Por las piedras de Jerusalén han combatido ferozmente tres religiones, judaísmo, cristianismo e islam. Pero el viejo conflicto religioso apenas explica una sombra de la realidad. Es la capital de las tres religiones pero es también la encrucijada de donde salen tres vías hacia el futuro, tres formas de entender el mundo, la vida y la sociedad política que se entreveran en cada una de las tres religiones y desbordan la geografía jerosolimitana, la del conflicto entre israelíes y palestinos e incluso la inmediata región de Oriente Próximo.
En los territorios palestinos aparecen solo dos modelos, el teocrático de Hamas y el forzosamente autoritario de la Autoridad Palestina, pero son evidentes los esfuerzos hasta ahora infructuosos por construir la identidad democrática liberal. Lo mismo sirve para el entorno de Israel, sobre todo tras la primavera árabe. El modelo autoritario laico acaba de fracasar. El teocrático fracasó antes: en Irán sobre todo. Y el reto ahora es evitar el regreso a las andadas y la construcción sobre la identidad islámica de unas nuevas democracias liberales.
Sólo un modelo conduce a la paz. Por eso sólo se alcanzará si la tracción es de los demócratas liberales de un lado y otro. Cuanto menos haya, cuanto más débiles, menos posibilidades para la paz. Vale incluso para el papel en esta pugna de Europa y Estados Unidos, donde también funcionan los tres modelos, y uno de ellos, el de los cristianos fundamentalistas americanos, es el ancla que impide la partida al navío de los dos Estados. El conflicto entre israelíes y palestinos ha sido fácil excusa o coartada para otros conflictos o burda explicación para muchos males. Pero es bastante más: es la Jerusalén del siglo XXI, el ombligo ideológico del mundo. Define la identidad de unas ideas y un modelo de sociedad política.
Comentarios
Sr Bassets: Ud. quiere tranquilidad.Pero esta no se logra "por decreto".A lo mejor, si un lado no tendria el apoyo de EEUU y el otro el de "toda la gente de buenas intenciones", ya habrian encontrado como vivir mas tranquilos?
Huésped, todos somos huéspedes, los que acogen y los acogidos. Pocas palabras pueden lucir tal hermafroditismo semántico. La idea la he sacado de George Steiner ("La barbarie de la ignorancia"), en diálogo con Antoine Spire. El bookcroosing a veces depara estas sorpresas. Pues eso, que la solución de este conflicto se producirá cuando aprendan palestinos e israelíes a acoger y a ser acogidos, y sobre todo, a saber despedirse a tiempo, que ya sabemos todos a lo que huele el huésped a los tres días.
Jerusalén siempre tenía su muro con las puertas abiertas a todo peregrino de las tres religiones. Hoy día, está casi cerrada a manos de quienes poco tuvieron que ver en la construcción y el mantenimiento de sus santos lugares pertenecientes a toda religión monoteísta, sin negarles su aportación aunque esta fuese mínima. Con los árabes hubo la convivencia más fructífera y pacífica y la tolerancia hacia el otro sin enemistad alguna. Prácticamente desde la última Cruzada, e incluso anterior a esta fecha, cuando los árabes perdonaron las vidas del invasor al contrario del castigo masivo infligido por los “manipulado y engañados” defensores de los santos lugares del Cristianismo. Es lamentable la situación actual en la cual se encuentran sus ciudadanos, al Maqdesíes (gentilicio de Jerusalén en árabe). Los cristianos y musulmanes árabes que más que nadie pertenecen a esta Santa ciudad son los que más expulsión sufren y más expropiación de sus bienes, llevadas a cabo por un ejército rabioso y obcecado por creencias que no convencen a nadie, en especial cuando, partiendo de algo divino, según sus reclamaciones, dirigen sus lanzas con el otro que es al fin y al cabo su semejanza ante el nuestro Señor.Hay muy fundadas razones para confirmar la alianza entre el capitalismo y el neo imperialismo, movidos por el sionismo que trabaja de igual forma en contra de los propios judíos. No sabemos si, tras los acontecimientos actuales de la primavera árabe, el camino hacia la reconciliación de las tres religiones se vuelve largo o en realidad su final no percibe nadie.
Hay algo que no se cuenta:
La situación de la minoría cristiana, que está pillada entre dos fuegos.
Los cristianos no católicos, como los coptos o los maronitas, vivieron bien después de las Cruzadas. Se les aceptaba como gentes del Libro, y tenían derecho a una protección específica, al igual que los judíos, respetados por su actividad mercantil y buenos administradores de haciendas y talleres.
Esto se dió hasta el final del Imperio Otomano.
Después, con la emigración masiva de judíos desde Europa, aprovechando la declaración Balfour, la sensación de los árabes cambió. Eran muchos. Y eso derivó en alarmismo cuando se supo del Irgún, y de las ideas de Herzl.
En cualquier caso, la sensación de que una etnia tuviera tanto auge y compitiera por los recursos geográficos con la aquiescencia del mandato británico degeneró en una violencia soterrada, que tardó poco en hacerse explícita por ambas partes.
Volviendo al presente, la realidad es que la responsabilidad del principal conflicto en Medio Oriente es de Occidente, que igual que hizo en las particiones de Africa y sus fronteras artificiales, creó un problema étnico donde antes no lo había.
Es precisamente el reconocimiento de este garrafal paso en falso lo que hace a mucha gente decantarse hacia los palestinos.
Pero yo también deseo que los israelíes tengan su nación, pero no a costa de otros. Su idea del Eretz Israel, su pretensión de que Jerusalén sea la capital homogénea de un estado judaico, no coinciden con los hechos tozudos de la realidad actual, es más, garantizan un gran sufrimiento.
En cierto modo, repiten la ceguera de sus hermanos mayores, nosotros.
Hay que tener en cuenta que el Israel de ahora no es el de Ben Gurión, que aspiraba a ser un estado mas bien laico, y que esperaba poder usar la victoria militar como un recurso, no como un fin (cosa que al final no consiguió, sino que al final resultó ser uno de los factores que transformaron el conflicto en lo que es ahora). No, ahora tanto generacionalmente como por peso poblacional, Israel está decantándose hacia una política más cercana a la emigración de corte ultraortodoxo, fundamentalmente de Rusia, de los países del este y aunque ya menos, de EEUU. Irremediablemente, dado el escaso terreno, la expansión ha derivado en el apogeo de las colonias, a las que el Ejército no tiene más remedio que proteger.
Son un sector de la población muy proactivo en la defensa de sus intereses, y con fuertes apoyos en partidos como el Likud.
Tanto es así, que son la piedra de toque en las conversaciones de paz.
Su negativa a todo lo que suponga detener definitivamente la construcción de nuevos emplazamientos pesa mucho en la política interna israelí.
Y más ahora con las nuevas propuestas que está presentando Avigdor Lieberman a la Knesset, que amenazan con ir transformando progresivamente el sesgo de la Administración Israelí en el futuro.
Los cristianos, como minoría, desearían que ambos bandos comprendiesen la necesidad de la paz, no impuesta, pero deseada.
Ambos persiguen un imposible, un "imago mundi" que no se corresponde con la realidad.
O bajan de la parra, o la van a quemar, con ellos dentro.
Las uvas de la ira no son buenas.
Lo único que rescato de esta nota es que los judios son los malos y los Arabes unos santos. Desde que israel unió Jerusalén, es la primera vez en siglos que esta asegurada la libertad de culto para cualquier religión. Cuando estaba bajo poder jordano a los judios la entrada estaba vedada!
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