La cola de la cometa
Extraña industria esta de la prensa, capaz de seguir dando frutos, incluso originales e interesantes, justo cuando más viejo y quebradizo parece este árbol antaño frondoso. Lo normal es que los viejos periódicos en papel vayan echando la persiana de los talleres donde se alojan las viejas locomotoras de la información que son las rotativas mientras invierten en las tecnologías sin hierros y apenas edificios. Muchos son ya, sobre todo en Estados Unidos, siempre en vanguardia, los que intentan convertir su viejo negocio de prensa en un nuevo negocio sostenible en Internet, un reto harto difícil sin medios para cobrar por los contenidos y sin un mercado publicitario tan potente como el que tuvo antaño la prensa. Pues bien, en medio de este paisaje de creciente desolación, en el que cada día se evaporan puestos de trabajo como por ensalmo, todavía hay gente con más moral que el Alcoyano que se estrena en el negocio de la prensa con nuevos y ambiciosos proyectos, sin dejarse intimidar por la crisis ni por la depre generalizada que se abate sobre el oficio.
También Madrid ha experimentado un reverdecimiento parecido, aunque un poco antes. En 2007 salió “Público”, y en 2009 la “Gaceta de los Negocios” se convirtió también en diario de información general; el primero del grupo Mediapro, marcadamente de izquierdas y zapaterista, aunque un poco más escorado que el gobierno de Zapatero, y el segundo del grupo Intereconomía, más a la derecha que el PP, que ya es decir. Esos brotes reflejan muy bien por dónde andan las energías sobrantes de las sociedades: en la capital de España están en la polarización ideológica (no hay otro país fuera de Estados Unidos donde la política sea tan divisiva y tan polarizada); en Londres en el liberalismo ruso británico; y en Barcelona, en el nacionalismo liberal y moderno.
Sólo he podido ver “I” en la red. Pero los periódicos en papel hay que comprarlos, tocarlos, leerlos y tirarlos para saber qué son y de qué van. Sí lo he hecho con “Ara”, y el resultado es francamente alentador. No sé muy bien si conseguirán convertirlo en un negocio, pero de momento ya es un diario, un buen diario de los de siempre. ¿Qué más podemos pedir quienes hemos nacido y crecido en la cultura de la tinta y del papel? ¿Qué más hermoso que esos nuevos frutos, probablemente efímeros, del viejo árbol en trance de muerte?
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