Muere durante una operación de rescate un fiscal turco secuestrado
Los militantes protestaban por la muerte de un joven durante las protestas de Gezi
La toma de un fiscal turco como rehén por parte de un grupo armado de extrema izquierda concluyó este martes con la intervención de efectivos de las fuerzas especiales de la Policía y la muerte tanto del secuestrado como de sus captores. Los agentes abatieron a los secuestradores y el fiscal resultó herido de gravedad durante la operación, por lo que hubo de ser intervenido de urgencia. Sin embargo, al cabo de tres horas, los médicos del hospital Florence Nightingale anunciaron que el jurista no pudo sobreponerse a los disparos sufridos –en la cabeza y el pecho–, efectuados presuntamente por los secuestradores.
Según informó en una rueda de prensa improvisada el jefe de Policía de Estambul, Selami Altinok, las negociaciones con los secuestradores se prolongaron durante 6 horas por vía telefónica y “de buena fe” pero, tras escucharse disparos, los agentes decidieron intervenir y mataron a los “dos terroristas” implicados. Varios periodistas locales aseguraron que, en torno a las 20.30 (hora local), se escuchó una decena de disparos en el Palacio de Justicia donde se produjo el secuestro y, posteriormente, las autoridades turcas explicaron que los captores habían disparado varias veces contra el fiscal. Sin embargo, de acuerdo a la web halkinsesi.tv, ligada al grupo armado implicado en el secuestro, el Partido-Frente de Liberación del Pueblo Revolucionario (DHKP-C), el rehén recibió un disparo de sus captores “después” de que comenzase la operación policial. Para añadir más confusión, halkinsesi.tv, y otros medios turcos, indican que son tres los secuestradores muertos, y no dos como insiste la Policía.
La crisis se inició poco después del mediodía (una hora menos en España) con la toma como rehén del fiscal Mehmet Selim Kiraz en su despacho del Palacio de la Justicia de Estambul. Kiraz dirige la investigación sobre la muerte de Berkin Elvan, un joven de 15 años fallecido el pasado marzo tras nueve meses en coma después de haber sido golpeado en la cabeza por un bote de gas que lanzó la policía durante las protestas de Gezi de verano de 2013.
El DHKP-C amenazó con asesinar al fiscal a menos que los policías presuntamente implicados en la muerte de Elvan hiciesen una confesión de culpabilidad ante los canales de televisión, para ser luego juzgados por un “tribunal popular”, y se diese la orden de liberar sin cargos a todos los manifestantes imputados por haber participado en las protestas desencadenadas tras la muerte de Elvan. La negociación con los secuestradores fue dirigida por expertos de la Policía con ayuda del presidente del Colegio de Abogados de Estambul y se prolongó durante seis horas. Al mismo tiempo, los agentes ordenaron la evacuación del edificio –ya que los secuestradores afirmaron portar explosivos– y efectivos de las fuerzas especiales tomaron posiciones en el exterior, según mostraron los canales de televisión turcos.
El DHKP-C, organización considerada terrorista en Turquía, EE UU y la UE, es heredero de los grupos izquierdistas de los 1970, aunque sus mayores atentados se produjeron dos décadas más tarde. Entre ellos destaca el asesinato de varios militares turcos y estadounidenses o el del empresario Özdemir Sabanci. En los últimos años se han visto involucrados en varios ataques, algunos de ellos suicidas, contra instalaciones policiales o la Embajada de EE UU. Asimismo, sus militantes han luchado a tiros contra organizaciones mafiosas y vendedores de droga que pretendían instalarse en distritos de Estambul controlados por el grupo izquierdista.
El barrio obrero de Okmeydani, del que era originario Berkin Elvan y que está situado cerca del Palacio de Justicia de Estambul, es precisamente uno de los lugares donde se registra más actividad del DHKP-C. En las protestas tras la muerte de Elvan, seguidores del DHKP-C armados con kalashnikov se enfrentaron a los agentes de policía en Okmeydani y éstos hubieron de pedir la intervención de unidades antiterroristas para acabar con los disturbios.
Pese al cierto apoyo que el grupo despierta en barrios como Okmeydani, de población aleví (minoría chií heterodoxa tradicionalmente marginada por la mayoría suní de Turquía), la familia de Elvan y organizaciones de izquierda pidieron al DHKP-C la liberación del fiscal secuestrado. “Queremos justicia. No queremos que nadie derrame ni siquiera una gota de sangre más, ni queremos que otras madres lloren”, demandó Sami Elvan, padre del adolescente muerto, en un vídeo publicado en internet.
Aunque haya concluido, el secuestro del fiscal sigue rodeado de interrogantes, difíciles de solventar, por otra parte, dado que el Gobierno islamista moderado decretó la prohibición de emitir información sobre el caso por razones de “seguridad nacional”. El jefe de la oposición en Turquía, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, se preguntó “cómo es posible entrar armado con pistolas, esposas de plástico y banderas (del DHKP-C)” sin que los servicios de seguridad reparen en ello, en un edificio que fue inaugurado hace sólo cuatro años como uno de los más modernos tribunales del país. Kiliçdaroglu ligó el incidente al corte de electricidad que sufrieron prácticamente la totalidad de provincias de Turquía durante este martes y llegó a insinuar que podría haber “una mano del Gobierno” tras el secuestro.
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