Ucrania dice tener pruebas de la implicación de Rusia en el ataque
Kiev asegura que posee evidencias de que Moscú equipó a los rebeldes prorrusos
Mientras los cadáveres de las 298 víctimas del MH17 se pudren al sol, a 30 grados de temperatura, y se multiplican las presiones sobre Moscú por parte de Occidente —lideradas por Mark Rutte, primer ministro de Holanda, que perdió a 193 nacionales—, las autoridades ucranias afirmaron ayer tener pruebas de la implicación de Rusia en el ataque. En una rueda de prensa en Kiev, Vitaly Naida, responsable de Contraespionaje del Servicio de Seguridad Estatal (SBU, en sus siglas ucranias), mostró fotografías de lo que afirmó que eran tres sistemas de misiles Buk-M1 de camino a la frontera rusa. Aseguró que dos de ellos, lanzamisiles montados sobre blindados, cruzaron la frontera a las dos de la madrugada del viernes, es decir, unas 10 horas después de que el Boeing 777 de Malaysia Airlines fuera alcanzado en pleno vuelo. El tercero cruzó a Rusia sobre las cuatro de la mañana, según Naida.
Kiev también acusó a los separatistas de destruir pruebas sobre el terreno con la connivencia de Moscú, y denunció el supuesto traslado de 38 cuerpos a una morgue de Donetsk por personas “con fuerte acento ruso”, mientras hombres armados dejaban a los equipos de rescate “sin medios de comunicación”.
A la guerra de información y las acusaciones cruzadas entre las partes, se sumaron las cada vez más insistentes presiones internacionales. La canciller alemana, Angela Merkel, telefoneó al presidente ruso, Vladímir Putin, para instarle a utilizar su influencia sobre los rebeldes y lograr un alto el fuego en el este de Ucrania. Ambos convinieron en la necesidad de que una comisión supervisada por la Organización de Aviación Civil Internacional (ICAO) investigue de forma independiente la tragedia. Otros mandatarios, como el holandés Rutte, fueron un poco más allá y advirtieron al Kremlin que ésta es “la última oportunidad” de que dispone para demostrar la seriedad de su compromiso a la hora de aclarar lo sucedido.
La conversación de Rutte con Putin fue “muy tensa”, informa Isabel Ferrer. Muy enfadado, el primer ministro dijo que todos los que no colaboren en la tarea “se convierten en sospechosos”. “Las imágenes que he visto son horrorosas. La gente se pasea entre las pertenencias de las víctimas. Es un auténtico asco”, añadió. Rutte habló también con sus homólogos David Cameron (Reino Unido) y Tony Abbott (Australia). El ministro holandés de Exteriores, Frans Timmermans, se encuentra ya en Ucrania acompañado por ocho expertos en medicina legal, a la espera de órdenes para acceder al lugar del siniestro.
La hipotética destrucción de pruebas es un elemento añadido al espectáculo dantesco de restos humanos diseminados por el campo desde el jueves. En una rueda de prensa, el primer ministro de la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD), Alexandr Borodái, pidió ayer a la misión que los expertos aeronáuticos internacionales que están empezando a llegar a Ucrania, viajen lo antes posible al lugar del siniestro, donde los cuerpos ya se están descomponiendo y son presa de perros y zorros, según contó el dirigente.
“Quiero hablarles de una situación que me parece salvaje e intolerable”, dijo el líder separatista, describiendo un cuadro macabro. Atendiendo las peticiones de la comunidad internacional, aseguró que sus hombres han dejado todo intacto, limitándose a cubrir los cuerpos. Los separatistas niegan que las cajas negras de la aeronave hayan sido localizadas.
La falta de vigilancia y el desorden en el lugar del siniestro eran ayer manifiestos. En Holanda las noticias de pillaje han causado una viva repugnancia, e incluso algunos bancos han reaccionado asegurando que se ocuparán de que nadie utilice tarjetas de crédito de los desaparecidos. “Hemos podido caminar entre los restos del avión, y si hubiera querido podría haberme metido una pieza en el bolso. No parece haber una acción coordinada de localización de lo que ha quedado del Boeing. Hay trozos [del fuselaje] marcados con unas banderolas blancas, pero otros no lo están, y si alguien lo pretendiera, sería fácil cambiar de lugar algunos restos o incluso hacerlos desaparecer”, según explicó por teléfono la periodista Adriana Dergam.
En Donetsk un grupo de observadores de la OSCE volvió a visitar por segunda vez el lugar de la tragedia; el portavoz de la misión, Michael Bociurkiw, declaró que habían podido ver algo más que el día anterior, cuando sus movimientos estuvieron seriamente limitados por los rebeldes que controlan la zona. Borodái explicó que la restricción de movimientos se debe a imperativos de seguridad, ya que el lugar de la tragedia “se encuentra prácticamente en la línea de frente”.
Respecto a los expertos internacionales que siguen en Kiev, Alexander Hug, vicejefe de la misión especial de observadores de la OSCE —entre los que hay malasios, estadounidenses y británicos—, habría comunicado a Borodái que llegarán a Donetsk “quizá el domingo”.
El líder separatista apremió la investigación internacional mencionando la posibilidad de que la situación cambie y el lugar se vea envuelto en combates, puesto que “ni siquiera en la zona cercana a la tragedia las autoridades de Kiev han propuesto un corredor humanitario ni un alto el fuego”.
Las pesquisas corresponden a Kiev
La responsabilidad de iniciar una investigación y garantizar su transparencia recae al 100% en las autoridades ucranias, explican fuentes de la UE. Pero Ucrania ya ha dado indicaciones de que pondrá en marcha un esquema internacional y multidisciplinar, habitual en siniestros de estas características, liderado por Kiev pero con un peso importante del constructor del avión (Boeing, EE UU), el fabricante del motor (Rolls Royce, Reino Unido), el propietario de la aerolínea (Malasia) y el país de procedencia del vuelo (Holanda). Habrá también expertos de Eurocontrol y una treintena de observadores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). Todo se complica en este caso, con el conflicto bélico entre Ucrania y los prorrusos, que dificulta el acceso a los restos del avión malasio derribado en un área que, según las fuentes consultadas en Bruselas, exige controlar un perímetro enorme, de unos 20 kilómetros cuadrados. Ucranios y prorrusos se acusan mutuamente de impedir el acceso de los expertos a la zona siniestrada.
La UE activó el viernes una célula de crisis para garantizar la seguridad de los vuelos en cielo europeo, con expertos de las aerolíneas, los aeropuertos, las autoridades nacionales y Eurocontrol. Pero tanto la Comisión como Eurocontrol aseguran que no tienen competencias para imponer zonas de exclusión aérea en la zona: eso corresponde a Ucrania, lo mismo que la potestad para todas las decisiones relativas a la investigación. Será Kiev quien permita o no abrir ese proceso a expertos internacionales, y es también Ucrania quien debe garantizar el acceso de los expertos al lugar de la caída, a las cajas negras, al registro de los datos del vuelo y a la grabadora de voz de la cabina. Kiev impuso restricciones el 1 de julio; cerró el espacio aéreo por debajo de 26.000 pies, y a partir del 14 de julio hasta los 32.000. Pero sólo un 25% de las aerolíneas buscaron rutas alternativas: el 75% restante seguía volando hasta el día de siniestro por encima del espacio aéreo de Ucrania, con casi 350 vuelos diarios, según Eurocontrol.
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