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Una huelga general paraliza todas las embajadas de Israel

Unos 1.200 diplomáticos y 1.100 funcionarios de base han paralizado el trabajo. Se trata de una medida de presión para lograr mejoras laborales

Trabajadores del Ministerio de Exteriores de Israel durante la huelga del lunes 24 de marzo.
Trabajadores del Ministerio de Exteriores de Israel durante la huelga del lunes 24 de marzo. MENAHEM KAHANA (AFP)

Los trabajadores del Ministerio de Exteriores de Israel han decidido iniciar una huelga general indefinida que hoy tiene cerradas 103 embajadas y consulados repartidos por todo el mundo y también la propia central del ministerio, en Jerusalén. En total son unos 1.200 diplomáticos y otros 1.100 funcionarios de base los que han paralizado el trabajo de las legaciones de Israel como medida de presión para lograr mejoras laborales, reclamadas desde hace más de un año. Nunca antes, ni en tiempo de guerra, Israel ha cesado de prestar servicios consulares.

Su plante ha hecho imposible que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, viaje en la primera semana de abril a México, Panamá y Colombia, en la que iba a ser la primera visita oficial de un jefe de Gobierno israelí a la zona. También el ministro de Defensa, Moshe Yaalon, ha anulado su expedición a Italia para debatir varios contratos armamentísticos. Esta misma tarde, en Ginebra, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas debatirá cinco resoluciones de censura a Israel –incluyendo una que llama a actuar contra las empresas que trabajen en o con colonias en territorio palestino ocupado- e Israel no tendrá representación en la sala. Ni siquiera ha habido un equipo que, en las horas previas, trate de suavizar los textos o de recabar votos en contra que protejan a su país.

No se están expidiendo visados de turismo o estudios, ni permisos para nuevos inmigrantes, exportaciones defensivas o grandes transacciones comerciales, como no hay actos de promoción ni reuniones con organismos internacionales o personal de otras naciones. El coste, dice el Gobierno, supera ya “varios” millones de euros. “Es duro, pero estamos peleando por un servicio exterior mejor para todos”, justifica Yair Frommer, presidente del sindicato de trabajadores de Exteriores.

Según explica, durante los últimos siete meses han mantenido reuniones con el Ministerio de Finanzas (en manos de Yair Lapid, del partido Yesh Atid) pero no se han puesto sobre la mesa soluciones que satisfagan a la plantilla. Los empleados reclaman que sus sueldos suban conforme al IPC, cuando llevan 12 años congelados; quieren además que se les paguen los atrasos que esta medida ha causado. Reclaman ayudas complementarias a sus salarios, que faciliten el traslado de las familias al extranjero, ante la “práctica imposibilidad” de que los cónyuges encuentren un trabajo en sus lugares de destino y el coste del cuidado y educación de los hijos. Sostienen que no se les pagan “decentemente” las “constantes” horas extra que dan y que sus planes de pensiones son “inferiores a la media” de otros funcionarios. “Es imposible- dice el portavoz sindical- llevar una vida razonable con esas pérdidas”.

A la puerta del ministerio, en el barrio de Givat Ram de Jerusalén, un grupo de empleados ha montado esta mañana una lona bajo la que reparten folletos que explican sus reclamaciones. Ayer ya dijeron que no dejarían entrar ni al ministro, Avigdor Lieberman (Israel Beitenu), quien no ha hecho el intento de acudir a su despacho. “Este es el país donde diplomático o médico son profesiones sin futuro, maltratadas. El Estado no las cuida. Los salarios no son justos. Es irresponsable no cuidar un servicio esencial”, denuncia Nimrod Levy, con 17 años de antigüedad en la casa. El sueldo inicial de los contratados ronda los 5.000 shekels (algo más de mil euros) y alguien con su veteranía no pasa de los 9.000 en un puesto medio en el extranjero (unos 1.900). El sindicato denuncia que un tercio de los diplomáticos de escala básica acaban abandonando la carrera para adentrarse –“con sus másteres, sus idiomas y sus redes de contactos”- en el mercado privado, más provechoso. “Mucha gente de talento se va”, se queja Levy.

La paralización en las embajadas y consulados ha sido “total”, según datos del sindicato –a esta hora el Gobierno aún no ha hecho balance del primer día de huelga-. En algunas capitales europeas, el personal dependiente de Defensa o Economía y los espías del Mosad trataron de acceder a las oficinas, porque el paro no les concierne, pero sus compañeros lo impidieron. Las embajadas de Washington y la representación ante las Naciones Unidas tampoco han trabajado.

El ministro Lieberman dice que la medida de sus empleados es “un ataque sin precedentes”, una “decisión lamentable que evidencia que han perdido el control” y que hace “daño” al país por ser “irresponsable”. A su entender, aún hay margen para las negociaciones y se puede lograr un acuerdo “justo”, ha indicado esta mañana en un comunicado oficial. Fuentes de Finanzas insisten en que no dan por cerrada la vía negociadora, pero tampoco “cederán” ante exigencias que entienden “excesivas”. Reconocen que puede haber un “margen de mejora de condiciones” pero que ha habido “pasos” que el sindicato ha rechazado. “No pueden tener a los ciudadanos israelíes como rehenes”, dijo el Ministerio el domingo en su última nota oficial.

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