China sentencia en un estadio a 55 personas en Xinjiang
Los acusados han sido condenados ante 7.000 personas por asesinato y terrorismo
Un tribunal de la región autónoma china de Xinjiang anunció el martes en un estadio deportivo con 7.000 personas las condenas a 55 acusados de asesinato y terrorismo, entre otros crímenes, en un despliegue que recuerda a las humillaciones y denuncias públicas comunes en China durante la Revolución Cultural (1966-1976). El acto tuvo lugar en la ciudad de Yining, en la prefectura de Yili, y a él acudieron funcionarios del partido y vecinos, según ha publicado la prensa oficial este miércoles.
Tres de los acusados fueron sentenciados a muerte por utilizar hachas y otros utensilios para asesinar a una familia
Las fotos del estadio muestran las tribunas repletas de gente y una serie de camiones con los presos ataviados con chaleco naranja, con la cabeza inclinada hacia delante y soldados detrás de ellos. Tres de los acusados fueron sentenciados a muerte por utilizar hachas y otros utensilios para asesinar a una familia de cuatro personas el año pasado “con métodos muy crueles”, según la agencia Xinhua. Los funcionarios judiciales dictaron las penas por crímenes que incluyen asesinato; separatismo; organización, dirección y participación en un grupo terrorista; protección de criminales, y violación. Los condenados parecen tener nombre uigur.
El despliegue público estuvo destinado a demostrar la “determinación resuelta (de las autoridades) de reprimir con energía las (llamadas) ‘tres fuerzas”, según dijo Li Minghui, vicesecretario del Partido Comunista Chino de Yili, en referencia a separatismo, extremismo y terrorismo. Los funcionarios también anunciaron la detención formal de otros 38 sospechosos y el arresto de 27. El espectáculo público se suma a un evento similar en la región la semana pasada, en el que fueron sentenciadas a prisión 39 personas por terrorismo
China ha puesto en marcha una campaña antiterrorista de un año de duración a escala nacional, después de la cadena de ataques contra civiles ocurridos en los últimos meses tanto dentro como fuera de Xinjiang, aunque está centrada en particular en esta región del oeste del país, hogar de la minoría musulmana uigur.
La lectura en público de las sentencias se ha producido pocos días después del atentado suicida con bombas llevado a cabo el jueves pasado por cinco personas en un mercado al aire libre de Urumqi, capital de Xinjiang, en el que murieron 43 personas –incluidos cuatro de los terroristas- y resultaron heridas más de 90. El quinto sospechoso fue detenido el mismo jueves por la noche a 250 kilómetros al sur de Urumqi, según la policía.
El Gobierno culpa de los ataques a extremistas islamistas con conexiones en el extranjero. Dice que grupos separatistas de Xinjiang quieren crear un estado propio llamado Turkistán Oriental, aunque algunos expertos ponen en duda la influencia y el alcance del grupo más destacado, el Movimiento Islámico del Turkistán Oriental (ETIM, en sus siglas en inglés). Urumqi sufrió otro ataque con explosivos y a cuchilladas el mes pasado en una estación de tren en el cual murieron tres personas, incluidos los dos asaltantes, y 79 resultaron heridas. Pekín asegura que más de 200 personas han sido detenidas en Xinjiang este mes y 23 grupos extremistas han sido desmantelados.
Uigures en el exilio y grupos de defensa de los derechos de esta minoría afirman que la causa real de la violencia y los disturbios son las políticas represivas de Pekín contra su religión y su cultura, y la discriminación que sufren los uigures frente a los han, la etnia mayoritaria en China, que controla la vida política y la economía de Xinjiang, una región rica en recursos minerales.
En las décadas de 1980 y 1990, el Gobierno chino utilizó los juicios públicos para combatir la ola de criminalidad que surgió con el proceso de apertura y reforma, y la lectura de las sentencias en público –destinada a humillar a los acusados y saciar la sed pública de castigo- era corriente. Pero en los últimos años esta práctica ha sido restringida principalmente a Xinjiang y Tíbet.
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