seguidores en Twitter— Russell Brand. Pero solo el 43% de los menores de 24 años votó, frente al 78% de los mayores de 65, y los tories consiguieron una inesperada mayoría absoluta.
Las reformas en la ley electoral introducidas por el Gobierno de Cameron, que complican el proceso de registro, no han incentivado precisamente el voto joven. La campaña por permanecer en la UE alertaba de que, hasta el pasado fin de semana, cuatro millones de votantes jóvenes seguían sin registrarse. El plazo para hacerlo acaba en dos semanas.
En la Universidad de Southampton, al sur de Inglaterra, Michael Cooper, Kieren Brown y Leila Scola dedican las horas entre exámenes a pedir a sus compañeros que se registren y que voten por seguir en la UE. Forman parte de un movimiento nacional llamado Estudiantes Por Europa. Hay más de medio centenar de campañas en marcha en los campus británicos para movilizar a los universitarios, y la gran mayoría pide el voto por la permanencia.
Para Leila Scola, de 20 años, que habla cinco idiomas y cursa segundo de Estudios Europeos, parte de la culpa del desapego de los jóvenes con la política está en el sistema electoral. “Mucha gente joven no vota porque sus votos no cuentan”, explica. “Con nuestro sistema electoral solo importan los votos en circunscripciones donde el resultado está muy ajustado. Pero el referéndum es distinto. Aquí cuentan todos los votos”.
“Querida abuela, hablemos de Europa"
“Querida abuela: ¿Puedo ir a comer el domingo y hablar sobre mi futuro en la UE?”. Es el texto de unas postales diseñadas por la campaña por la permanencia para que los jóvenes se las envíen a sus abuelos o sus padres, y que hablen con ellos sobre los motivos por los que quieren que Reino Unido siga en la UE. Los partidarios del sí confían no solo en movilizar a los jóvenes para que voten, sino en que influyan en sus mayores, que decidan votar por el futuro de sus hijos o nietos. “Queremos convertir el europeísmo en algo generacional, en el signo de los tiempos”, explica un miembro de la campaña.
Kieren Brown, de 19, estudiante de Ciencias Medioambientales, habla de un “círculo vicioso” de desencanto político. “Como los jóvenes no votan, los partidos no contemplan medidas para ellos, y así se separan aún más de la política”, explica. “Nos sentimos alejados del Gobierno, abandonados”, añade Michael Cooper, de 19 años, estudiante de Ingeniaría.
La fecha del referéndum tampoco ayuda. El 23 de junio, acabados los exámenes, la generación Easyjet puede estar masivamente volando en esa línea aérea hacia España. Y más de 100.000 de ellos —el triple de los votos que decidieron las pasadas elecciones en Austria— estarán en el festival de Glastonbury, que se celebra esos mismos días y que, por cierto, anima desde su web a registrarse para votar por correo.
Los europeístas cuentan con un reto añadido: pretenden movilizar para defender el statu quo. “Ningún joven instintivamente quiere luchar por permanecer en nada, en todo caso lo haría por cambiar algo”, opina Michael Zur-Szpiro, director creativo de la campaña #votin.
La campaña por permanecer está ganando la batalla en la economía. Todos los análisis serios hablan de que el Brexit tendría un coste significativo, al menos a corto plazo, para el país. Y ese coste pesaría más en los jóvenes.
Cambio de táctica
El hecho de haber tenido que abandonar los argumentos económicos, explica un veterano político tory, ha empujado a los defensores del Brexit a aferrarse a las bazas de la inmigración, la soberanía y la identidad nacional. Conceptos que no son los que más preocupan a esa generación que ha crecido con la inmigración, en un mundo globalizado, y a la que el imperio le suena a los libros de historia. Tampoco la recurrente ridiculización de la burocracia europea motiva a una generación cuya rebeldía va más contra las grandes corporaciones que contra los tecnócratas de Bruselas.
Ambas campañas están concentrando sus recursos en las redes sociales, con sofisticadas tácticas de marketing digital utilizadas ya en las generales de 2015. El principal campo de batalla es Facebook, fuente de información para esos votantes jóvenes no obsesionados con la política.
Un sondeo publicado el martes en The Telegraph deparaba buenas noticias para los europeístas: el apoyo a la permanencia se consolida entre los jóvenes —75% de los menores de 24 años y 68% de aquellos entre 25 y 35— y crece entre los mayores: el 52% de los mayores de 65 años, 18 puntos más que en marzo.
Solo había una buena noticia para los partidarios del Brexit, como destacaba en las páginas del diario Lynton Crosby, el gurú electoral australiano estratega de la victoria de Cameron en las pasadas generales: “El 64% de los que apoyan el Brexit dicen que votarán seguro, frente a solo un 55% entre los partidarios de seguir en la UE”. Esta diferencia de nueve puntos, señalaba Crosby, supone un incremento de dos puntos desde marzo. Y esa diferencia es la que la campaña por la permanencia, para asegurar su victoria, tiene cuatro semanas para corregir.
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