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Un fantasma en las cumbres

No está porque no fue invitado. Y no fue invitado porque está procesado por la justicia sueca y pendiente de la británica sobre su extradición. El Foro Económico Mundial, que se reúne anualmente a finales de enero en los Alpes Grisones, ha conseguido mantenerse en forma durante 40 años precisamente porque en cada ocasión ha sabido invitar a los personajes más expresivos y decisivos de cada época. Pero esta ausencia no ha mermado la presencia de Wikileaks en los debates davosianos, la controversia sobre la idea de transparencia que tienen los militantes de este tipo de organizaciones y la discusión sobre las consecuencias de las filtraciones en la política, la diplomacia y el periodismo. Al contrario, ha sido un acicate estimulado notablemente por la publicación, justo en los mismos días, de un largo artículo del director del New York Times, Bill Keller, consagrado íntegramente a explicar sus relaciones con Assange.

Veamos este último tema con un tercer elemento que ha venido a enriquecer el debate, al menos en Davos: el gran filtrador ya no está solo. La filtración de 1.500 documentos de todo tipo (mapas, minutas de conversaciones, powerpoints, protocolos…) sobre las negociaciones entre israelíes y palestinos a la cadena de televisión catarí Al Yazira y al diario británico The Guardian abre muchos interrogantes sobre las valoraciones realizadas por Assange sobre la trascendencia histórica de su labor. Entre los politólogos y diplomáticos presentes en Davos no hay muchas dudas sobre el pecado de exageración en que ha incurrido Assange, de forma que su cablegate puede que sea la mayor filtración de la historia en número, en variedad de los temas y en pluralidad de países afectados, pero no lo es en calibre político e histórico. Muchos son los que piensan que esta filtración palestina es la palada definitiva a un proceso de paz que ya estaba muerto y en todo caso un golpe para Mahmud Abbas del que difícilmente se recuperará.

Recordemos el tweet de Wikileaks en el que anuncia la filtración histórica: “los próximos meses veremos un nuevo mundo, en el que la historia global quedará redefinida”. Algunas valoraciones entran a fondo: no hay cambio alguno en las relaciones internacionales, tampoco en la política exterior estadounidense, y en todo caso sí los hay —y estos de enorme calado— en la forma de conducir la diplomacia y en la comunicación entre los gobiernos y entre estos y los ciudadanos; pero incluso estos cambios son anteriores y más consistentes que una mera filtración, por masiva y trascendental que sea.

Es muy interesante conocer de boca de ministros, secretarios de Estado y embajadores de todo el mundo cómo se comunican actualmente a través de móviles, sms o mensajes de texto; cómo estos nuevos medios influyen en las relaciones internacionales; hasta qué punto rebajan las barreras de seguridad ante el espionaje o la filtración; y, sobre todo, cómo contrasta el nuevo mundo digital con unas estructuras, normas de trabajo y hábitos modelados hace más de un siglo y medio. Es posible que los cables del Departamento de Estado representen un momento decisivo de toma de conciencia sobre este cambio, pero es amplio el consenso respecto a que no significa el momento del cambio mismo.

Junto a las críticas a la exageración en las valoraciones y en las reacciones, hay que notar algo en lo que todo el mundo está de acuerdo, en Davos al menos, sin necesidad de ampulosas declaraciones históricas: las filtraciones han tenido un papel decisivo en el derrocamiento del dictador tunecino Ben Ali y en la ignición de la revolución democrática árabe.

Regresemos ahora al primer tema, el dilema entre confidencialidad y transparencia, junto a la aparición de un nuevo actor, tan activo como Assange, aunque menos misterioso y polémico, como es el disidente y despedido de Wikileaks, Daniel Domscheit-Berg, que ha contado en Davos su proyecto de Openleaks. Domscheit está en el partido de la transparencia, enfrentado al partido del control clásico del poder (accountability). Los periodistas, en medio, defendemos el derecho a publicar las informaciones relevantes, algo que viene favorecido por la transparencia y contribuye al control del poder; pero con el filtro de la responsabilidad profesional. Sospechamos de la transparencia absoluta, defendida por el partido de la disrupción (eufemismo de moda por la subversión o la revolución de antaño), como de la defensa del secreto oficial por defecto (todo lo que no ha sido autorizado es secreto), defendida por el partido de la confidencialidad. Y sospechamos de quien no quiere aplicarse a sí mismo la transparencia que predica: Wikileaks y Assange, en concreto, como sucede con otras ONG, de otra parte. Domscheit pretende superar este problema con un instrumento para recoger filtraciones que sea neutro y no sometido a caprichos personales. Habrá que esperar y ver.

No termina aquí el debate. Activistas y funcionarios quisieran conceptos cortantes: de transparencia absoluta los primeros o de reglamentación y ordenamientos detallados los segundos. Los intelectuales y los periodistas saben que la vida está hecha de negociaciones y de pactos: hay que optar entre valores y aceptar gradaciones del mal, en vez de la ambición arcangélica que se erige en defensora del bien absoluto. Y más en concreto: unos entienden que estos dilemas sólo afectan a los poderes públicos; otros, el estadounidense Jeff Jarvis por ejemplo, que a quien más afecta es a los consumidores ante las empresas privadas, las que menos practican la transparencia.

Pero nadie como Bill Keller ha contado la actitud de los periodistas, en su extensa y extraordinaria narración sobre sus relaciones con Assange, leída con fruición por los davosianos implicados en el debate. Ahí está todo. Están los criterios y valores del periodismo, y más en concreto del periodismo estadounidense, celoso de la protección constitucional que goza y que lo ha convertido en el mejor del mundo y de la historia. Y ahí está también un nuevo y sabroso retrato de Assange, de imposible resumen en pocas líneas, pero que se sintetiza en su descripción como “un personaje de las intrigas de Stieg Larsson, un hombre que podría aparecer como héroe o villano en una de sus novelas suecas donde se mezclan la contracultura hacker, la conspiración de alto nivel y el sexo como entretenimiento y como violación”.

(Enlace con el artículo de Bill Keller. También The Guardian publicó ayer su propia historia sobre Assange, adelanto de un libro que ya está en el mercado. Este fin de semana el semanario Der Spiegel publica también su versión sobre los tratos con Wikileaks. Anteriormente también lo había contado El País, en un artículo del director.)

Comentarios

Es la segunda vez que leo en dos días -Savater ayer en Los colegas de Mad Max- que hay quien no quiere aplicarse a sí mismo la transparencia que predica. Usted aclara que Wikileaks y Assange, en concreto, como sucede con otras ONG, de otra parte. Pero, ¿podría ser más explícito? ¿podríamos acceder todos a profundizar en este dato de la contradicción de Assange y Wikileaks? Le agradecería bibliografía.
Otra vez escribiendo aquí. El segundo mensaje en el art. de ayer, pero que lleva fecha de hoy, a la hora 16, no es mío. Jamás haría alusión a la privacidad de quienes en algun os momentos han sido compañeros foristas, y tampoco a la de ninguna persona. No pertenece a mi órbita de intereses. ¿Y los activos tóxicos de China?Fue lo que pregunte, y era importante. El resto, bah...RMM.
Rosa, o sea que no niegas la posibilidad de que sea verdad el romance entre Hugo y Gaze, como aquí tanto se rumorea….
Hugo, si bien me molesta que se usurpe descaradamente las identidades en este foro, eso no quiere decir que me opondría a un hipotético romance entre Gaze y tú. Si ustedes han decidido amarse públicamente, eso no tiene por qué incumbirme. Saludos.RMM
Gracias, Rosa, por tu apoyo incondicional a nuestra relación.
Yo también te lo agradezco, Rosa. No esperaba menos de ti.
EXCELENTE, MUCHAS GRACIAS!!
De nuevo aquí. El mensaje de hoy, a la hora 13, no es mío. No me interesa ni haría alusión a la vida privada de nadie en este foro. Vengo aquí a enterarme de cosas y preguntar lo que no se (¿los activos tóxicos de China?) y que me parece importante. El resto es pura tontería. Poco me importa lo que la gente haga con su orto. Que lo disfruten sin embargo!...RMM.
Jajajajaja excelente los diálogos reales o fingidos. En algún momento se creyó que Gaze (pronunciado Gais) era la personalidad afeminada y homosexual de Hugo pero luego se hizo evidente que era una persona distinta. Hoy se sabe que Gaze es amante trémulo de Hugo/Maltes, que ambos son rabiosamente republicanos y reaccionarios y que uno es negro como el culo de un caballo (sic) y el otro no es de raza no-blanca (sic). Es decir amor homosexual e interracial, cuestión típica de republicanos dogmaticos.Hugo además se ha obsesionado conmigo y da golpes bajos involucrando a mi mujer y a mi supuesta hija (que aun no tengo) y que de nombre ruso. Hugueta lo que te tengo que decir te lo digo en la cara pedazo de mierda. Solo los animales rastreros y subterráneos como tú gustan de usar multinicks y dar puñaladas traperas. Eso os excita y aviva como buenas putas pérfidas que son.Marielito comemierda vete al carajo hijo de la gran puta. Conmigo no te metas porque vas a salir bien jodido.

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