Francisco ya prometía en Alcalá
Compañeros del nuevo Papa, de cuando estudió en España, lo recuerdan tímido pero “con madera de líder”: “Si le dejan hacer, será una bomba”
“Si le dejan hacer, será una bomba”. Los jesuitas que conocieron al papa Francisco cuando vino a completar sus estudios a Alcalá de Henares expresaron ayer, sin disimulo, el regocijo por la elección de su compañero de orden como nuevo pontífice romano. “Es un líder, un gran conocedor de la Iglesia. Lo recuerdo como una persona tímida, cercana, sencilla y amable. Muy austero, muy buen compañero”. Lo dice Jesús María Alemany, compañero del papa Francisco cuando el joven Bergoglio hizo en Alcalá de Henares la llamada Tercera Probación de su noviciado. Se trata de la última prueba que, aproximadamente unos quince años después de haber ingresado en la Compañía de Jesús, han de superar los jesuitas para ingresar definitivamente en la orden fundada por el español san Ignacio de Loyola hace algo más de 500 años. Dura entre seis y nueve meses y el papa Francisco la superó en Alcalá el último trimestre de 1970 y en los primeros meses de 1971.
Alemany nació y vive en Zaragoza, donde preside la Fundación Seminario de Investigación por la Paz. Como jesuita, también ha colmado una brillante carrera, cumplidos ya los 74 años. Hace dos años fue distinguido con el premio Derechos Humanos del Consejo General de la Abogacía Española. Ingresó en la Compañía en 1955 y se ordenó sacerdote en 1968. Es doctor en Teología por la Universidad de Innsbruck (Austria). También estudió en la Universidad de Tubinga (Alemania) y se licenció en Filosofía, con premio extraordinario, en la Universidad de Valencia. Entre 1972 y 1999 formó parte de la Comisión Justicia y Paz en España, llamado por Joaquín Ruiz Giménez.
Desde Zaragoza y con pocas ganas de exponerse ante los medios de comunicación, desgrana sus recuerdos. “Hice la Tercera Probación con él. Nuestro instructor era el padre José Arroyo. Éramos unos 30 jesuitas que hacíamos el mes de ejercicios y nos dábamos un tiempo para profundizar en la espiritualidad ignaciana y recordar las claves de la Compañía de Jesús”. Pese a no haberlo visto ni tratado desde entonces, el padre Alemany tiene fresca la memoria del compañero aclamado ahora como líder de la cristiandad romana. “Era una persona muy firme en sus convicciones, de muy honda espiritualidad. Hicimos excursiones juntos. Antes de venir a Alcalá, había estudiado ingeniería química. De ahí entró en el seminario y luego en el noviciado jesuita. Era muy aficionado al fútbol”.
El viejo caserón de Alcalá de Henares, que alberga el Colegio San Ignacio de Loyola, era ayer un punto de peregrinación de curiosos que querían conocer el rastro de quien se ha convertido en su alumno más famoso: la biblioteca donde estudiaba, repleta de libros cuidadosamente encuadernados, la cama donde durmió, el campo donde jugaba a un fútbol muy argentino...
Al llegar a cardenal, dijo a los fieles que no gastasen dinero en viajar a Roma
El colegio alberga ahora a jesuitas jubilados. Allí fue a morir en junio de 2010 el mítico teólogo José María Díez-Alegría, expulsado de mala manera de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma por publicar un libro que no le gustó a la Inquisición vaticana. Antes de jubilarse, se refugió en el Pozo del Tío Raimundo, amparado por el también mítico jesuita y comunista José María Llanos. “El papa Francisco ya destacaba aquí por su vida sencilla, muy austera. Más tarde, cuando le ordenaron cardenal, les dijo a los fieles de su diócesis que no se gastasen el dinero en viajar a Roma, que lo empleasen en los pobres. “El nombre que ha elegido, Francisco, es un guiño a la vida religiosa por figuras como el franciscano san Francisco de Asís y los jesuitas san Francisco Javier y san Francisco de Borja”, explica otro compañero.
El rector de la Universidad de Deusto, Jaime Oraá, satisfecho porque “por primera vez en los 500 años de historia de la Compañía de Jesús, uno de sus miembros ha sido llamado a la sede de Pedro”, relata cómo conoció al nuevo pontífice en Buenos Aires hace año y medio, y conversó con él durante algo más de una hora. “Es una persona poco convencional, que no forma parte de la curia romana, extraordinariamente bondadoso y austero; cercano y con gran capacidad de diálogo y escucha”. Tiene la esperanza, firme, de que va a ser “capaz de emprender la gran labor de reformar las estructuras de la Iglesia y de imponer su austeridad y su gran preocupación por los pobres. Si le dejan hacer, sería una bomba”.
Más comedido, el líder de los jesuitas de todo el mundo —con el cargo de Prepósito general—, el palentino Adolfo Nicolás, subraya el agradecimiento de la Compañía a Francisco por su “generosidad para aceptar la responsabilidad de guiar la Iglesia en un momento crucial”. Añade: “Desde el primer momento en que se ha presentado ante el pueblo de Dios ha dado testimonio de modo visible de su sencillez, su humildad, su experiencia pastoral y su profundidad espiritual”.
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