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Netanyahu gana las elecciones pese a una fuerte subida del centroizquierda

El primer ministro y sus aliados de Israel Beitenu logran 31 escaños Las legislativas han estado marcadas por el fuerte avance del centroizquierda

Foto: atlas | Vídeo: ATLAS | OLIVER WEIKEN (EFE)

Benjamín Netanyahu, al frente del actual Gobierno dominado por derechistas y religiosos, triunfó de nuevo en las elecciones de ayer, pero perdió buena parte de los apoyos con los que contaba. Venció, pero no convenció. Los electores castigaron su gestión y auparon a Yesh Atid (Hay Futuro), un partido de centro liderado por un experiodista sin pedigrí político y que ha hecho del laicismo su bandera. La extrema derecha logró consolidar su meteórico ascenso al lograr un cuarto puesto. En total, sin embargo, el llamado bloque de centroizquierda protagonizó un inesperado ascenso gracias a Yesh Atid, que, seguido por los laboristas, consiguió hacer sombra al conjunto de partidos de derecha y religiosos. Con este avance, al primer ministro le resultará difícil prescindir de ellos.

Para conseguir la mayoría necesaria, Netanyahu tendrá que tejer nuevas alianzas

Con el 99,5% del voto escrutado, la alianza que forma el Likud de Netanyahu con el partido ultranacionalista Israel Beitenu de Avigdor Lieberman, obtuvo 31 escaños, y será el primer llamado a poner en pie una amplia y compleja coalición que supere los 60 de los 120 legisladores que forman la Kneset, el Parlamento. Obtuvo, sin embargo, 11 escaños menos que los que tenía hasta ahora. Netanyahu tendrá que decidir si quiere formar una gran coalición de Gobierno con los partidos de centro —Yesh Atid obtendría 19— o si opta por una combinación de fuerzas más extremistas y menos dispuestas a sentarse a negociar con los palestinos.

Tras conocer su victoria, el primer ministro anunció ante sus seguidores que la prioridad del nuevo Gobierno que intentará formar será impedir que Irán se dote de armamento nuclear, así como forjar una coalición de Gobierno "lo más amplia posible". "El Gobierno que formemos se basará en tres grandes principios; el primero de todos, la fortaleza militar frente a las grandes amenazas que afrontamos. El primer desafío ha sido y sigue siendo impedir que Irán logre armas nucleares", dijo Netanyahu en Tel Aviv.

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De haber presentado un bloque unido desde el principio, los partidos laicos y progresistas habrían tenido mayores posibilidades de triunfar, explicaron de forma reiterada los expertos. Ahora, deberían ponerse de acuerdo y seducir incluso a los partidos religiosos para formar una coalición capaz de rivalizar con la de la derecha y extrema derecha.

Según dijo en un discurso el líder del centrista Yesh Atid, Yair Lapid, los israelíes dijeron ayer "que no quieren seguir con la política del miedo, del odio, del radicalismo y la antidemocracia". "Esta noche se ha depositado sobre nosotros una gran responsabilidad", añadió, en referencia al hecho de que su fuerza rebasó a todas las formaciones excepto el Likud, para ser la segunda más votada.

Su partido es el gran defensor del laicismo, frente al creciente poder de las fuerzas religiosas en Israel. Una de las principales propuestas ha sido la de obligar a los judíos ultraortodoxos a alistarse, algo de lo que están exentos por motivos religiosos desde la fundación de Israel. Lapid, expresentador de televisión, fundó el partido en enero del año pasado, y plagó sus listas de caras desconocidas. Desde entonces ha creado una plataforma centrista, con algunas propuestas de izquierda como abaratar el precio de la vivienda.

La apatía cunde entre buena parte del electorado, que siente que no se juega demasiado en las urnas

El Partido Laborista registró un modesto avance, y de 13 escaños en las elecciones de 2009 pasó a 15. Quedó tercero, rebasado por el centrista Yesh Atid. "Haré todo lo que esté en mi poder -de hecho ya me he puesto en marcha para ello- para crear una coalición de partidos que compartan una agencia social y económica, y para reavivar el proceso de paz", dijo la líder laborista Shelly Yachimovich, en Tel Aviv. "Tenemos una oportunidad, que no podemos perder, para liberar a los ciudadanos de Israel de los abusos del Gobierno de Netanyahu".

Las elecciones han certificado un notable debilitamiento de Kadima, el partido centrista creado a medida de Ariel Sharon en 2005. Según los sondeos a pie de urna, Kadima, ahora liderado por el exministro de Defensa Saúl Mofaz,  logró solo dos escaños. Buena parte de su fuerza fue a parar al nuevo partido de Tzipi Livni, que precisamente abandonó Kadima el año pasado al perder las primarias, y creó una nueva formación, Hatnuah, que obtuvo seis  escaños.

La participación, del 66,6%, supera ligeramente la de 2009. Estas elecciones no han logrado entusiasmar sin embargo a buena parte del electorado. Con el mundo árabe en llamas, sin negociaciones con los palestinos desde hace más de dos años y sin que haya siquiera nada remotamente parecido a una propuesta sobre la mesa, los israelíes dicen estar desencantados. No parece preocuparles además que la paz con los palestinos no apareciera como prioridad en casi ningún programa de los partidos en liza, tampoco en los del centroizquierda. La economía, la identidad judía y las tensiones entre los distintos grupos sociales, así como la seguridad frente a las amenazas exteriores, han sido los principales temas de campaña.

Netanyahu decidió adelantar a finales de enero estas elecciones, que en principio debían celebrarse el próximo octubre, ante la dificultad de sacar adelante un presupuesto austero sin provocar una crisis profunda en el actual Ejecutivo. La idea era consolidar y a ser posible reforzar su mayoría para sacar adelante los nuevos presupuestos y afrontar lo que considera amenazas existenciales como el programa nuclear iraní.

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