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‘Mea culpa’ a los gitanos

Nicolas Sarkozy afirma que no volvería a relacionar a la comunidad romaní con el crimen

El presidente Nicolas Sarkozy en campaña en Drancy (en las afueras de París).
El presidente Nicolas Sarkozy en campaña en Drancy (en las afueras de París).THOMAS SAMSON (AFP)

Nicolas Sarkozy dijo hoy en una entrevista que no volvería a evocar al pueblo gitano si tuviera que pronunciar de nuevo el tristemente famoso discurso de Grenoble, donde el 30 de julio de 2010 lanzó una ofensiva contra la inmigración en la que estigmatizó a los romaníes y desató una ola de redadas y expulsiones ilegales en masa que costaron a Francia la posterior reprobación de la Comisión Europea, la ONU e incluso del Vaticano.

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Girando muy poco a poco hacia el centro una vez que las arengas populistas de primera hora parecen haberle garantizado la presencia en la segunda vuelta de las presidenciales, Sarkozy afirmó en el Dauphiné Libéré que haría otra vez el mismo discurso “pero sin citar a ninguna comunidad en particular”.

Aquel día, el jefe del Estado declaró la guerra a “los granujas” y pidió el final de “los asentamientos salvajes de los campamentos gitanos”, además de prometer que retiraría la nacionalidad francesa a los inmigrantes que atentaran contra la vida de un agente de la autoridad.

Se trata de la primera y tímida marcha atrás del presidente sobre aquella reacción en caliente —que siguió a una serie de graves disturbios ocurridos en Grenoble—. El discurso ha sido citado una y otra vez, y según algunos analistas y opositores le sirvió a Sarkozy para lanzar con casi dos años de adelanto la campaña electoral actual, porque supuso asumir algunas posturas defendidas por la extrema derecha de Marine Le Pen.

Vista con distancia, la política del chivo expiatorio emprendida por Sarkozy fue en cierto modo un tiro en el pie. La oposición le acusó de intentar desviar la atención del escándalo Bettencourt, y varios moderados de la mayoría, como Hervé Morin, se alejaron de Sarkozy. Ahora, con las urnas cerca, el presidente reconoce su error, quizá buscando el apoyo de los centristas y los católicos.

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