Tensión en el centro de Estambul mientras siguen las reuniones
El primer ministro turco advierte de que ha llegado al "final de su paciencia"
Calma tensa, cierta normalidad y una importante presencia policial en el centro de Estambul durante este jueves, mientras en Ankara, la capital, el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, se reunía por la noche con representantes de algunos de los grupos que iniciaron las protestas contra la demolición de un parque en el centro de la ciudad.
En la tarde, el ambiente en la Plaza Taksim, en la que había desplegado un gran número de policías, era de cierta normalidad, se pudieron ver muchos turistas y la plaza estaba abierta al tráfico, después de que las autoridades consiguieran retirar entre el martes y el miércoles casi todas las barricadas que cerraban los accesos. A esta hora, aumentaba el número de manifestantes que llegaban a la plaza, muchos de ellos equipados con cascos y máscaras y gafas de buceo para protegerse contra el gas lacrimógeno.
En un intento de evitar la intervención policial y de encontrar una posible solución de última hora, un grupo de artistas y varios representantes de la Plataforma de Solidaridad por Taksim anunciaron que se iban a reunir con Erdogan esta noche en Ankara, la capital. La plataforma agrupa a más de 80 ONG y otras organizaciones, entre ellas algunas de las que iniciaron las sentadas en el parque que acabaron desencadenando las protestas. En el parque y en la plaza, tanto fuerzas de seguridad como manifestantes parecían estar esperando el desenlace de ese encuentro.
En un encuentro anterior con otra serie de personalidades públicas, Erdogan propuso la realización de un referéndum para decidir si demoler el Parque Gezi y reconstruir en su lugar el edificio de un cuartel de la época otomana, que el Gobierno quiere usar como zona comercial y lo que motivó las primeras sentadas por parte de activistas en el parque, que acabaron convertidas en protestas masivas contra el Gobierno tras una serie de violentas intervenciones policiales. En la calle, los manifestantes desdeñaban el referéndum, al que veían como una solución equivocada para lo que es sólo una pequeña parte del problema.
A esta hora, en el parque, ocupado desde el día 1 de junio y donde los manifestantes protestan de forma festiva contra la violencia policial y el "autoritario" Gobierno de Erdogan, el ambiente era tenso a estas horas tras el ultimátum de hoy del primer ministro, quien dijo que su paciencia se había agotado y advertía por última vez a la gente que abandonara el parque. Erdogan pidió a "las madres y a los padres" que cogieran de la mano a sus hijos y se los llevaran del parque. En una línea similar se expresó el ministro del Interior, Muammer Guler, que llamó "niños" a los manifestantes que aún ocupan Gezi.
"Tras el discurso de Erdogan, me han llamado mis padres, me han dicho que esto era muy peligroso, que me fuera, pero yo les he mentido y les he dicho que estaba en otro sitio tomándome un café con mis amigos", cuenta en el parque con una sonrisa cansada Serhad, un estudiante universitario de 21 años que no quiere dar su apellido por temor a represalias. Aunque las protestas han atraído a ciudadanos de todas las edades y tendencias políticas y religiosas, la mayoría son jóvenes de clase media urbana, muchos de ellos estudiantes.
"No hemos planeado ninguna forma de defensa, simplemente estamos aquí, hacemos resistencia pacífica", dice Serhad, sentado junto a la tienda de campaña en la que lleva durmiendo desde el día 1 y preguntado sobre qué haría si la policía tratara de desalojarlos hoy.
"No lo sé ahora mismo (qué pedir al primer ministro), cambia constantemente, empezó como una protesta por la naturaleza pero hay muchas cosas que están mal", comenta Serhad, ilustrando la falta de organización de los ocupantes del parque, que no se sienten representados por ninguna organización o partido político y que no han elaborado ninguna serie unitaria de demandas.
Por su parte, el Gobernador de Estambul, Husseyin Avni Mutlu, trató de rebajar la tensión y aseguró hoy en televisión que "nadie debe preocuparse por que las fuerzas de seguridad le vayan a echar de su tienda de campaña a las 3 o a las 5 de la mañana (una hora menos en España)".
Críticas desde la Unión Europea
Al menos cinco personas, incluido un policía, han muerto y alrededor de 5.000 han resultado heridas durante las protestas, que se extendieron también a otras ciudades del país. La mayoría de los heridos son de categoría leve y afectados por el gas lacrimógeno, aunque hay también varias en estado grave tras haber recibido el impacto de latas de gas lacrimógeno en la cabeza, según la Asociación Médica Turca. La policía ha detenido a miles de personas desde que se iniciaron las manifestaciones, incluyendo al menos 50 abogados que protestaban en un juzgado en Ankara. La mayoría han sido liberadas a las pocas horas.
Las enormes cantidades de gas lacrimógeno usadas y el uso de la violencia por parte de la policía ha preocupado a los países de la Unión Europea (UE), a la que Turquía aspira a pertenecer. "Esperamos que el primer ministro Erdogan reduzca la intensidad de la situación, en el espíritu de los valores europeos, y busque un intercambio constructivo y un diálogo pacífico", dijo en un comunicado el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle.
En una línea parecida habló el ministro francés para Asuntos de la UE, Thierry Repentin. "Ninguna democracia se puede construir sobre la represión de la gente que intenta expresarse en la calle. El derecho a protestar, a oponerse al Gobierno, debe ser respetado".
"No reconozco ninguna decisión que el Parlamento Europeo pueda tomar sobre Turquía" en relación a las protestas, respondió hoy por su lado Erdogan.
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