Sin interlocutor para la paz
No hace falta gastar más tiempo ni esfuerzos. No hay posibilidad alguna de que el Gobierno de Israel y la Autoridad Palestina alcancen acuerdo alguno. La distancia entre ambas posiciones es tan grande que es inútil pretender que se pueda resolver con negociaciones. La publicación de los documentos hasta ahora secretos sobre las conversaciones de paz por parte de Al Jazeera y The Guardian revelan dos cosas, ambas dramáticas: la debilidad de la Autoridad Palestina, dispuesta a entregar mucho más de lo que jamás se había pensado, y la imperturbable fortaleza de los gobernantes israelíes, decididos a no entregar nada. La AP estaba dispuesta en 2008 a ceder todo Jerusalén Este, excepto una colonia, Har Homa; pero el gobierno israelí rechazó cualquier conversación que versara sobre la que consideran la capital eterna e innegociable de Israel.
Los responsables israelíes no quieren de ninguno modo que los palestinos tengan un Estado sobre las fronteras de 1967 y no les interesaba la paz sino únicamente tenerles atados a unas conversaciones que no llevaban a ninguna parte. Esta es la conclusión, no por temida menos dolorosa, que hay que sacar de 17 años de esfuerzos y negociaciones. Habrá muchos a quienes no les sorprenderá el contenido de los documentos, como sucedió con los de Wikileaks, pero la realidad es que las evidencias aportadas por esta montaña de 1.600 documentos entierran definitivamente el proceso de paz.
El plan de paz que ha presentado el ministro de Exterior israelí, el extremista Avigdor Lieberman, basado en mantener la actual distribución del espacio, es el que más se ajusta a la voluntad de los gobiernos israelíes: 13 por ciento del territorio de la Palestina histórica, dividido en un queso gruyère de enclaves incomunicados. Ni un solo presidente norteamericano, ni siquiera George W. Bush, ha bendecido tal tipo de fórmula. Los papeles filtrados revelan también que los sucesivos gobiernos de Israel desde la llegada de Sharon han engañado a conciencia a Washington y a la entera comunidad internacional, concretamente al Cuarteto (EE UU, Rusia, Unión Europea y naciones Unidas), puesto que habían firmado unos acuerdos, la Hoja de Ruta sin ir más lejos, sabiendo que no tenían propósito alguno de cumplirlos.
Hace unos años Ariel Sharon se esforzaba en demostrar que no había interlocutor palestino para la paz. Lo consiguió con el enclaustramiento de Arafat en la Muqata y luego, de forma todavía más clara, con la rebelión de Hamas contra la Autoridad Palestina. Los documentos ahora revelados demuestran que no hay interlocutor israelí para hacer la paz con los palestinos.
Que quede en evidencia quien es el responsable del fracaso no significa que las revelaciones le perjudiquen. Al contrario. Si hay que preguntarse por los beneficios de la filtración hay que decir que quien sale peor parado es Mahmud Abbas, puesto que queda en evidencia que ha seguido negociando sin que existiera espacio alguno para hacerlo. También él ha practicado una forma de falsificación, aunque sea en forma de autoengaño o de seguir ganando tiempo a la espera de que se produjera algún milagro, quizás en Washington.
Netanyahu, en cambio, puede estar feliz porque ha terminado con Oslo, algo que ya se propuso justo cuando empezó. Hay analistas israelíes que le atribuyen la intención de reconocer unilateralmente una entidad territorial palestina provisional, en los actuales límites donde se administran los palestinos y a continuación poner pie en pared y negarse a negociar ni deshacer ninguna de las colonias hasta ahora creadas. Sería la Palestina minúscula, fragmentada e inviable como Estado propuesta por Lieberman, que aseguraría la perpetuación del conflicto y daría de nuevo alas a los extremistas.
¿Queda entonces algún camino para la paz si el camino de la paz trazado desde Oslo en 1992 ha quedado definitivamente cerrado? Debe haberlo. Deberemos buscarlo. Pero será distinto. Y debe ser por supuesto pacífico, aunque sin negociación bilateral puesto que no hay dos partes que quieran negociar. El mayor peligro que se cierne ahora sobre los palestinos es precisamente que no puedan controlar a los más radicales de su propio campo. No faltarán las provocaciones.
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