Hay muchos periodistas en la nómina del Nobel de Literatura, aunque ninguno hasta ahora galardonado estrictamente por su obra periodística. Formalmente, tampoco es el caso de Svetlana Alexiévich, distinguida por la Academia Sueca por “su obra polifónica, un monumento al sufrimiento y al coraje de nuestro tiempo”; aunque, si nos acercamos a sus narraciones, no encontramos ficción, poesía o literatura dramática, los géneros usualmente valorados como literatura, sino unos relatos casi siempre en primera persona de millares de desconocidos ciudadanos rusos y de las antiguas repúblicas soviéticas, gente común que explica sus propias vidas, emociones, experiencias e ideas. Los libros de Alexiévich tienen mucho de historia oral e incluso de antropología social, también de memorialismo colectivo o coral, pero son ante todo fruto de un trabajo periodístico. El buen periodista es aquel que sabe preguntar y, sobre todo, repreguntar, hasta extraer el máximo grado de verdad de sus entrevistados. La Nobel bielorrusa, además de poseer el don de hacer hablar a la gente hasta confiarse a su interrogadora, tiene la virtud antiperiodística de la paciencia. Su trabajo es persistente y lento. Charla con sus testigos durante meses en entrevistas sucesivas; repasa las transcripciones de las grabaciones una y otra vez, y deja, al final, que reposen durante años hasta componer, mediante un trabajo de montaje narrativo muy cuidado, esos libros polifónicos sobre los grandes acontecimientos trágicos del pasado soviético.
Los libros de los que dispone el lector español tratan sobre tres tragedias profundamente soviéticas, como son la guerra contra Hitler vista por las mujeres (La guerra no tiene rostro de mujer), la catástrofe de la central nuclear (Voces de Chernóbil) y el hundimiento de la Unión Soviética misma (El fin del ‘Homo sovieticus’). Falta Los muchachos del zinc, libro que aquí no ha sido traducido, sobre la última guerra soviética, la de Afganistán (1979-1986), en la que murieron 50.000 jóvenes soviéticos y precedió en poco tiempo al hundimiento del comunismo. Cada uno de ellos, como las propias historias individuales que los componen, puede leerse por separado, pero juntos conforman un gran friso narrativo, una narración de narraciones que trata al final sobre una tragedia única y es una especie de Las mil y una noches del horror y la mentira del sistema soviético.
La obra de Alexiévich da la razón a Vladímir Putin sobre la envergadura de la catástrofe geopolítica y de la tragedia humana que ha representado la desaparición de la URSS. Con una salvedad notable: siendo un auténtico réquiem narrativo por el imperio desaparecido, extiende el carácter trágico y catastrófico del acontecimiento a la historia soviética entera, al igual que extiende su denuncia del estalinismo al propio Putin y a los nostálgicos que pretenden resucitar los instintos soviéticos a través de los ensueños imperiales rusos.
La obra de Alexiévich es también una revancha del periodismo, que busca las fuentes más modestas y las experiencias más sencillas para explicar lo que fue silenciado durante las siete décadas soviéticas. Algo hay de terapia personal y colectiva e incluso de penitencia personal por el consenso y la aquiescencia con el régimen soviético, compartidos por casi todos, también por la escritora en su juventud. Basta con leer los ‘Apuntes de una cómplice’, con que abre el ‘Homo sovieticus’, y la ‘Entrevista de la autora consigo misma sobre la historia omitida y sobre por qué Chernóbil pone en tela de juicio nuestra visión del mundo’, en Voces de Chernóbil. Esta no es una literatura amena ni de entretenimiento. Como las literaturas del Holocausto o del Gulag soviético, géneros bien característicos del sangriento siglo XX, estas son narraciones estremecedoras, más para el llanto que para la alegría de la lectura, y todo lo contrario del periodismo efímero y frívolo. Estas narraciones verdaderas, que dan voz e identidad a millares de personas, pertenecen a una especie de periodismo profético y trágico, que nos proporciona visiones del apocalipsis en pleno siglo XX e incluso nos advierte respecto al futuro a través de las estampas soviéticas de la guerra o de la catástrofe. (La guerra no tiene rostro de mujer. Svetlana Alexiévich. Traducción de Yulia Doblovolskaia y Zahara García González. Debate. Barcelona, 2015. 368 páginas. 21,90 euros. El fin del ‘Homo sovieticus’. Svetlana Alexiévich. Traducción de Jorge Ferrer. Acantilado. Barcelona, 2015. 656 páginas. 25 euros. Voces de Chernóbil. Svetlana Alexiévich. Traducción de Ricardo San Vicente. Siglo XXI. Madrid, 2006. 300 páginas. 15 euros.)
Comentarios
No he leído ningún libro de Svetlana Alexiévich, ni creo que lo haga a partir de ahora pues considero que los premios Nobel, incluido el de literatura, están muy desacreditados, obedeciendo muchas veces más a intereses que a méritos. Dicho eso, considerar que la desaparición de la URSS represento una catástrofe geopolítica y una tragedia humana, me parece una interpretación equivocada. La existencia de la URSS, se basaba en dos cosas. Una ideología, el comunismo, que fracaso totalmente. Y en el uso de la fuerza, pues lo único que mantenía unidos a los países que integraban dicha organización era la fuerza militar del régimen comunista que gobernaba desde Moscú. La economía de los países de la URSS se caracterizaba por estar muy subvencionada y tener bajos salarios. Seguramente la transición a un sistema capitalista haya sido dura para algunos sectores sociales, pero a pesar de ello es innegable que la vida de la inmensa mayoría de los ciudadanos pertenecientes a países de la ex URSS, por ejemplo de Rusia, ha mejorado mucho desde entonces.
La URSS acabó hace 25 años y a partir de entonces cambió el mundo. Ahora, con la guerra declarada por parte del islam sunnita-wahabita y todas las consecuencias que está empezando a provocar, en todas partes empezando por Europa, va a volver a cambiar también.Creo que este es el "cambio" que nos debería preocupar más porque nuestros derechos, libertad, bienestar y nuestra forma de vivir está directamente amenazada.Svetlana Alexievich describió un mundo que ya no existe... me interesan más los escritores que se atreven a bucear en el mundo en el que estamos viviendo y a iluminar lo que nos viene por delante.
casla estoy de acuerdo. La URSS no existe, Yugoeslavia tampoco y tampoco China se parece mucho a la China de Mao. Son otros tiempos.Eso si, tampoco Siria, Irak y Libia son lo que eran hace unos años, y vaya si estamos notando el cambio.En cambio nuestros amigos sauditas, kuwaitíes y qataríes siguen exactamente igual que hace décadas solo que bastante más atrevidos y agresivos. Debe ser la fuerza del dinero.Tampoco Europa es lo que soñábamos hace un tiempo que iba a ser. Las cosas van a peor y no parece que las élites que mueven los hilos sean capaces de remediarlo.
En la novela tradicional, la metáfora stendhaliana sigue siendo válida: un espejo al borde del camino. La ficción literaria se constituye como “otra” realidad y el novelista se esmera en que los elementos de ese ámbito referencial externo queden integrados en una construcción imaginativa cuya coherencia permita al lector reconocer, tal que un reflejo del mundo que percibe, hechos, circunstancias y relaciones sobre las que es posible pensar profundizando en sus distintos niveles de representación: psicológicos, sociológicos…estéticos o formales en sentido amplio. Las obras de Alexeievich, como la de algunos otros periodistas “de libro”, no se basa en la construcción ficticia, son menos espejo que ventana, menos instrumento inmóvil a la vera del camino que desplazamiento consciente por confines en distinto grado accesibles de la realidad. Al escritor toca limpiar el cristal y pulir su transparencia para que la precisión de la visión no sufra de otros defectos que los de la propia mirada del periodista/autor. .Un fotógrafo de prensa, Philips Jones Griffiths, que realizara grandes fotografías de la Guerra de Vietnam, solía decir que su “oficio consiste en registrar la historia; es imposible no sentirse implicado, pero no tiene sentido llorar, porque no se puede enfocar con lágrimas en los ojos”. El periodista, en efecto, debería ser un testigo de la realidad, si fuera más allá de esto no sería un testigo fiable. Por desgracia, este componente ético del testimonio resulta cada día más raro. La aspiración del periodista no se limita muchas veces al registro pasivo, impersonal, objetivo de la historia. El periodista que entra en la cadena de montaje de noticias de una empresa de comunicación intenta a menudo crear una historia, intenta graduar la relevancia de los hechos de que dispone de manera tal que la forma elaborada por su experiencia en el oficio obtenga un valor añadido en el “mercado editorial”. Es más, a menudo lo que verdaderamente importa al que relata una noticia es aquello que proviene no de la realidad que observa sino de la realidad en que su trabajo adquiere valor. El periodista que se implica emocionalmente en el aspecto y consecuencias de una serie de circunstancias sociohistóricas corre el riesgo se sesgar no sólo el relato sino la misma visión de los acontecimientos que ocurren en su presencia; pero no se trata del único sesgo posible, sin embargo, el distanciamiento afectivo no constituye una salvaguarda que garantice el análisis desprejuiciado..El estado ideal para la confección de un artículo, de un libro o de una imagen debería encontrarse en la total independencia de cada uno de los pasos que comporta el trabajo periodístico: variada recopilación de fuentes; análisis del material al margen de la ideología; publicación por medios sin interés directo o mediato en el asunto concreto, etc. En general, el periodista carece de la competencia necesaria en multitud de materias, que exceden su preparación académica o simplemente su experiencia vital. Cada noticia implica un aprendizaje y cada testimonio periodístico un doble compromiso: el de buscar las referencias competentes que iluminen la realidad y el de transmitir con pulcritud lo que con esa ayuda se ha percibido. .En una entrevista a Hannah Arendt, en la que ésta relataba sus impresiones sobre el juicio a Adolf Eichmann, la gran pensadora política del siglo XX realizó una observación que parece el mínimo exigible a cualquiera que trabaje en la elucidación de asuntos de trascendencia pública: “antes que la verdad, me preocupa la imparcialidad”. Sólo desde la imparcialidad se puede aspirar a la verdad. Y es que, además, la”verdad”de que estamos hablando no tiene carácter científico, apodíctico, sino argumentativo. Cuando Alexeivch recurre a la coralidad de los testimonios y a la profundización en cada experiencia particular, la imparcialidad del periodista/autor colleva hallar contradicciones con los propios prejuicios y con aspectos del paisaje histórico o sociológico que a los propios protagonistas acaso costaría o incluso no interesaría reconocer. .La serie de libros publicados por la escritora bielorusa componen una suerte proceso de desvelamiento del ámbito soviético en sucesivas etapas, un requiem –usando el símil de don Lluis- por la mentira sobre la que se construyó el mito de la “patria de los trabajadores”. Porque a lo que asistimos en los cuatro periodos descritos por Alexeievich (desde la Gran Guerra Patria hasta el fin del comunismo pasando por los dos grandes fiascos, el imperialista y el tecnológico) es a una exposición de las grietas progresivamente más profundas de un cuerpo social a cada momento más alejado de la presentación artificiosa y de la propaganda oficial. Cuando imagen y realidad resultaron tan constratantes que ya no hubo forma de ocultar la decadencia, cuando la Glasnost reveló que la URSS no era sino un experimento fracasado que sólo se había mantenido por el efecto abrumador de la represión, el “Homo soviéticus” se convirtió en una variante extinta del Zoon Politikon y la Rusia posterior, un ámbito en busca de una nueva representación de sí mismo. La nostalgia por la extinta URSS, la vuelta a la geopolitíca pseudoimperial, la reincidencia en el mecanismo propagandístico como manera de soslayar la búsqueda democrática del bienestar, la constitución de una nueva nomeklatura entorno al dinero que el autócrata y su camarilla controlan, etc, no son, a la postre, otra cosa que una forma de reconocer el extravío al que condujeron siete décadas de mendacidad. La necesidad vital del ruso de ser genuino y no común, hecho aparte y singular, no hecho normalizado en la vecindad de Europa y Asia, ha deparado así el “caso Putin” como una expresión de tantas frustraciones acumuladas como salen a la luz en las obras de Alexeievich.
ECO: Efectivamente, la vida en Rusia ha mejorado mucho tras la caida del comunismo y la llegada del capitalismo ''salvaje''. Pero como se trata de Rusia, CASLA no le ha discutido nada, pareciera que para CASLA en Rusia el capitalismo ''salvaje'' es bueno.
La imparcialidad es solo una utopía. Desde la primera hasta la última palabra o letra que decimos y escribimos está llena de intención. Así debe ser y así es todo más fácil de entender. La pretensión de colocarse por encima de bien y del mal, en posesión de la verdad (o de la imparcialidad), es un intento pueril de convencer a los demás de nuestras ideas de la forma mas deshonesta que hay; cubriéndonos con un sayón imparcial, bajo el que ocultamos los argumentos, nuestras verdaderas intenciones. Es por ello que deseo que se entienda bien lo que digo.La institución del Nobel está politizada, para mayor gloria del imperio occidental. La concesión del premio Nobel de Literatura a Svetalana Alexievich es un ejemplo más de la académica voluntad de sus miembros, de elevar al imperio occidental por encima de sus enemigos, humillándolos. Hay ejemplos notables en la infame historia de los Nobel como la de aquel ruso Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn, al que en 1970 la academia concedió el premio Nobel de Literatura. Solzhenitsyn era un anticomunista rabioso, además de integrista ortodoxo y antisemita, que glorificaba a Franco y criticó a EEUU por retirarse de Vietnam. Esto sin embargo no fue obstáculo para que le concediesen el preciado galardón. Una vez usado lo tiraron a la basura del olvido, sobre todo cuando criticó la Rusia de Yeltsin que tanto se añora por estos lares. Yeltsin fue el último caballo ruso que montó occidente, según las palabras de Bush padre. Desde entonces los ataques al pueblo ruso son constantes, a pesar de que ya no son comunistas y profesan una economía de mercado. A pesar de que los comunistas están en la oposición testimonial. A pesar de que ya no existe la Unión Soviética, todos los esfuerzos y toda la dedicación que se pongan en reducir al enemigo serán bienvenidas. Con este premio se le envía un mensaje para Rusia, además es un guiño a Bielorrusia, a quién el imperio occidental quiere conquistar o comprar, con una posible cancelación de las sanciones que se yerguen amenazantes sobre las cabezas de sus ciudadanos. De producirse podría convertir al país en otra Ucrania u otra Libia, si se deja querer con los cantos de sirena del imperio occidental.No solo es un hecho evidente la falta de imparcialidad de Alexievich, la premiada escritora fue encontrada culpable y tuvo que indemnizar a sus víctimas, por tergiversar los testimonios que había recogido en su trabajo de campo, para documentar una de sus novelas. Eso no importa porque su trabajo se ha visto premiado hoy y puede seguir siéndolo si se mantienen en esta línea. Evidentemente que a la autora le importa un bledo el pueblo ruso antes y después de la URSS. Sus maneras fueron siempre claras y cargadas de intención. Su oposición patológica a Putin es su virtud y su máximo activo para alzarse con el galardón. El premio es, una vez más, una cortina de humo para cubrir las vergüenzas propias de occidente, que es el verdadero imperio y no otro. EEUU tienen destacamentos militares en más de 130 países. Lleva más de 50 años de guerras preventivas, con el único propósito de mantener su hegemonía. No digo que no sea una ambición legítima, tan legítima como el esfuerzo de los demás por arrebatarles, si no todo, sí un pedazo del pastel. Si quieren un consejo lean “La paz del secretario” de Geir Lundestad
casla, efectivamente Alexiévich describe un mundo que ya no existe pero lo que describe permite darle voz a aquellos que el régimen acalló con su represión feroz, un régimen que aún niega las desapariciones forzadas, las deportaciones de millones de personas y crímenes de diversa índole para no compensarles. Leer la historia personal de aquellos soviéticos que crecieron en un país controlado por líderes paranoicos no es melcocha nostálgica pero le permitiría entender la frustración, el resentimiento y las aspiraciones de los rusos modernos.
orín, empieza hablando sobre la imparcialidad y crítica abiertamente a Alexiévich por su postura anti-putin, sin embargo, termina defendiendo la ambición legítima de los eeuu para mantener su hegemonía, y por extensión, de todos aquellos que pelean a los americanos su depazo de pastel. O sea para ud los países invadidos o agredidos deben aceptar su minosvalía porque los americanos y/o cualquier hijo de vecino tienen la ambición legítima de mantener e imponer su hegemonía aun a costa de romper las leyes internacionales. Muy profunda reflexión.
Lieberman | 13/12/2015 21:56:21Es sorprendente que no conozcas mis opiniones sobre Yeltsin, Gaidar, Chubais, Berezovsky, Jodorkovsky y demás oligarcas... que estuvieron a puntito de destruir a la propia Rusia en la década liberal... ¡Con la cantidad de veces que me he referido a ese periodo... En cuanto a Putin... hasta te he recomendado el libro de Masha Gessen para que disfrutaras....Si leyeras más, y encima recordaras lo que lees, no quedarías una y otra vez en evidencia... Todavía no nos has contado que piensas de las medidas que proponen los candidatos republicanos para "integrar" a los musulmanes... visto que lo que pasó en California no es muy diferente de lo que está pasando aquí... solo es cuestión de número.... ¿Estás de acuerdo con Trump, se queda corto o largo...?
orin | 14/12/2015 0:57:12Solyentisin solo fue "bueno" mientras sus críticas al régimen sirvieron a la causa.Por eso le dieron el nobel y todo lo demás. Una vez que dejó de ser útil, y empezó a defender la civilización rusa (para él y para muchos por allí, Rusia es una civilización propia y diferente de occidente), cuando empezó a poner a caldo a los "demócratas y liberales" rusos que tan bien estaban despanzurrando el país.... le aplicaron la medicina habitual... el silencio. Simplemente desapareció y no se volvió a hablar de él... pero a cambio ya le habían buscado sustitutos.... siempre hay uno a mano. Ahora es Navalny, el gran liberal, y antes lo fueron otros.El problema es que los "desagradecidos" ciudadanos rusos prefieren al "chico" que puso Yeltsin... y que nos acabó saliendo "rana". ¡Qué gran disgusto!.
AMA | 14/12/2015 11:37:01Supongo que, ya puesta, Alexiévich además de hablar de las desapariciones y de los crímenes de Stalin (que están bastante documentados y hay toneladas de datos en la red), también se habrá dedicado a darle voz a los que "desaparecieron" en la gloriosa década liberal encabezada por Yeltisn. Es decir que supongo que hablará de los 12 millones de personas que "desaparecieron" de las estadísticas como por arte de magia.... Que hablará de las desapariciones que se produjeron en el PIB que se quedó en menos de la mitad... que nos ilustrará sobre como aquellos gloriosos liberales convertidos en oligarcas y dedicados a la "mayor redistribución de activos" de la historia.... acabaron teniendo tanto dinero.... en Occidente y con dos, tres o cuatro nacionalidades....Espero que nos cuente que le pasó al ruso de a pié, cuyas pensiones se licuaron, cuya sanidad universal desapareció... que pasó con los colegios, con los profesores, incluso con la mayoría de los militares...Fíjate el material que debe tener a su disposición para contarnos sobre el asalto al poder por parte del crimen organizado... de las mafias rusas, chechenas, georgianas... de la cantidad de honestos funcionarios que fueron "liquidados" por oponerse a la "redistribución".A lo mejor usted le ha leído algo al respecto.... si es así me encantaría que me dijera cuales son porque, la verdad, me interesa bastante más lo que pasó ayer y lo que pasa hoy que lo que ocurrió con un régimen que desapareció va para 3 décadas... y no digamos un dictador que está criando malvas desde hace 60...Me alegro que Alexiévich esté bien de salud y recibiendo, nada menos, el nobel... Me apena que nadie hable por ejemplo de Jlébnikov que algo nos contó sobre los orígenes de la Rusia actual... ni del premio que le dieron.... Debe ser todo una pura "casualidad".
casla, si a ud le alegra saber que Alexiévich goce de buena salud, igualmente, a muchos ciudadanos del mundo lo que ha pasado o deje de pasar en una rusia que no deja de crecer les es intramuscular; si tanto defiende a los rusos de pie pídale ud a esos rusos que perdieron la mitad de lo que tenían que le expliquen qué han hecho para recibir alguna compensación por esa injusticia.
@AMA. Celebro haber creado en usted un instante de confusión, es un buen comienzo para cualquiera que honestamente desee adquirir una conciencia del mundo que le rodea. Todos los seres humanos nacemos con una carga de prejuicios que nos vienen de fábrica, en función de la época y sociedad a la que fuimos arrojados y dentro de ella la familia y la clase social a la que pertenecemos. Esto unido a nuestras propia experiencia, hacen que tengamos una perspectiva propia del mundo que nos rodea. En el mejor de los casos nuestras opiniones no son algo premeditado sino consecuencia de lo que somos y nos tocó vivir. Svetlana Alexievich es además periodista. Esta condición la aleja aún más de una posible imparcialidad sobre los asuntos trata y que le interesan, aquellos sobre los que demuestra una gran memoria, mientras que se vuelve desmemoriada para aquellos asuntos que no le interesan. Ese es el fin último del periodismo, poner el foco sobre un hecho. Al poner el foco sobre un asunto en particular, se está justo desenfocando el resto del universo, creando la falsa sensación que es lo enfocado el patrón y la medida justa de todas las cosas, sin admitir que se desprecia el resto de hechos, en beneficio de lo enfocado, de nuestra perspectiva. En el caso de la periodista, esta ha hecho foco en el lado negativo del "alma rusa", sus fracasos y tragedias. Una vez pasa al lado oscuro, bajar al infierno del alma rusa, tampoco garantiza que se haya comprendido ni siquiera, las debilidades y defectos de ésta, En último extremo no podemos afirmar que atrapar la esencia del alma rusa negativa y fracasada (si esto hubiese sucedido algo poco probable) , sin contraponer la parte positiva de sus logros, esfuerzos y entrega, tenga un intención purificadora, sino mas al contrario parece buscar la ovación de los que ahora la premian con el galardón del Nobel.Hay una buena lista de posibles candidatos que nunca alcanzarán el premio Nobel de literatura porque, como Svetlana Alexievich, pusieron el foco en lo más negativo y obscuro del "alma occidental", colonizadora y exterminadora de pueblos, guerrera y cruel, despiadada con sus enemigos. Es más cómo buscar la autocomplanción magnifcicando los defectos de nuestros enemigos, otorgando premios a aquellos que los ponderan. Mucho más incómodo y difícil resulta indagar nuestra propia alma occidental, de los últimos siglos, sangrienta y despiadada. Tan doloroso resulta que la cura puede ser una cataplasma con los defectos de nuestros enemigos. En otra esfera de comprensión del mundo que nos rodea situamos al ser humano biológico, en su legítima lucha por alcanzar los recursos que le rodean. Lejos de los prejuicios de la civilización, en el espectro de la especie humana, ninguno es más digno que otro en su pretensión de alcanzar sus objetivos, dado que el lenguaje y la moral no existen. Para entenderlo tenemos que volver siempre a Darwin.
AMA | 14/12/2015 13:50:45Lo que hagan, o dejen de hacer, los rusos... es asunto suyo, no me gusta meterme en casa ajena a decirle a sus dueños lo que tienen que hacer.Les deseo que les vaya bien y que acierten a la hora de elegir... En cuanto a Alexiévich... felicitarla por el nobel y desear que nos deje unos cuantos libros explicándole al mundo lo que ha pasado en Rusia desde 1990 hasta nuestros días.... que seguro que es también muy interesante.
CASLA: ''los republicanos'' no tienen posición conjunta sobre los musulmanes, eso es un invento tuyo!! Explícanos tu lo siguiente: ¿Cuando un negro será Primer Ministro, o millonario, en Inglaterra? Nunca! ¿Cuando un árabe será Presidente, o millonario en Francia? Jamás! ¿Cuando un turco será Canciller, o millonario, en Alemania? Ni en sueños! Explícanos porqué NUNCA ocurrirá eso, y déjate de bla bla bla sobre integración de inmigarntes, pues en EE.UU. hay Presidente negro dos veces, y miles de millonarios de todos los colores y religiones!! Tu mientes, no pasa lo mismo en Europa que en EE.UU., no le llegáis ni a los zapatos en NADA!!
Lieberman 2 | 14/12/2015 17:58:56 ¿Dónde he dicho yo que los republicanos tengan una posición conjunta?. En ningún sitio. Se inventa el truco.... para no responder.Dije, y mantengo, que "Todavía no nos has contado que piensas de las medidas que proponen los candidatos republicanos para "integrar" a los musulmanes... "Que opinas de lo que dice Trump y de lo que dicen los candidatos que le critican..., de lo que dice Bush, Rubio, Cruz...etc. Venga Lieberman dinos lo que piensas al respecto. Presidente no se pero ministros ya ha habido... aunque tú no te hayas enterado...Sin ir más lejos Nicolás Sarkozy, es un político francés de ascendencia húngara, judía y griega...DSK que, si no llega a ser por su "mala cabeza" ahora posiblemente estaría en el lugar de Hollande tiene ascendencia judía.... También el primer ministro de Ucrania es judío... aunque intentó hacerse pasar por cristiano....El de San Bernardino era "puro" americano porque había nacido allí... igual que cierto "líder" terrorista que llegó a número dos de su organización y al que tuvisteis que cazar con un dron... por alguna razón.Venga Lieberman, cuéntanos quien, en u opinión, tiene razón...¿Trump?. ¿Rubio?. ¿Bush? ¿Cruz?.Ahora la pelota está en tu tejado, Lieberman...
Lluís dice:” y deja, al final, que reposen durante años hasta componer, mediante un trabajo de montaje narrativo muy cuidado”. ¿Años?… umm…. Muy delgado el distingo que se hace aquí entre novelista y periodista…Svetlana Alexiévich y su construcción didáctica o discurso “apodíctico”, “demostrable”, según nota del articulista. El trabajo de Svetlana se da tanto en la novela de ficcion como en el periodismo de Svetlana. Su trabajo es muy personal, de tonos y visos psicoterapéuticos en que lo ya “ido que dejó de ser”, cala profundamente en la “añoranza del romance de la memoria histórica soviética”. Veamos esto sucintamente. Toda construcción (del verbo, construir) literaria (del verbo latín, letters) no es nada más que un sistema de trucos-literarios que reproduce la historicidad a base de “significantes” y “significados”, en otras palabras, es una construcción “man-made-things”; por tanto, toda “construcción discursiva” hecha por el hombre corresponde al género de la “ficción” como algo que se opone a lo natural, lo eterno, lo autónomo, lo transcendente o lo universal. Aquí, la acumulación de un largo trabajo de datos, testimonios-verídicos de millones de rusos, y desprejuicio-ideológico o “imparcialidad que asume como periodista” se opone al concepto real de la historicidad misma, a lo contingente o a la misma realidad material. Por tanto el discurso de Svetlana Alexiévich no puede existir fuera del tiempo como algo autónomo fuera de tiempo y lugar. Por eso, todo discurso cultural, eg.: arte, libros, grafitis, pintura, murales, cartas, testimonios, imágenes, etc., es a final de cuentas, un trabajo de autoría muy personal y de un profundo carácter ideológico, y hasta terapéutico…PD: no saquemos cerezas del canastillo, sabemos que la alborada de Ted Cruz, M. Rubio, D. Trump… cualquiera de los tres sirve de sobra para recuperar lo perdido… John Quincy Adams, Theodore Roosevelt y más tarde en la IIGM con la repatriación japonesa… Trump, promete lo mismo…
CASLA: Sigues echando balones fuera. Ningun negro, árabe o turco llegó a Presidente o a Millonario en Inglaterra, Francia o Alemania. ¿Que coño tiene que ver un judío nativo con ésto? Tu cinismo e impotencia argumental dan risa!
Sin mayor conocimiento de la obra de Svetlana Alexiévich, pero entendiendo las dificultades a las que se enfrenta el periodismo maduro, riguroso y honesto, ya sean las asociadas a sus apetitos como a las ancladas al sesgo que provoca la contaminación ideológica y en clara cuenta de la histórica utilización política de los Premios Nobel, se puede agregar: La metástasis sóviet-ruso no solo hizo la vida miserable a las personas y arruinó a las naciones cercanas que negociaron y pactaron con su ideología mentirosa, como destaca la autora en su honesto ‘Apuntes de una cómplice’, sino también corrompió a las naciones lejanas donde la avidez y vulnerabilidad intelectual fue su vehículo preferido, como Francia, y donde la precariedad o falta absoluta de Educación Cívica resultó en un magnifico caldo de cultivo como España, China, Corea, Vietnam, Cuba, Chile, Angola, etc. Cuyos resultados de Guerra Interna, miseria y muerte están perfectamente documentados. Sería bueno que los más jóvenes no se resistieran a revisar el trabajo de la autora con el discurso de que la URSS ya no existe y que corresponde a simples perversiones intelectuales del pasado, argumento repetitivo en algunos poco dados a la reflexión profunda y a una comprensión limitada del mundo actual, porque si algo tiene la ideología de los sóviet es su gran capacidad para disfrazarse de “social” y así infestar a las naciones más jóvenes y vulnerables a la propaganda al mismo estilo y molde soviético. Sobre lo anterior; revísense los disfraces: Sandinismo, Chavismo, Kirchnerismo, el Indigenismo de Bolivia, etc. y de cómo el Régimen de Putin que domina en la Rusia actual se relaciona magnífica y perversamente con estas naciones en la cual la gangrena de la ruina avanza sin contrapeso alguno y evidentemente la propaganda cuenta con el alto auspicio de las cadenas de TV bajo el dominio de Putin y sus cadenas hermanas de Irán y Cuba. (Revísense las emisiones de la insufrible RT en Latinoamérica y el nivel de opiniones que tienen lugar en dicho medio. Los mayores recordarán sin ninguna dificultad a las emisiones de Radio Moscú cuando aun la TV no se masificaba).
Lieberman 3 | 15/12/2015 0:34:04Sigues sin contestar a las preguntas básicas... seguro que tienes buenas razones para escurrir el bulto.Te lo repito, la pelota está en tu tejado.
Augustus Patton | 15/12/2015 5:31:34Es una pena que no pueda culpar a la URSS fenecida hace 25 años (a manos de los mismos comunistas que la gobernaban... para quedarse con lo que era de todos) de la destrucción de Irak, de Libia, de Siria,,, de la aparición del IS, de la destrucción del Yemen, de la barbarie instalada en el Sahel, de boko haram, de las masacres de NY, Londres, Madrid, Paris, Bombai, Sidney y mil sitios más.... pero seguro que se queda con muchas ganas de hacerlo...Los sandinistas, los kirchneristas, los chavistas, los de Evo, Lula... etc llegaron al poder DEMOCRATICAMENTE, cosa que no ocurría con las DICTADURAS que EEUU impuso secularmente en hispanoamérica y que es el origen del desastre actual.Es una pena que ni México, ni Honduras, Guatemala, El Salvador, la misma Colombia... puedan demostrar que los que gobiernan (¡es un decir) allí lo hacen mejor y con mejores resultados que los populistas...Con respecto a Svetlana Alexiévich... nada nuevo que no hayamos visto antes con Pasternak o con Solyenitsin...Si ha decidido "anclarse" en la época soviética en lugar de dedicarse a lo que vino después.... (¡vaya tela!) y a lo que hay hoy... (a Putin lo trajo Yeltsin y fue "bueno" mientras aceptó nuestras órdenes...), está en su derecho, sus motivos e intereses tendrá en hacerlo. Desde luego que de tonta no tiene un pelo.Lo que piensen los rusos de la URSS y de Stalin... asunto de ellos... a mi me preocupa bastante más el siglo XXI...es decir las consecuencias de la globalización, las civilizaciones (sobre todo una muy en particular), el jihadismo, el CAOS que provoca gigantescos movimientos de refugiados (los esclavos del siglo XXI manejados por los mismos que lo hacían siglos atrás...),Compruebo una vez más que usted contra la URSS vivía mejor y se divertía más... pero el tiempo no pasa en balde.
CASLA: Te contesto: no me gusta nada tu amigo El Assad ni los gases que usa para gasear a su pueblo. Vale!
LA policía belga localizó al terrorista belga Salah Abdeslam 48 horas despues del atentado en París, en su barrio de Molembeek, en Bruselas. Pero no lo detuvo porque ... era de noche!! En Bélgica no se puede detener a terroristas entre la 1 y las 5 de la madrugada!! VAYA!! ¿Es esta la lucha antiterrorista europea? ¿La diseña Europa, o el ISIS?
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Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).