Estambul inaugura el primer túnel subacuático a través del Bósforo
La construcción, de 14 kilómetros, une los lados asiático y europeo de la ciudad y permitirá enlazar las dos redes ferroviarias turcas
“Todo nacimiento sagrado es doloroso. Hemos sufrido, pero ahora vamos a experimentar esta felicidad juntos, y también le daréis gracias a Dios”. Con este discurso en un tono épico y casi místico inauguró este martes el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, el Proyecto Marmaray, el túnel ferroviario subacuático que conecta los lados, asiático y europeo, de Estambul cruzando el estrecho del Bósforo.
“Es la realización de un sueño de 150 años y conecta la historia con el día de hoy”, añadió Erdogan, en referencia al primer plan para construir un túnel en el Bósforo, que data de 1860, cuando lo propuso el sultán otomano Abdulmecit I.
“No solo conecta continentes sino también personas y países. El Marmaray no es solo un proyecto para Estambul sino para la humanidad”, continuó el primer ministro, que ha vendido la construcción de este túnel como un hito en las relaciones entre Asia y Europa, con Estambul como centro neurálgico y de conexión entre ambos continentes.
La inauguración tuvo lugar, además, en el Día de la República Turca y en el 90º aniversario de su fundación. Al acto acudieron los jefes de Gobierno de Rumanía y de Japón, una de cuyas empresas ha sido corresponsable del proyecto junto con una compañía turca. También estuvieron presentes el presidente de Somalia y ministros de Transporte de varios países, incluida la titular española de Fomento, Ana Pastor.
Este túnel es el primero de una serie de megaproyectos planeados por el Gobierno de Erdogan para Estambul, la mayor ciudad del país y su centro económico, comercial y turístico. También se están construyendo un tercer puente sobre el Bósforo y un segundo túnel, para el tráfico de vehículos, ambos previstos para 2015. Además, ya han empezado las obras del que será el aeropuerto con mayor capacidad del mundo y el tercero de Estambul.
Sobrepasando a los anteriores en magnitud, el Gobierno también quiere construir un canal artificial en el lado europeo de Estambul, que conectaría el mar Negro con el mar de Mármara para aliviar el tráfico naval en el Bósforo y que se inauguraría en 2023, cuando se conmemore el centenario de la fundación de la actual República Turca.
Erdogan comenzó su discurso, en un escenario frente a miles de seguidores, refiriéndose al sultán Mehmed II, que conquistó Constantinopla —el actual Estambul— en 1453, la convirtió en capital del Imperio Otomano y certificó la caída del Imperio Bizantino. El primer ministro atribuyó a la forma de gobernar de ese sultán el énfasis del actual Gobierno “en servir al público”.
“¿Cómo no voy a estar feliz? Estoy muy feliz, voy a ver al primer ministro y al presidente [Abdulá] Gül”, comentaba visiblemente emocionada a pocos metros del escenario Neriman Sefer, una mujer que asistió a la ceremonia inaugural junto a decenas de miles de seguidores del Gobierno. “Vamos a tardar cuatro minutos [en cruzar el Bósforo por el túnel], normalmente cruzamos en barco en 15 minutos”, añadía Sefer mientras la multitud ondeaba banderas de Turquía y del gobernante Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP, en sus siglas turcas).
Sin embargo, sus críticos acusan a Erdogan de creerse un nuevo sultán, de glorificar el pasado otomano de Turquía y de querer convertir Estambul en una megalópolis sin tener en cuenta la voluntad popular ni las consecuencias medioambientales de estas obras gigantescas. Por ejemplo, la construcción del nuevo aeropuerto conllevará la tala de 657.000 árboles, según el propio Ministerio de Medio Ambiente.
“El Marmaray es un (buen) producto pero no apoyo al primer ministro Erdogan”, comentaba en la plaza Taksim, lejos de la inauguración, Suleyman Kaya, un estudiante acompañado de unos amigos. “Es algo bueno cruzar el Bósforo bajo el mar, pero ya era fácil cruzar del lado asiático al europeo, quizá la gente de Estambul está exagerando”, añadió.
Desde junio, Taksim ha sido el centro de protestas multitudinarias contra el Gobierno de Erdogan, a quien los manifestantes acusan de autoritario y de querer imponer a todo el conjunto del país su particular visión conservadora de la sociedad. De hecho, también ayer hubo breves enfrentamientos entre grupos de gente que querían marchar hacia Taksim para celebrar el Día de la República y la policía, que una vez más usó gas lacrimógeno para dispersar a los manifestantes.
En las últimas semanas, también ha habido protestas en Ankara, donde las autoridades quieren construir una carretera que atravesaría una zona boscosa de un campus universitario.
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