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Una vida que no cabe en 5.600 páginas

Juan Antonio Sánchez Espín se jubiló en los noventa. Convencido sindicalista, no ha dejado de trabajar en CC OO para defender el sistema de pensiones

MANUEL V. GÓMEZ (EL PAÍS)
El español Juan Antonio Sánchez Espin.
El español Juan Antonio Sánchez Espin.SAMUEL SÁNCHEZ

En las 5.600 páginas de memorias que Juan Antonio lleva escritas no cabe toda su vida. “He llegado hasta los 25 años”, explica, “pero escribo más de la gente a la que he conocido que de mi”. Nació hace 76 años en Murcia y con 17 años se fue a trabajar a Asturias, luego a Salamanca, a Alemania y, finalmente, a Madrid. En Villaverde, en la factoría de Peugeot acabó su carrera laboral en 1993. “Me fui dos años al paro y me jubilé”, zanja.

Esta frase de Juan Antonio Sánchez Espín describe a la perfección lo que sucedía en los años noventa, cuando la crisis de 1993 golpeó a la industria y gente como él se quedó sin trabajo. Y también lo que sucede ahora en las cajas de ahorro, que llevadas por la euforia de la burbuja, crecieron sin mesura y ahora reducen plantilla a marchas forzadas. Entonces PSA, la empresa que lo empleó durante décadas, decidió eliminar entre 2.000 y 3.000 puestos de trabajo, y eligió entre los trabajadores que tenían más edad. Es lo habitual. Les indemnizó con unos seis millones de pesetas, unos 36.000 euros. Con ellos, PSA trataba de compensar a Juan Antonio por dejarle sin empleo en una edad, 58 años, en la que en España es casi imposible volver a encontrar trabajo. De hecho, la tasa de empleo entre los mayores de 55 años desciende al 19%, cuando la media del conjunto de la población está cerca del 50%.

Juan Antonio pasó dos años en paro y se jubiló con 60 años. "Me quedé con el 60% de la pensión que me correspondía por jubilarme cinco años antes". Ahora vive con unos 800 euros al mes, como casi la mitad de los jubilados españoles, que cobran entre 500 y 800 euros mensuales. Con ella tiene que vivir él y su mujer, que no cobra pensión alguna. Por suerte, el piso en que viven en el barrio de Usera, en Madrid, es suyo y está pagado.

"Es una pensión bastante apurada", lamenta, "además, ahora con la congelación de las pensiones, hemos perdido un 2,9%. Y también sube la contribución entre un 30% y un 40%. Si miras a los que cobran menos, no sé como pueden vivir".

Juan Antonio conoce de memoria las cifras. Desde que se jubiló forma parte de la ejecutiva de la organización de pensionistas y jubilados de Comisiones Obreras. Cuando trabajó en PSA no fue delegado sindical, pero trabajaba en el sindicato por las tardes. "Empecé en Alemania. Un país sin sindicatos sería una selva. Soy un sindicalista convencido. Si la salud me respeta estaré así hasta que no pueda más", alega. Ahora desplega una actividad que le lleva a mantener unas 80 reuniones anuales en el Imserso y a acudir a diario a la sede del sindicato. "Estoy deseando que llegue el fin de semana para estar con mi mujer y ver a mis tres nietos".

Su militancia le lleva a defender ferozmente, pero tranquilo, el sistema de pensiones. No cree que la crisis lo ponga en riesgo. "No tengo miedo. Lo que pasa es que no se informa a la sociedad. Si algo funciona hoy es la Seguridad Social", argumenta. Le avalan los superávit que ha acumulado el sistema de pensiones durante la crisis, solo en 2011 ha cerrado el ejercicio en números rojos, apenas 600 millones de euros en un presupuesto que supera de largo los 110.000. "Lo que pasa es que hay intereses por los planes de pensiones privados". Se sabe la lección.

Si Juan Antonio desconfía de los planes de pensiones no es solo por ideología. Recuerda lo que pasó con la indemnización que recibió en PSA. "Muchos hicieron cuentas y creían que con los intereses que pagaban compensaba. La gente empezó a hacerse planes pero eso fracasó. Los intereses empezaron a bajar".

Ahora ve la crisis con preocupación. No cree que la situación sea tan grave como para que no pueda cobrar la pensión. "Eso sería un desastre". Pero los recortes los da por descontado. "El copago llegará", sentencia.

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Sobre la firma

MANUEL V. GÓMEZ (EL PAÍS)
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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