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El siglo de los ancianos

Si el siglo XX fue el siglo de los jóvenes, el XXI será de los viejos. A mitad de siglo, uno de que cada cinco personas en el mundo estará por encima de los 60 años, superando por primera vez a la población infantil, un hecho insólito en la historia de la humanidad. No hay ningún segmento de la población mundial que crezca a mayor velocidad. En 1950 eran unos 205 millones sobre una población mundial de 2.500 millones. Ahora mismo, los que hemos cumplido ya los 60 años somos 810 millones sobre una población de 7.000 millones, el 11 por ciento de la humanidad. Y en 2050 espero no estar todavía entre los 2.000 millones de más de 60 años sobre una población de 9.300 millones, porcentualmente el doble que ahora; aunque no puedo excluirlo puesto que habrá ya 3'2 millones de personas que han alcanzado los 100 años, un número diez veces mayor a los que hay ahora.

Todas estas cifras no son curiosidades sobre el mundo que nos espera sino indicios de cambios muy profundos que transformarán nuestras vidas. Las consecuencias escapan a los cálculos que podamos hacer ahora mismo sobre la sostenibilidad de los sistemas de pensiones y sanitarios, el alargamiento de la edad laboral, la aparición de nuevos estilos de consumo y nuevos mercados, el empobrecimiento de las clases medias o la seguridad de las ciudades donde vivirá esta población especialmente vulnerable y sensible a la pérdida de rentas. También habrá consecuencias políticas de calado: influirán en el voto o en la forma de hacer política y de gobernar.

Este nuevo mundo envejecido es hijo del éxito. Aunque a muchos no les guste como horizonte, es una excelente noticia para la humanidad, fruto del alargamiento de la expectativa de vida. Las causas son claras: mejoras en los sistemas de salud, aumento de la calidad de vida, e incluso la paz y la estabilidad geopolíticas, pero también la caída de la natalidad. Vivimos mejor y durante más tiempo y nacen menos seres humanos. Estas dos tendencias, que caracterizaban a los países desarrollados, afectan ya plenamente al conjunto del planeta, y sobre todo a los llamados países emergentes, con una nuevas y extensas clases medias que se incorporan al consumo y a un incipiente estado del bienestar.

En 2050 habrá 64 países que serán como es hoy Japón en cuanto a envejecimiento de población, entre los que se incluye todos los desarrollados pero también muchos de los que pertenecieron al mundo en desarrollo. En España la tendencia al envejecimiento es mayor que en el resto de Europa, puesto que ahora los mayores de 60 años representan exactamente el mismo 22 por ciento que en el conjunto del continente, pero en 2050 será el 38'3 por ciento, cuatro puntos por encima.

Todos estos datos, bien conocidos de los demógrafos, son noticia estos días gracias a la publicación de un valioso estudio realizado por un grupo de organismos internacionales coordinados por Naciones Unidas, titulado Envejecimiento en el siglo XXI. Una celebración y un desafío. Con independencia de la mirada hacia el futuro, el informe es de una actualidad indiscutible, porque muchos de los problemas de mañana ya existen hoy en una versión todavía limitada. Muy oportunamente Naciones Unidas señala que la población de edad provecta es especialmente vulnerable a los abusos financieros, tal como ha quedado demostrado en España en los últimos meses con la desaparición de los ahorros de muchos de nuestros seniors gracias a la pésima información suministrada por bancos y cajas sobre productos como las participaciones preferentes, las cuotas participativas o la deuda subordinada.

Las guerras y las revoluciones corresponden a la época de la humanidad en que había más jóvenes que viejos. Un mundo con más viejos que jóvenes será más conservador y menos dado a aventuras y utopías que puedan terminar mal. Las propuestas políticas que impliquen sacrificar a las actuales generaciones en favor de las generaciones futuras tendrán una acogida cada vez más tibia en estas sociedades envejecidas. Una sociedad más vieja es también una sociedad que vive más y mejor amarrada a la resolución de los problemas de su presente.

Comentarios

Sabe bien lo que hace Rajoy cuando declara que no tocará las pensiones y que, aun no pudiendo actualizarlas totalmente, las subirá un 1 %. Pero cuidado con pasarse con los engatusamientos por un lado y los hachazos por otro, en especial en la Sanidad, que aunque los viejos son tantos no son tontos. Es más, yo diría que son los menos tontos de todo el planeta, sabiendo bastante más que el resto, no solo por viejos sino también por zorros.
No se como evolucionara el siglo XXI pero ha comenzado con un proceso de decadencia que conduce a muchas regiones del mundo en numerosos aspectos a épocas del siglo pasado.
En resumen, vamos hacia un mundo donde cada vez habrá mayor número de gente mayor. Por tanto, lo sorprendente es que se sigan aplicando las mismas políticas hacia este segmento de la población. ¿Es que solo se nos ocurre ofrecerles pensiones? Con tanta experiencia, disponibilidad y ganas de ser útiles que hay ahí, ¿no somos capaces de contar con ellos de un modo más serio y eficaz? Yo creo que este es uno de esos ámbitos donde habría que dar un cambio radical. Recomiendo este artículo: http://www.otraspoliticas.com/politica/la-crisis-y-el-valor-de-los-mayores
Siempre pensé que las esquelas de los mayores, por más que les queramos, jugaban a favor del progreso. Siempre pensé que los viejos serían de derechas, más que de izquierdas, y que la renovación del parque personal contribuiría a evolucionar en todos los sentidos. Ahora me voy dando cuenta de que no. Ahora me doy cuenta de que lo que realmente importante para un país, para una sociedad, no es tanto la sucesión de unas capas por otras como que la educación, la cultura y cualquier otra faceta que desarrolle el intelecto, se conviertan en la piedra angular del sistema.
Que nuestros hijos, el que los tenga, sean mejores y más abiertos, más tolerantes y comprensivos que los padres, como estos padres lo hubieran sido en relación con los suyos, sería el principio ideal. Dudo que sea así.
En realidad, me parece que nuestras opiniones sobre la realidad que nos circunda no cambia tanto por nuestros conocimientos como por el número de años que vamos cumpliendo. Y eso está mal. Lo ideal sería pertrecharse bien antes de la expedición y que nada acabe con nuestras espirituales, convirtiéndonos en seres más destructivos y canallas, como me parece que ocurre. Si detectan alguna contradicción, no me lo tengan en cuenta, me hago viejo.
Y por último:r: ¿será nuestro sino ser de derechas cuando somos mayores y de izquierdas cuando somos jóvenes, quitando casos como el de Gallardón en que lo primero es una constante? Porque si bien, como cuando decía Picasso a Cela aquello de: 'deséngañate, el que es joven lo es toda la vida', en algunos casos, Basagoiti, Gallardón y dos más contados, podría decirse aquello de que: 'el que es viejo lo es toda la vida', entendido viejo como hombre antiguo de cualquier edad y que no se adapta al presente, ni al futuro, y si me pones, ni al pasado.
Es una realidad de nuestro tiempo que los hijos de hoy vivirán peor que sus padres. Quiere ello decir que no hay dinero, lo que significa que habrá recortes, como los hay, y en especial en la educación y en la cultura, como podemos comprobar tras la última subida del IVA a todo lo que huela a desarrollo intelectual. Del siglo de las luces al de los destellos, y ahora toca el siglo de los apagones, que no otra cosa son los hachazos a los servicios esenciales que le asesta este gobierno popular y viejo de derechas. Quiere todo ello decir, en fin, que los hijos de hoy, además de ser más pobres materialmente que sus padres, lo serán también espiritualmente, y ello redundará en perjuicio, no cabe otra, de una sociedad más injusta, menos solidaria y más mezquina, salvo... salvo que nuestros ancianos consigan imponer un poco de cordura.
Leyendo Cuento de un tonel, de Jonathan Swift, tras los insufribles prefacios, dedicatorias, epístolas y demás exordios, un comienzo prometedor. Después de citar una sátira de Horacio, 'para que los viejos reposen en perfecta quietud', dice: "han hablado tanto (los ancianos) en su juventud, mientras otros dormían, que ahora pueden dormir mientras los demás hablan. Pues bien, nada de eso, sonó otra vez el despertador. A levantarse otra vez, y no para cuidar a los nietos. Hay que moverse, que la juventud parece dormida, por más que se agita pero sin tener demasiado clara la dirección a seguir, me parece.
Cuestión previa, claro, a dilucidar sería cuándo se considera que se inicia la ancianidad. ¿Qué es ser anciano en periodismo, por ejemplo? ¿Depende de la edad o de si el perfil es idóneo?
Y es que ya tiene gracia que en un momento en el que la esperanza de vida se alarga sine die, la vida laboral se acorte más que nunca por presunta inadaptación del personal a las necesidades de la empresa. Ya lo cantaba Nacha Pop, 'busco algo más que un perfil', bien que sobre otra cosa. Qué buena canción.
Que es que al final va a hacer falta un perfil griego en todo. Con lo que se ha devaluado todo lo griego últimamente. Lo ideal: un perfil alemán a precio de chino.

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