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FEDERICA MOGHERINI | Jefa de la diplomacia europea

“Minsk II es un buen paso, pero no soluciona el problema”

La responsable de la poítica exterior de la UE advierte que si la situación en Ucrania empeora, la UE estudiará más sanciones contra Rusia

Lucía Abellán
Federica Mogherini, esta semana en Estrasburgo.
Federica Mogherini, esta semana en Estrasburgo.FREDERICK FLORIN (AFP)

El despacho de Federica Mogherini está en Bruselas, pero la mayor parte de su vida transcurre de aeropuerto en aeropuerto. Tras una semana frenética que ha coronado con un viaje a Túnez, la alta representante para la Política Exterior Europea recibe a EL PAÍS en una desfasada sala VIP del aeropuerto de Fiumicino, en Roma, minutos después de aterrizar desde Túnez. Allí le aguardan apenas dos días de descanso para volver a viajar a Madrid, donde se reunirá mañana con el Rey y con el presidente del Gobierno, dentro de la gira que ha iniciado por los 28 Estados comunitarios para estrechar lazos con sus dirigentes.

En España pretende “hablar de antiterrorismo; fue el primer país atacado, en Atocha, aunque tendemos a olvidarlo”, observa Mogherini, sin rastro de cansancio pese a haber recorrido casi 5.000 kilómetros en menos de 24 horas. También abordará las relaciones con los vecinos del sur —particularmente la cuestión migratoria— “en un momento en que revisamos nuestra política en esa región”, avanza la jefa de la diplomacia europea. Aunque en Madrid se centrará en esos asuntos, la recién estrenada tregua en Ucrania domina la entrevista.

Pregunta. Los líderes europeos se han mostrado cautos, incluso escépticos, sobre Minsk II, el acuerdo entre Rusia y Ucrania. Usted es quizás la dirigente con un discurso más entusiasta.

Respuesta. El acuerdo constituye una buena oportunidad de parar las muertes y respetar las leyes. Compartimos lo que usted llama escepticismo, que yo llamaría cautela. No es la primera vez que se firma algo y no se aplica. Por eso sabemos que éste es un buen paso, pero no soluciona el problema, que la clave será el respeto al alto el fuego y la aplicación del resto del acuerdo.

P. ¿Cree que hay esperanza?

R. Mi razón para la esperanza es que el plan es muy detallado. Habría sido más escéptica si se tratara sólo de un alto el fuego. La pregunta ahora es si hay voluntad por parte de Rusia. Debemos poner todos los instrumentos a nuestro alcance para que funcione.

P. Si el proceso fracasa, ¿la UE aplicará más sanciones?

R. La discusión está siempre ahí. Las sanciones dependen de la situación en el terreno. Si mejora, pueden levantarse. Si empeora, como ha ocurrido en los últimos tiempos, se incrementan. Ahora igual. Si el alto el fuego trae una mejora, veremos qué hacer con las sanciones. Si empeora, estudiaremos aumentarlas. Incluso en las situaciones más difíciles hemos tenido unidad en esto.

P. Lo que desde luego parece probable es que, si el proceso se frustra, Estados Unidos —y quizás algún país europeo— vayan a armar al Ejército de Kiev. ¿Le parece una buena idea?

R. No ha estado sobre la mesa estos días porque cuando se trata de parar un conflicto no se habla de eso. Obviamente si el proceso no sigue adelante, tendremos que evaluar qué hacemos, en las sanciones y en otros asuntos. Pero comparto la opinión de muchos líderes que han dicho que esta crisis no se soluciona militarmente. Así que añadir armas no ayuda. Los ucranios lo saben bien.

P. Sí, pero los ucranios han pedido armas a los países europeos.

R. No estos días. Ahora la idea es dar una oportunidad a la paz.

P. Viendo lo que sucedió en Mariúpol con el bombardeo a civiles, ¿no cree que fue un poco prematuro comenzar a hablar de relajar las sanciones, como les propuso a los ministros de Exteriores en un documento el mes pasado?

R. El documento no proponía eso. En diciembre los ministros pidieron reflexionar sobre lo que está en juego en la relación UE-Rusia (trabajamos juntos en temas como ébola, terrorismo, Irán, energía, comercio…). Pero en ningún caso había una propuesta para relajar las sanciones. Después de Mariúpol, de hecho, las elevamos porque ese ataque podía haber llevado a una nueva fase del conflicto. Convocar rápidamente a los ministros de Exteriores y pactar contribuyó a que Moscú negociara.

P. ¿No hubo recelos a ese enfoque más aperturista con Rusia?

R. La gran mayoría estaba a favor. Más tarde o más temprano la relación de la UE con Rusia volverá sobre la mesa si este conflicto camina hacia una solución.

P. Otro foco de inquietud para Europa es el yihadismo. Tiene previsto acudir a Washington a finales de mes a un foro convocado por Barack Obama para debatir soluciones. ¿Qué propondrá?

R. Hasta ahora la lucha antiterrorista en la UE era percibida como un trabajo de seguridad interna. Pero la acción exterior tiene que ser complementaria. Hay que tener en cuenta a actores clave de la región, en la idea de la alianza de civilizaciones que promovió España. El mayor reto del yihadismo es que sugiere un choque de civilizaciones. Pero las víctimas están en todos sitios, sobre todo en los países árabes. La idea que llevamos a Washington es un incremento de nuestra cooperación con esos países.

P. Usted se ha mostrado partidaria de abrir un nuevo proceso de paz en Oriente Próximo. ¿De verdad ve oportunidades?

R. No sólo hay que mirar el panorama palestino-israelí, sino la foto global, el árabe-israelí. Veo que hay una oportunidad porque existen tantas situaciones dramáticas en la zona —entre ellas el ascenso del Estado Islámico— que hay un interés de cooperación en la región. En este sentido, veo la oportunidad.

P. Para ello van a esperar a que se celebren las elecciones en Israel, el 17 de marzo. Pero resulta improbable que el nuevo Gobierno difiera mucho del actual.

R. Veo una oportunidad después de las elecciones, gane quien gane. Está claro para Israel y para el mundo árabe que la situación no puede seguir así. Sin un proceso de paz, es insostenible. Lo vimos el año pasado, con el fin de la negociación y lo que ocurrió en Gaza. O se va en la dirección de la paz o en la contraria. Creo que cualquier Gobierno en Israel decidirá sentarse a la mesa. Pero tenemos que asegurar que la negociación no es hablar por hablar. Tiene que haber objetivos concretos. Y un marco internacional, con la UE, EE UU, la ONU, Rusia y nuestros socios árabes.

P. Otro ámbito en el que quiere ganar influencia es América Latina. ¿Qué pretende hacer?

R. Latinoamérica es un aliado natural para nosotros. Nos hemos centrado menos en esa región porque está relativamente tranquila, aunque existen problemas importantes: criminalidad, desigualdades… Los valores latinoamericanos son muy de la cultura europea. Tenemos que invertir políticamente mucho más de lo que lo hemos hecho en el pasado.

P. El cambio más concreto abierto en la región afecta a Cuba. Hace un año la UE inició un proceso para romper el bloqueo institucional vigente desde 1996, pero la reanudación de relaciones entre Washington y La Habana puede restar interés cubano en la UE.

R. Me reuní con el ministro de Exteriores de Cuba hace unos días y encontré gran interés por trabajar juntos. Al contrario, creo que Cuba, a la vista de esta apertura con EE UU, está aún más interesada en dialogar con Europa. No hay competición, sino complementariedad. Será un punto de inflexión.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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