Bruselas lucha contra la fatiga de la ampliación
La Comisión valora las reformas en los países candidatos, pero detecta fallos democráticos en Turquía y los Balcanes
Con buena parte de Europa reacia a integrar a ciudadanos que ya forman parte del club comunitario, hablar de nuevas ampliaciones resulta chocante. Pero la Unión Europea tiene como seña de identidad ampliar sus confines y cada año evalúa los progresos en esta dirección. En un contexto más hostil que otros años, la Comisión Europea ha presentado hoy su informe sobre la evolución de los países candidatos con una idea principal: el proceso de entrada “es hoy más riguroso y amplio que en el pasado”, un reflejo de “las lecciones aprendidas de anteriores ampliaciones”. El resultado es que, por encima de cualquier otro criterio, “el Estado de derecho está ahora en el corazón del proceso de ampliación” y los aspirantes tienen mucho que mejorar en este terreno.
La Comisión repasa la situación de Turquía, Serbia, Montenegro, Macedonia e Islandia como candidatos firmes y de Albania, Bosnia y Kosovo como aspirantes potenciales. Intentando equilibrar las conclusiones, Bruselas saluda los avances pero anima a fortalecer las instituciones democráticas, fomentar el gobierno económico de esos territorios y adoptar medidas más firmes para proteger a los grupos vulnerables, principalmente los gitanos (hay cuatro millones en Turquía y un millón en los Balcanes). Paradójicamente, el trato que grandes países de la UE –como Francia- dispensan ahora a algunos miembros de este colectivo resta legitimidad a la hora de poner deberes a los países candidatos al club.
El mayor jarro de agua fría lo recibe Turquía, el eterno aspirante a la Unión Europea. La Comisión da la bienvenida a la decisión que adoptaron hace unos meses los países miembros de abrir un nuevo capítulo de negociación con este país tras años de parálisis (y tras un primer intento de bloqueo por parte de Alemania). Pero, a continuación, el informe recuerda la brutal represión de las manifestaciones que se produjeron en Estambul el verano pasado. Esos hechos “generaron seria preocupación y subrayaron la necesidad de que la Unión Europea se mantenga como ancla de las reformas”.
Aunque la evaluación incluye otros elogios en cuanto a la reforma de la justicia y al intento de buscar una solución definitiva a la cuestión del Kurdistán, el Gobierno turco ha hecho una lectura bastante negativa del informe. “Europa se aleja cada día más de Turquía”, respondió el ministro encargado de las relaciones con Europa, Egemen
Bagis, según la agencia de noticias Anatolia. Este responsable turco lamenta que su país aún no haya logrado integrarse en la Unión a pesar de llevar ocho años inmerso en el proceso. “El interés de los turcos por una adhesión disminuye cada día”, desafió Bagis.
El otro bloque fundamental que aspira a ser parte de la UE está en los Balcanes. Los países miembros son destinatarios de un 60% de las exportaciones de esta región, lo que incrementa el interés por ambas partes. Pero aún quedan importantes obstáculos que superar. Para empezar, que, al contrario que Turquía, ninguno de estos países cuenta con una economía de mercado. Pero además, que el riesgo de fraude y corrupción es muy elevado. Y el Estado de derecho requiere “mejoras significativas”.
La parte más esperanzadora del informe reside en la importancia de la promesa comunitaria para fomentar la paz en la zona. La Comisión subraya el papel de esa perspectiva europea en el histórico acuerdo de entendimiento firmado entre Serbia y Kosovo este año, algo impensable hace solo unos meses. Y anima a Serbia –el que tiene un estatus de candidato firme; con Kosovo hay solo la perspectiva de un acuerdo de asociación- a mejorar su sistema judicial, luchar contra la corrupción y fomentar la libertad de prensa.
“Ha sido un buen año para la ampliación”, ha expresado en conferencia de prensa el comisario para la Ampliación, Stefan Fülle, que incide especialmente en la importancia que esa perspectiva de ampliación ha tenido en los gobernantes serbios y kosovares para sellar su acuerdo.
Pese a todo, las ansias de expansión son hoy más limitadas. El caso más llamativo del deterioro de la imagen de la Unión Europea es el de Islandia. Aunque oficialmente mantiene el estatus de país candidato –y aunque la Comisión subraya el alto grado de cumplimiento de las condiciones-, el Gobierno de ese país ha decidido dejarlo en suspenso hasta consultarlo en referéndum a la población.
Tras la llegada de Croacia este mismo año al club comunitario, los Estados miembros, mucho más que la Comisión Europea, sienten una cierta fatiga reformista. Además, la deriva autoritaria en Hungría, la debilidad de Chipre y los problemas de integración en algunos Estados clave como Francia o Reino Unido invitan a hacer una pausa.
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