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La ortodoxia contra Podemos

La presencia de los comunistas dificulta fenómenos como Syriza o la formación de Iglesias

El comunista Jerónimo de Sousa, en el centro, en la campaña en Setúbal.
El comunista Jerónimo de Sousa, en el centro, en la campaña en Setúbal. CARLOS SANTOS (EFE)

Un 20% de la población activa con el salario mínimo (505 euros); medicinas con el 23% de IVA, el café también, rebajas en pensiones y salarios… Sobran los motivos para que germinen en Portugal nuevos partidos, al estilo de los nacidos en Europa, unos antisistema, otros xenófobos. En Portugal no hay ni unos ni otros. “Aquí tenemos al PC”, zanja el profesor Marcelo Rebelo de Sousa.

En 1975, el Partido Socialista (PS) tenía el 37,8% de los votos; la suma de centroderecha PSD-CDS, el 35%; y el PC, el 12,4%. Cuarenta años después, los resultados del domingo no van a variar mucho. “El Partido Comunista es un factor de estabilidad institucional y motivo fundamental para que movimientos como Podemos no cuajen en Portugal”, explica Rebelo de Sousa, que lo ha sido todo con el PSD, y ahora, además de profesor universitario, es fenómeno mediático. Cada domingo comenta la actualidad y arrastra al 40% de la audiencia. Su prestigio le tienta a presentarse a las elecciones presidenciales de enero. El líder comunista Jerónimo de Sousa ha seguido el camino trazado por el carismático Alvaro Cunhal.

“Otro factor que impide el nacimiento de nuevos partidos es el CDS [va en coalición con el PSD]”, sigue Rebelo de Sousa. “Es un partido de poder, pero también de contestación populista, que frena o controla cualquier movimiento por la extrema derecha”.

“El tercer factor son las corrientes que tienen los dos grandes partidos, el PS y el PSD. Los socialistas van desde el centrista Guterres a Alegre, que representa a la izquierda radical y atrae a los más jóvenes. En el PSD hay corrientes cristianas, liberales, sociales, populistas... Si aparece un nuevo partido, se activa la corriente cercana del PS o del PSD y la absorbe”, razona.

Muchos quieren y ninguno puede

La atomización de la izquierda, cuyo último gajo se llama Agir, parece provocar, al contrario de su objetivo original, que su voto se concentre en los dos partidos de siempre, socialista y comunista. Pero estas son sus principales  alternativas:

Bloco de Esquerda (BE). Nacido en 2000. Quiso atraer a los jóvenes del PC, obtuvo 8 diputados en 2005, 16 en 2009 y 8 en 2011, lo que fomentó una sangría de deserciones. En el congreso de diciembre -con Pablo Iglesias presente- intentó reforzar su unión, pero se cerró con un BE partido en dos y seis portavoces. Las encuestas le auguran una mejoría.

Livre. Marzo de 2014. Su líder, el ex bloquista Rui Tavares, obtuvo obtuvo el 2,2% de los votos en las europeas. Los sondeos le pronostican, como mucho, un diputado. Su organización es la más semejante a Podemos, a base de círculos de ciudadanos. A diferencia del Bloco, no le hace ascos a pactar con los socialistas.

Partido Democrático Republicano (PDR). Octubre de 2014. Un partido personalista en torno a Marinho e Pinto, que se estrenó en política con un acta de europarlamentario y el 7,5% de los votos. Las encuestas le dan un par de escaños nacionales. Una incógnita electoral. El único que no es de izquierdas.

Agir. Marzo de 2015. La última creación de Joana Amaral, ex diputada del BE y creadora de Junto Podemos, que duró de diciembre a enero. Agir (actuar) irá a las elecciones con el Partido Trabajador Portugués (PTP). Cero diputados.

Escisiones sin éxito

Escindidos del PC formaron en2000 el Bloco de Esquerda, algo, se pretendía, más moderno. El Bloco ha tenido el apoyo explícito de Podemos y Syriza, con intercambio de sus líderes en actos internacionales, pero no sus éxitos.

El nacimiento del Bloco de Esquerda supuso la caída del comunismo hasta niveles desconocidos (7%), pero el efecto se ha diluido a la vez que reverdecen las expectativas del PC. Pide salir del euro, subir sueldos, bajar impuestos, subir pensiones y nacionalizar casi todo. Un programa que le da siempre en torno al 10% de los votos, y ahora quizás más. Administra importantes municipios, pero en las generales ni gobierna ni se compromete con nadie.

La abstención en estos 40 años ha crecido del 16,4% al 42% (en España, siete puntos en el mismo periodo). Podemos, Ciudadanos, Syriza o UKIP han conseguido en sus países atraer a sectores desencantados; de momento, no ha sido el caso de los nuevos partidos portugueses. El PC sigue en su sitio. Mientras, van naciendo otros. Escindidos del Bloco crearon Livre y Agir, pero son demasiados partidos para un electorado tan conservador (que vota siempre lo mismo) como el portugués.

A todos los nuevos les une una misma música: ruptura con el poder y con la clasificación izquierda-derecha. Todos son transversales: “Somos rupturistas-creadores. Rompemos con unos modelos de partidos obsoletos”, explica António Marinho e Pinto, la última sorpresa del mapa político por el lado liberal.

A Marinho e Pinto no le cuelga una coleta sino una corbata. Periodista y abogado, el pasado año decidió, con 63 años, lanzarse a la política. En las europeas se llevó el 7,5% de los votos denunciando la casta de la Eurocámara y sus prebendas (a las que no ha renunciado). Quiere recuperar el servicio cívico (o militar) obligatorio; que el 50% del Parlamento se elija en listas abiertas al margen de los partidos… Rebelo de Sousa tampoco le ve futuro: “En las legislativas, el electorado, como siempre, se va a concentrar en los dos grandes partidos y en el PC”.

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