El laborista Sadiq Khan será el primer alcalde musulmán de Londres
El candidato se impone al conservador Zac Goldsmith por 57% a 43% en segunda vuelta
Sadiq Khan será el primer regidor musulmán de una capital occidental. Con la elección del candidato laborista a la alcaldía de Londres, la ciudad global exhibe su esencia multicultural en medio del auge de los populismos xenófobos a uno y otro lado del Atlántico. La victoria lanza un mensaje de integración a una Europa golpeada por el terrorismo islamista. Y proporciona una tabla de salvación a Corbyn, que no capitalizó el desgaste del Gobierno en las elecciones del superjueves.
Los londinenses eligieron entre dos perfiles antagónicos. Sadiq Khan, de 46 años, hijo de un conductor de autobús paquistaní, criado en una vivienda de protección oficial y educado en la escuela pública, se medía con Zac Goldsmith, de 41 años, multimillonario heredero de una dinastía de banqueros judíos, educado en el elitista colegio de Eton.
La contienda, también, encarnó el debate identitario que divide al país de cara al referéndum de junio sobre la permanencia del país en la Unión Europea. Khan es un ferviente europeísta, Goldsmith apoya el Brexit.
La batalla no será recordada por un debate de ideas sobre los graves problemas —medioambientales, de transporte y de vivienda— que acechan a la ciudad global. Goldsmith jugó la baza del miedo y acusó a Khan, que antes de la política ejerció de abogado pro derechos humanos, de relacionarse con radicales islamistas. Khan contestó acusando a Goldsmith de islamofobia. Ayer, las críticas internas a la agresiva campaña tory no esperaron siquiera a que se proclamará el ganador.
La victoria en la capital, por 57% frente al 43% de Goldsmith en segunda vuelta (los votantes eligen dos preferencias y, si ningún candidato supera el 50% en primera vuelta, entran en juego las segundas opciones), salvó al líder de la oposición en un superjueves en el que todos ganaron y todos perdieron. El Partido Laborista, que afrontaba su primer examen en las urnas desde que giró a la izquierda de la mano de Corbyn, mantiene a duras penas su supremacía en la política municipal. Pero pierde apoyo respecto a las municipales de 2012, en que Ed Miliband cosechó una gran victoria tres años antes de caer derrotado en las generales.
Los comicios entre elecciones generales suelen deparar castigos al Gobierno. Pero la oposición no supo rentabilizar el desgaste del Ejecutivo de Cameron, dividido ante el debate europeo, con unos rigurosos últimos Presupuestos que provocaron la dimisión de un ministro, y tocada la popularidad de su líder por el escandalo de los papeles de Panamá.
Los conservadores, en su primera cita electoral tras la mayoría absoluta en las elecciones del año pasado, pierden la capital y bajan respecto a su resultado en aquellas generales. Pero, convertidos en la segunda fuerza en Escocia, liderarán la oposición a los independentistas del SNP. El antieuropeo UKIP, por su parte, gana apoyos y entra en un cuerpo electo más: la Asamblea Nacional galesa, en la que los laboristas bajan pero siguen mandando.
Entre las lecturas a las que se prestaba la jornada electoral —municipales en Inglaterra y nacionales en Escocia, Gales e Irlanda del Norte—, se impuso la de la primera prueba de fuego para el laborismo de Corbyn. Desde que tomó las riendas en septiembre, su liderazgo ha zozobrado en la polémica, y sus críticos no han cesado de desafiar un proyecto que consideran un suicidio electoral.
Un resultado catastrófico podría haber acelerado la rebelión que se fragua silente entre el sector más centrista del partido. Corbyn ha salvado los muebles. “Nos mantuvimos y en muchos sitios crecimos”, dijo el líder laborista. Pero el resultado está lejos de ofrecer optimismo respecto a sus posibilidades de convertirse en primer ministro en 2020.
El tercer alcalde de Londres —la figura se creó en el 2000— será laborista, después del parentéis conservador de ocho años cortesía de Boris Johnson, convertido ahora en la cara visible del Brexit. Pero en el eventual viaje de vuelta del laborismo a Downing Street pesa más la derrota en Escocia que la victoria en la progresista capital.
“No se le puede juzgar por ocho meses en el cargo”, advirtió su fiel aliado y portavoz de Economía, John McDonnell. “Va a necesitar más tiempo”, añadió Tom Watson, vicepresidente del partido. Una ración de tiempo es lo que ha ganado Corbyn. Y su partido gana la baza del mensaje integrador que lanzará un musulmán desde la alcaldía de Londres.
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