Por falsas y delirantes que sean las teorías de conspiración, en todas late una verdad ingenua: no expresan la disconformidad con la versión que conocemos de los hechos, sino con los hechos mismos. Esto es lo que les sucede al 61% de los estadounidenses que todavía se niegan a creer que Lee H. Oswald fuera el asesino único y solitario que terminó con la vida de John F. Kennedy hace 50 años. Su desconfianza revela una incapacidad para aceptar que una mera trágica circunstancia accidental pudiera cambiar el curso de una presidencia percibida como un momento culminante del sueño americano. Para esta forma de razonar, hay que buscar una mano mucho más poderosa, una confabulación mafiosa, Fidel Castro y la Unión Soviética, la propia CIA, el vicepresidente Johnson, o incluso el complot de varios conspiradores para explicar la capacidad de torcer la historia de forma tan injusta.
Ha sucedido con casi todos los atentados, a los que solemos observar con ojos retroactivos, aplicando criterios e ideas del presente a la sociedad y a la atmósfera de la época. Para el ciudadano de hoy es directamente inexplicable la falta de protección y de seguridad de Kennedy en Dallas en su última jornada. También lo es la destrucción de pruebas y la impericia de la comisión de investigación. Aquellos acontecimientos trágicos quebraron el rumbo inercial de la historia hasta el punto de proyectar automáticamente la hipótesis de una historia distinta, contrafactual. ¿Cómo hubiera sido Estados Unidos y el mundo si Kennedy hubiera sobrevivido al atentado? La leña que echaremos a ese fuego alimentará todavía más la llama de la conspiración. Lyndon B. Johnson jamás hubiera sido presidente. La guerra de Vietnam habría terminado antes. También la guerra fría hubiera tomado otro curso. Todo contribuye desde la perspectiva posterior al asesinato a cargar aquellos hechos incomprensibles de sentido retrospectivo.
Así es cómo la teoría de la conspiración enlaza incluso con su clasificación en el ranking presidencial, ejercicio compulsivo en el país de la competencia individual. El limitado balance que ofrecen los escasos mil días de Kennedy no es obstáculo para que el balance contrafactual sitúe al presidente asesinado en la cima, pero no exactamente de la historia sino en su frontera con la mitología. Aunque los historiadores se ocupen de descrestar el mito, lo que pesa al final son las expectativas y los sueños incumplidos sin que hubiera tiempo para el desengaño, al contrario de lo que le ha sucedido a Obama. Cuanto más tiempo pase más sabremos todavía sobre los acontecimientos de aquel 22 de noviembre de 1963 sobre los que tanto sabemos ya, pero es difícil que un joven héroe, caído absurdamente antes de la decepción, pierda pie en el Olimpo donde se le venera como uno de los grandes mitos del siglo XX.
Comentarios
Yo creo que sí hubo una conspiración en la que coincidieron ejecutor y juzgador. Quiero decir, difícilmente se descubrirá nunca la verdad de un misterio si en ocultarlo se ponen de acuerdo quien lo ejecuta y quien lo investiga. Quiero decir 2: mal se descubre al culpable si culpable y quien trata de averiguar quién es el culpable son la misma persona, la misma persona que busca a un tercero al que cargar el muerto, dándole una pequeña intervención en la farsa. La verdad es que gracias a que no sabe la verdad la muerte de Kennedy es tan atractiva. Sin misterio hoy no se acordaría de él ni el Tato.
Mitos con misterio son más mitos.
Y la foto que hizo el periodista del asesinato de Oswald es casi más impresionante que la filmación del asesinado presidente. Hasta en eso compiten estas vidas paralelas, más bien muertes, de unos días en Dallas. Por qué mató Oswald a Kennedy y por qué mató Ruby a Oswald. Dudas. Quizás fueron peones hechos caer para el movimiento de fondo de una partida decisiva de alguien. A quién le fue bien, se suele preguntar para averiguar la motivación y el origen de una acción. Alguien salió beneficiado con la caída del Rey contrario, y ese alguien suele ser el contrincante, ya sea de dentro o de fuera.
El asesinato de Kennedy no es ningún misterio. Se asesina al asesino para que no se sepa quien lo mandó a matar. O sea, Estados Unidos tiene la capacidad de espiar al mundo entero y no tiene la capacidad de investigar un crimen, en este caso la de su propio presidente. Lo que está claro es que el FBI está, y siempre ha estado, detrás de esa trama. Sus dos principales jefes eran homosexuales y sin embargo perseguían, con sobornos y amenazas, a los demás homosexuales del entorno político y militar. Kennedy no era un santo, tampoco era un diablo. Mas bien hizo de la política un verdadero teatro.
Genial.
Hay algo indiscutible, el expresidente Kennedy se fue dejando al pueblo americano un As, dejando sobre la mesa del Capitolillo lo que se conoce como un As político. Un As que el pueblo americano no decidió usar. En plena Guerra Fría, después de un hecho tan relevante , para el Gobierno de los Estados Unidos hubiera sido muy fácil elegir un responsable, el Gobierno de Cuba, el comunismo soviético, etc., y comenzar un conflicto armado, Estados Unidos hubiera contando en ese momento para ello con el apoyo incondicional de las principales potencias de la OTAN. Pero a pesar de ello, y contando con un enorme poderío militar y económico, el pueblo americano actuó con humildad, con silencio. El pueblo americano solo derramo su sangre y sus lágrimas por un conflicto que ya existía desde hace tiempo, y del cual no era responsable, Vietnam.
No interesa revelar la verdadera razón detrás del asesinato de JFK. Más de 2000 libros salieron a la luz para explicar entre otras cosas la teoría conspiratoria que basta en pensarla para creer en ella.Hasta el momento nada se confirma ni se descarta del asesinato de John Fitzgerald Kennedy. Tendremos que espera cuatro años más para que se revele todo o lo que interese respecto al asesinato. El veredicto de la comisión Warren tampoco tiene ni tuvo en su momento mucho adictos. Más bien se tomó por absurda y formada por ineptos. Entre los motivos de eliminar al presidente fue su política que iba en sentido contrario a los planes de la CIA, a los de la industria militar y lo más importante y quizás sean, ocultados ni se elude a ellos, los intereses de la Reserva Federal. Pues sabemos que el 4 de junio de 1963, JFK intentó quitarle a la Reserva Federal de EE.UU. su poder de prestar dinero con interés al gobierno. El entonces presidente firmó la Orden Ejecutiva N º 11110 que devolvió al gobierno de los EE.UU. la facultad de emitir su moneda, sin tener que pedirlo prestado a la Reserva Federal. Esto fue la sentencia de muerte a la Reserva Federal y a la vez la sentencia de su muerte. La gran deuda que alcanza actualmente más de 6 billones de dólares, o sea, 2000 por cada ciudadano norteamericano, se generó desde esa fecha. Sin la desaparición de JFK de la escena política y la Orden Ejecutiva 11110, hubieran cortado severamente a los beneficios y el control del establecimiento bancario de Nueva York y el mundo en el que vivimos hubiera sido completamente distinto.
De hecho, JFK no es, en el registro histórico, un presidente excepcional, más allá de su carisma.
Resolvió a duras penas la crisis de los misiles, se metió en el fregado de Vietnam, y su política económica tampoco era reseñable. En cierto modo, era un político hábil, de trasfondo católico, y bastante mediático. Basta ver el debate televisado con Nixon, donde le barrió por imagen y mensaje, no porque fuera más coherente dialécticamente.
Tampoco le debemos la eliminación del apartheid de los negros, cosa que es mérito de Lyndon B. Johnson.
Pero por otro lado, JFK era un espejo de los Estados Unidos, la personificación del "american dream", los Kennedy eran lo más parecido a una Casa Real de lo que el sistema político y social de EEUU ha permitido. Su muerte fue, psicológicamente, la muerte de la ingenuidad de los Estados Unidos, la muerte de la idea del Camelot estadounidense, basada en la imaginería posterior a la posguerra.
Irónicamente,se lo acabó colocando en el mismo panteón de la tradición política de Abraham Lincoln. Petrificado en el mito. Los mitos no hacen preguntas, ni las responden.
Las lecciones de Dallas: unas se aprendieron, otras no. Entre las que fijaron pauta está la realidad amarga de que hay locos dispuestos a asesinar a un poderoso, por esta o aquella razón. La exposición pública de los gobernantes cambió por completo desde aquel 22 de noviembre. El número de escoltas y guardas de corps se multiplicó ad infinitum. Quizás el buen papa Francisco no haya aprendido aún la lección. También entre las lecciones no aprendidas: EE UU dejó pasar el trágico suceso de Dallas y no tomó una decisión salvadora: decretar un severo control a la posesión de armas de fuego por civiles. ¿Puede alguien imaginar un crimen más atroz en una democracia que cargarse a tiros al Presidente?
Ud lo ha dicho don Luis, uno de los grandes mitos del siglo XX, era joven en ese tiempo y los 50 años transcurridos se ha ido alimentando ese mito a pesar que la historia ha ido aclarando muchos de los aspectos de la historia no solo de JFK sino de todo el clan Kenedy, pero asi son los mitos y como tal perdurara y hasta una serie de TV titulada creo recordar capitanes y reyes que desnudo los aspectos mas oscuros de sexo intrigas de todo el clan no ayudo a desmitificarlo pues parece que los hombres necesitamos mitos y mas en este epoca posmoderna en la que nada es mentira ni verdadJose Luis Espargebra Meco desde Buenos Aores
He leído las historias que aquí se cuentan sobre Kennedy. Todas parecen coincidir con la entrada del blog; Mito y Conspiración. Sin embargo a mí Kennedy no me parece que fuera un presidente distinto, solo el hecho de que terminara su vida asesinado lo hace diferente. Por lo demás la imagen mítica que han construido entorno a él no le hace justicia. Kennedy ordenó la invasión de Vietnam. Autorizó la guerra química. Los escasos mil días de mandato presidencial bastaron para causar una de las mayores catástrofes humanas después de la guerra europea. Kennedy fue un genocida, pero esto no se cuenta, ni lo contarán los libros de historia, hasta que pase mucho tiempo. Cuanto pase el tiempo necesario, para que decir la verdad no sea un problema, se contará. Será fácil porque la historia es conocida, y se disponen de muchos datos y documentos al alcance de todo el mundo. De momento se niega de la misma manera que se niegan hechos históricos de la misma naturaleza, en otras latitudes, mientras se repiten y conmemoran otros como el holocausto. No se trata de conspiración para ocultar la verdad, es simplemente que la verdad es insoportablemente inaceptable y por consiguiente la seguimos negando como un mecanismo más de nuestro sistema inmune. Sobre las razones del asesinato, casi que no importan. Kennedy no era el mesías que esperamos
"¿Puede alguien imaginar un crimen más atroz en una democracia que cargarse a tiros al Presidente? " ¿El asesinato de Inocentes y el asesinato de cualquier ciudadano? ¿Bombardeos progres con drones a civiles en bodas o lo que sea? Eso de cargarse a presidentes será especial en "Spain is different", pero en Usa es un asesinato como cualquier otro. "una decisión salvadora: decretar un severo control a la posesión de armas de fuego por civiles." ¿Lo asesinó un civil? ¿severo control? Eso me suena tan soviético. ¿Acaso propone Ud que lyndon Johnson hiciera una obamada y pasara por encima de la Constitución? Eso de los controles funcionó tan bien en la Urss y en Alemania Nazi que es de emularse en todos los países libres (a ver cuanto tiempo serán libres cuando cualquier tirano te puede meter en campos de concentración o gulags sin preocuparse por la opinión ciudadana.)
Lyndon Johnson fue y en Texas todos lo saben. Jack Ruby era allegado a Johnson y agente de la Cia. El resto es ruido causado por los idólatras de los Kennedy, igual que la cubierta de las sinvergüenzadas, trampas y delitos de esa familia. Culmen de los abusos: Ted Kennedy, en una borrachera, ahogó a una "amiga" al salirse de un puente y echar el auto al mar en Chappa. Ted abandonó de inmediato el accidente, abandonando a Mary Jo Kopechne VIVA y atrapada dentro del auto inundado en una burbuja de aire formada en la capota del auto. Mary Jo murió sofocada al agotarse el oxígeno de la burbuja. Kennedy no fue a juicio ni recibió pena alguna. Ted Kennedy y su esposa asistieron al entierro de Mary Jo. Esos son los Kennedy. En cuanto a los Derechos Civiles, fueron los Republicanos quienes lucharon por pasar legislación para obligar a respetarlos en el Sur dominado por los Dixiecrats. Los demócratas se opusieron 100% de la administración de Eisenhower quién propuso las primeras leyes para forzar el cumplimiento de las leyes en el país entero. El último dixiecrat sirvió en el Congreso hasta su muerte James Strom Thurmond en 2003. Fue hasta Presidente del Senado por el Partido Demócrata. Como buen progre hipócrita, procreó por lo menos una hija de raza mixta con con una sirvienta negra de su familia: Essie Mae Washington-Williams. Al final de su carrera traicionó a los demócratas cambiando partido al republicano. Otro magnifico ejemplar fue Robert Byrd, demócrata, en el Congreso desde 1953 a 2010 por West Virginia. Gran Dragón del KKK. Luchador incansable contra los derechos civiles. Progres son progres en todas partes del mundo.
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Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).